Vanguardia

Rita Hayworth, Scorsese y dos festivales

- GERMÁN TESSE Comentario­s a: tesse_69@hotmail.com

La semana pasada se dio un aniversari­o importante en relación al cine internacio­nal con el que hubiera sido el cumpleaños número 100 de uno de los grandes símbolos sexuales del siglo XX: Rita Hayworth.

Nacida en el barrio de Brooklyn de Nueva York el 17 de octubre de 1918 bajo el nombre de Margarita Carmen Cansino, Rita fue hija de un inmigrante español de nombre Eduardo Cansino Reina, bailarín de oficio como su padre también, y quizás de ahí sacó la vena artística que dio a conocer tomando el apellido irlandés de su madre, Haywoth, para su “nombre de batalla” después de debutar en la segunda mitad de los años 30 en el cine con el nombre de Rita Cansino. Fue a principios de la década de los 40 cuando quizás apoyada en gran parte por su sensualida­d latina le puso el fuego suficiente a la versión de 1941 del clásico texto del español Vicente Blasco Ibáñez “Sangre y arena”, dirigida por Rouben Mamoulian y teniendo como galán al norteameri­cano Tyrone Power.

Sin embargo, fue la segunda mitad de los años 40 cuando logró su consolidac­ión teniendo primero como pareja al galán de origen canadiense Glenn Ford en clásicos como “Gilda” y “Los amores de Carmen”, ambas dirigidas por Charles Vidor, o el clásico de cine negro “La Dama de Shangai” donde fue dirigida y protagoniz­ó al lado de quien también sería su esposo, el maestro Orson Welles. En los años 50 destacó con títulos como el drama histórico “Salomé” (William Dieterle, 1953); el musical “Pal Joey” (George Sidney, 1957), donde compartió créditos con Frank Sinatra y Kim Novak, o “Mesas Separadas” (Delbert Mann, 1958), que les dio Oscares a sus compañeros de reparto David Niven (Mejor Actor) y Wendy Hiller, entre otros más.

Aunque Rita Hayworth falleció tristement­e aún siendo muy joven a los 68 años de edad el 14 de mayo de 1987 víctima de la entonces poco conocida enfermedad de Alzheimer y habiéndose retirado del cine por lo mismo una década anterior, en el western de 1972 “La ira de Dios”, de Ralph Nelson, junto a Robert Mitchum y Frank Langhella, todavía en la última década del siglo XX siguió haciendo historia en las salas de cine a nivel mundial cuando Frank Darabont adaptó magistralm­ente el cuento de Stephen King “Rita Hayworth y la Redención de Shawshank” en lo que se conoció en 1994 como “Sueño de fuga”, que se convirtió en un clásico de culto instantáne­o en donde además de brillar sus dos protagonis­tas, Tim Robbins y Morgan Freeman, Rita lo hizo también como parte vital de la trama.

Para fines de la semana pasada también, justo en el país de donde era originario el padre de Rita Hayworth, España, un maestro fílmico como Martin Scorsese era homenajead­o con el Premio Princesa Asturias de las Artes 2018 destacando su jurado la renovación realizada por el director a lo largo de más de una veintena de filmes que lo convierten en “una figura indiscutib­le del cine contemporá­neo”, a este honor el cineasta respondió con un discurso de antología en el que por su parte hizo énfasis en que la tecnología ha hecho que prácticame­nte cualquiera pueda hacer una película pero que eso ha llevado a que se demerite el Séptimo Arte como tal y que aunque el quehacer cinematogr­áfico podría ser un factor primordial en los cambios sociales en una forma progresist­a se le relega con toda intención.

En ese contexto, el viernes como parte del Festival Internacio­nal de las Artes Julio Torri se inauguró en la sala Emilio “Indio” Fernández de la SEC el ciclo “Talento Emergente” con la película mexicana “Tamara y la Catarina”, de Lucía Carreras, y el sábado inició el Festival de Cine de Morelia.

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