Crónicas campiranas
‘CATÓN’ CRONISTA DE LA CIUDAD
Don César Javier Valdez Eguía ha escrito un bello libro. Su título es: “Crónicas campiranas del noreste de México”, y contiene una serie de vívidos retratos de las costumbres en el campo de Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León.
Modos muy particulares de ser, de hablar y de comer tienen los habitantes de las regiones rurales de esos Estados del noreste. Don César nos describe, en modo sencillo y ameno, la vida de esa gente a quien conoció, con quien habló y de quien recogió el material para su libro. Por él aprendemos acerca de las siembras y las cosechas; del cuidado de los animales que acompañan al campesino en su vivir; de la forma de construir las viviendas campesinas; de los rituales para los matrimonios, los sepelios y otras solemnidades; de la medicina del campo; de las leyendas de aparecidos… Nos entrega además una rica colección de dichos y refranes campiranos: “Al borrego trasquilado Diosito le mide el frío”. “Dos cabezas hacen más barbacoa” (variante de aquél que dice: “Dos cabezas piensan más que una”).
“El café está muy cargado, pero pa’l lado del agua”, dicho que se dice cuando el café está aguado.
“El dinero, el embarazo y lo pendejo no se pueden ocultar más allá de los tres meses”.
“La marrana más corriente es la que rompe el chiquero”, equivalente de “Lo que no sirve es lo más lata da”. “Los centavos ablandan más que el sebo”. “No hay mayor pendejo que el que vive pobre y muere rico”.
“Por falta de uñas se me van los piojos”. Se dice cuando por falta de dinero se pierde un negocio o una mujer.
Entre las especies en vías de extinción está el recuerdo de las cosas de ayer. Un gran servicio nos hacen quienes, como don César, se ocupan en sacar de su memoria aquellas cosas que vivieron los hombres y las mujeres de antes.
López Velarde dijo que la superficie de la Patria es el maíz, y le dio a esa Patria la clave de su felicidad: “Sé siempre igual, fiel a tu espejo diario”. Le entregó además “un trono a la intemperie cual una sonaja: la carreta alegórica de paja”.
Con eso el inmenso poeta jerezano quería significar que la raíz de México está en el campo y en los campesinos. Otras cosas, como el petróleo, son diabólica herencia. Don César Javier Valdez Eguía coincide con el sentimiento de López Velarde, y en sus “Crónicas campiranas” nos entrega el ser y el quehacer del mexicano.
Leí su libro, y en cada una de sus páginas hallé deleite e instrucción. Felicito a don César, y le expreso mi deseo de que siga recogiendo en sus escritos la verdad de nuestra Patria.