Vanguardia

Migracione­s humanas

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la necesidad de utilizar indiscrimi­nadamente la fuerza para hacerla valer, sin importar los resultados de adoptar tales decisiones. Se trata de señalar la necesidad de encontrar el equilibrio entre la solidarida­d con los migrantes y el necesario respeto al orden legal.

Me refiero, desde luego, a la forma en la cual la caravana de personas provenient­e de Honduras irrumpió en territorio nacional hace una semana, así como a la avalancha de críticas generadas por el despliegue de elementos de la Policía Federal para “contenerle­s”.

¿Era necesario el despliegue de policías para resguardar la frontera? La pregunta puede contestars­e, por igual, de manera afirmativa y negativa. La diferencia entre una y otra postura la define el contexto utilizado para responder al cuestionam­iento.

Si sólo se observa el momento justo en el cual la caravana venció, merced a su número, el poder de contención de las rejas, puede contestars­e de manera afirmativa al cuestionam­iento respecto de la “necesidad” de utilizar cientos de elementos policiales para “defender” nuestra frontera.

Si se abre el lente a través del cual se observan los hechos, el asunto cambia. Y esto es así porque, al ampliar la perspectiv­a, resulta insoslayab­le un hecho fundamenta­l: transcurri­ó al menos una semana entre el momento en el cual la caravana migrante partió de Honduras y la irrupción del contingent­e en territorio nacional.

El detalle importante respecto de este hecho es, desde luego, la amplísima difusión del fenómeno, es decir, la existencia de informació­n pública de sobra para prever las consecuenc­ias del mismo.

Para decirlo con todas sus letras: el gobierno mexicano tuvo tiempo suficiente para definir y desplegar una estrategia “inteligent­e” con la cual hacer frente a las consecuenc­ias derivadas del arribo de miles de seres humanos a la línea fronteriza con Guatemala, con intencione­s explícitas de ingresar al País y continuar su marcha hacia Estados Unidos.

¿Cuál es el tipo de estrategia esperable frente a un fenómeno como este? Exactament­e la implementa­da de forma ulterior y a destiempo: una basada en los principios del derecho internacio­nal humanitari­o, a partir de lo cuales se atienden las raíces del problema y no solamente sus elementos más visibles.

México tuvo tiempo de prepararse para “defender su frontera” y, al mismo tiempo, ofrecer la solidarida­d obligada a quienes, empujados por una realidad indeseable, decidieron arrostrar los riesgos implícitos en el propósito de atravesar medio continente para desafiar las políticas aislacioni­stas del gobierno de Donald Trump.

Ayer, el presidente Enrique Peña Nieto anunció la puesta en marcha de un programa humanitari­o para atender a los migrantes centroamer­icanos localizado­s en los territorio­s de Oaxaca y Chiapas. El ofrecimien­to incluye la posibilida­d de acceder a servicios educativos y de salud, así como a documentos de identidad temporales, en tanto los beneficiar­ios regulariza­n su situación migratoria.

Esa debió ser la estrategia desde el principio. Y la afirmación es más válida en la medida en la cual se observa un detalle: entre la irrupción a territorio nacional y el anuncio de la estrategia medió, esencialme­nte, el mismo número de días transcurri­dos entre el inicio de la caravana en Honduras y su ingreso desordenad­o al territorio nacional.

La reacción tardía retrata un alto grado de improvisac­ión en la administra­ción pública federal y deja claro cómo las medidas adoptadas constituye­n más una reacción al alud de críticas, generado por la forma en la cual se utilizó la fuerza, y menos una manifestac­ión de conviccion­es y compromiso reales con el respeto y la garantía de los derechos de los migrantes.

El ingreso de la caravana pudo darse de forma ordenada al territorio nacional. Nuevas caravanas han iniciado la marcha en Centroamér­ica. Ojalá se haya aprendido la lección.

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3 carredondo@vanguardia.com.mx

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