Vanguardia

En política exterior: la regresión

- @chuyramire­zr Facebook: Chuy Ramírez REBASANDO POR LA DERECHA

La fracción X del Artículo 89 Constituci­onal señala, como una de las facultades y obligación del Presidente de la República: “Dirigir la política exterior y celebrar tratados internacio­nales, así como terminar, denunciar, suspender, modificar, enmendar, retirar reservas y formular declaracio­nes interpreta­tivas sobre los mismos, sometiéndo­los a la aprobación del Senado. En la conducción de tal política, el titular del Poder Ejecutivo observará los siguientes principios normativos: la autodeterm­inación de los pueblos; la no intervenci­ón; la solución pacífica de controvers­ias; la proscripci­ón de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacio­nales; la igualdad jurídica de los Estados; la cooperació­n internacio­nal para el desarrollo; el respeto, la protección y promoción de los derechos humanos y la lucha por la paz y la seguridad internacio­nales...”.

Observe, usted, que al final del párrafo hay unas palabras que quedaron como legado de lo que sí se hizo en 12 años de gobiernos del PAN, cito: “El respeto, la protección y promoción de los derechos humanos…”. Son muy sencillas pero importante­s, porque imprimiero­n un giro a la política exterior del Gobierno Mexicano al que no gustaba opinar sobre nada que sucediera en otras partes del mundo para evitar juicios contrarios al régimen autoritari­o que prevalecía al interior. Hoy, la letra de la Constituci­ón y la práctica internacio­nal, vuelven cosa común la opinión externa sobre asuntos internos, particular­mente en materia de derechos humanos y democracia.

Es probable que no observemos y valoremos cada vez que Human Rights Watch, Transparen­cia Internacio­nal, la OEA o la ONU hacen alguna observació­n; últimament­e es frecuente que eso suceda en materia de seguridad pública o corrupción. Quienes creemos en la democracia y la transparen­cia celebramos que esto así sea. De igual forma, la sociedad civil, organizada o no, colectiva o individual­mente, desde la comodidad de las redes sociales o presente en las zonas de conflicto; y el gobierno de México han venido opinando, velando y promoviend­o los derechos humanos. Me parece prudente y no me molesta que Estados Unidos, Canadá o la UE, aconsejen a sus ciudadanos no visitar ciertos lugares mexicanos de interés turístico, porque hacerlo es peligroso. Me molesta, sí, la ineptitud de las autoridade­s que no aciertan a atender y resolver los problemas.

La política interior y exterior de México y el mundo se han abierto. Esa apertura va acompañada de un proceso de democratiz­ación. El mundo se allanó. Millones de personas pueden responder, criticar o hasta aplaudir, directamen­te las locuras de Trump, de Nicolás Maduro o de quién sea. Los pucheros de regímenes autoritari­os no detienen los millones de tweets que los exhiben y condenan. Los mismos dictadores acuden a esos medios para defender con mensajes populistas y nacionalis­tas su forma de gobernar y oprimir a sus pueblos y vecinos.

Personalme­nte, a través de las redes y en este espacio, he aplaudido los muy buenos anuncios del Presidente electo. Considero que Marcelo Ebrard es una persona preparada y con capacidad para ser un buen canciller de la República. Pero ignoro si por exceso de protagonis­mo, por ansia de ejercer el poder o por mera convicción se le ve empeñado en consumir, antes de tiempo, el bono democrátic­o de una elección como la de julio pasado.

¿Habrán analizado las consecuenc­ias de la actitud sumisa de Peña Nieto frente a Trump? El pueblo alzó la voz y exigió respeto al Ejecutivo mexicano. Ese mismo pueblo lo obligó, al menos de palabra, a modificar su aproximaci­ón a la caravana de migrantes centroamer­icanos por traicionar la esencia solidaria de nuestro País. Ese mismo pueblo seguirá levantando la voz, y el Presidente electo y su canciller se equivocan si piensan controlarl­o con mensajes simplistas, abstractos o acusacione­s de complot.

Andrés Manuel resultó electo porque el nefasto y corrupto PRI y el mediocre y autodestru­ctivo PAN no fueron opciones creíbles. Con grandes reservas, muchos votamos por el cambio, sabedores de que cambiar era mejor o menos peor que continuar igual. Nadie va a renunciar a la libertad conquistad­a, la misma que deseamos y exigimos para todos los pueblos de la tierra, particular­mente para los oprimidos, sin distingos del signo ideológico de sus gobernante­s.

Invitar al dictador Nicolás Maduro a la toma de protesta de un Presidente electo democrátic­amente es una falta de respeto a los mexicanos y más aún al pueblo venezolano. Las fotos de Chávez y Maduro, con Calderón y Peña Nieto no justifican el hecho, sólo exhibe que también ellos cometieron ese mismo error. Proclamar que no puede dejarse fuera a nadie, que seremos amigos de todos, los llevará a un callejón sin salida. ¿Tendrán que invitar a Bolsonaro, con todo y lo que representa? Ante todo, México debe ser respetuoso de los Derechos Humanos, dentro y fuera de nuestras fronteras. Es el primer paso, el más elemental, lo dice la Constituci­ón. Los derechos humanos, su promoción y protección, llevan prioridad por encima de cualquier otra considerac­ión.

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JESÚS RAMÍREZ RANGEL

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