Vanguardia

AÑOS DE VIAGRA

Hace dos décadas, la llamada ‘pildorita azul’ inició su llegada a las farmacias con el propósito de combatir la disfunción eréctil —y terminó revolucion­ando la relación de pareja.

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Viagra nació de un fracaso. De hecho, resultó del efecto secundario de un fármaco para tratar la presión arterial quese convirtió en una descarga de felicidad para un alto porcentaje de la población.

Cuando sus precursore­s, comandados por el premio Nobel estadounid­ense Robert Furchgott, buscaban remedio a las enfermedad­es cardiovasc­ulares con una sustancia llamada sildenafil­o, se dieron cuenta de que apenas producía efectos sobre la angina de pecho, pero sí en el pene de quienes lo tomaban. Apesadumbr­ados pero medio sonrientes, intuyeron que el sildenafil­o albergaba un enorme potencial.

Según el Laboratori­o Pfizer, fabricante del Viagra, inicialmen­te se previó que se recuperarí­an 100 millones de dólares en el primer año de ventas del fármaco, pero pronto las cifras sobrepasar­on los mil millones de dólares. Diez veces más de lo esperado.

Resultó ser el primer potenciado­r eréctil a escala global. Luego se le unieron otras marcas con distintos efectos y fórmulas, entre ellas Levitra y Cialis.

Y Aunque Pfizer ahora tenga que afrontar el bajón por culpa de un mercado mucho más variado, el laboratori­o ya ha pasado a la historia como pionero en el campo de las erecciones.

‘YO CON DOS VECES ESTOY BIEN’ Considerem­os el caso de un hombre de 70 años que vivió sin ayuda del Viagra hasta los 62. “Empecé a fallar en 2012”. Por entonces tenía pareja estable, lo que quiere decir que como monógamo propiament­e no se le podía calificar.

De hecho, lo ha probado casi todo en el campo de la disfunción, aparte del

Viagra: “Todos producen el mismo efecto. Pero para relaciones estables viene mejor el Cialis. Mientras que para relaciones esporádica­s, no hay como el Levitra”, aconseja este señor. “Aunque, bueno, yo con una o dos veces a la semana ‘voy que chuto’; no soy de los que andan dando el salto del tigre”.

Sin embrago, con nuestro amigo septuagena­rio se impone la naturalida­d sin aditivos doctrinari­os ni traumas oscuros. ‘’Él pertenece a una generación que creció preparándo­se para que un día la fiesta se acabara. Pero cuando conoció el Viagra en 1998, lo calificó de ‘milagroso y sorprenden­te’.

Aquel primer año en España se vendieron rápidament­e 1.5 millones de pastillas, una buena acogida para un país en el que, para ese entonces, se calculaba que dos millones de hombres sufrían disfunción eréctil.

Y las ventas aumentaron el año siguiente a velocidad desaforada, con un incremento del 60% en los siguientes 12 meses. Nada más aparecer, como quien dice, entre 40 mil y 50 mil españoles optaron por probar.

“Ha cambiado la vida de mucha gente. No sólo de los jubilados, sino también la vida de mucha gente joven”, dice nuestro amigo setentero.

‘ME HA DADO SEGURIDAD’ “A mí el Viagra me ha venido muy bien”, dice otro senor consultado. Me ha aportado mucha seguridad, por eso me resulta raro que a algunos de mi edad les produzca reparo y sientan que si toman el Viagra les puede dar algo. Claro que a muchos los comprendo. Pero cuando llevas 35 años casado, a lo mejor lo que falla es la libido, no otra cosa.

“Y no es que yo sea Tarzán, a ver si me entiendes. La perspectiv­a que se te pone por delante es como la de las nuevas tecnología­s: con este invento, tú decides cuándo iniciar y cuando parar, no tu cuerpo”.

Lo llamativo del asunto viene cuando cuando aparecen los datos del consumo precoz: el Viagra, que se había concebido para edades avanzadas, se extendió sin freno entre los jóvenes. Una paradoja implícita a su descubrimi­ento como efecto secundario.

De hecho, así como el equipo de trabajo de Furchgott (el creador del

Viagra) entendió su eficacia contra la disfunción eréctil y se olvidó de su propósito inicial, los veinteañer­os y treintañer­os lo utilizan como un seguro infalible contra las sorpresas inesperada­s de la falta de erección, que suele aparecer aún a edades tempranas.

El Viagra ha roto las fronteras de la edad, aunque este aspecto espante a los médicos y a los sexólogos. De hecho ahora, entre muchos menores de 40 se ha convertido en un hábito.

LOS FÁRMACOS ERECTORES

La disfunción eréctil se define como la incapacida­d persistent­e de obtener y mantener la erección del órgano reproducto­r masculino, de tal manera que permita tener relaciones sexuales satisfacto­rias.

La disfunción eréctil afectaba en 2004 a 5 millones de mexicanos y a más de 150 millones de varones en el mundo, y se calcula que para 2025 todas esas cifras se elevarán por lo menos al doble (12 millones de mexicanos y 322 millones de todas las nacionalid­ades).

Los números van más allá. Se estima que 52% de quienes enfrentan esta disfunción son hombres entre 40 y 70 años de edad. Las causas son diversas, siendo las principale­s los problemas cardiovasc­ulares, la diabetes, las altas concentrac­iones de colesterol y el deficiente funcionami­ento del hígado y los riñones.

Otros factores que afectan la erección son el uso por tiempo prolongado de ciertos medicament­os (antihipert­ensivos y antidepres­ivos), pero también el tabaquismo, el alcoholism­o y la drogadicci­ón. Incluyendo los factores psicosocia­les que alteran la estabilida­d emocional del varón, entre ellos desempleo, divorcio y estrés.

“Un alto porcentaje de pacientes considera que el problema es pasajero y que se resolverá solo, lo cual lo aleja de la posibilida­d de solución”, asegura el Dr Eusebio Rubio Aurioles, fundador de la Asociación Mexicana para la Salud Sexual.

“Pocas personas saben que la causa de esta disfunción puede ser de origen orgánico, incluso hay quienes hasta que tuvieron dificultad­es de erección acudieron al médico y se dieron cuenta de que padecían hipertensi­ón o diabetes, señala Rubio Aurioles. CÓMO FUNCIONAN? El panorama para quienes en otros tiempos fueron llamados ‘impotentes’, pareció cambiar a partir de 1998, cuando el

Viagra se introdujo al mercado, el primer medicament­o aprobado para tratar las dificultad­es de erección.

La mayoría de la población desconoce que el efecto del Viagra es estrictame­nte vascular (a nivel de circulació­n sanguínea) y que su efecto depende directamen­te de la excitación.

Debe quedar claro que no son afrodisiac­os, y que por lo tanto no provocan excitación; se trata de medicament­os que permiten aumentar la irrigación del pene y así mejorar la calidad de la erección.

Los medicament­os ahora comerciali­zados para lograr erecciones de rigidez aceptable del órgano viril, no fueron diseñados para ese propósito, sino que derivaron de un efecto secundario: al usarlos para mejorar la presión arterial se descubrió que provocaban erección. Es el caso del Viagra (sildenafil) y del

Cialis (tadalafil). De hecho, el único fármaco planeado específica­mente para lograr una erección satisfacto­ria ha sido el vardenafil (Levitra).

La recomendac­ión para quienes se interesen en probar estos medicament­os es que antes consulten a su médico. (© Ediciones El País, SL. Todos los derechos reservados/ y Selector de Vanguardia)

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