Diario de un nihilista
Resaca Disciplina de la melancoholía, melancoholía de la disciplina: cumplido su deber, ya se encamina el alma hacia el haber del otro día.
Cada aurora es de hecho una ordalía y abre su paraíso la rutina, su monodia y su rito la cantina de convertir el agua en ambrosía.
El discurso del miedo y de la culpa ahora se articula como un cántico, ya no late el reloj como un cilicio.
La copa es arco iris apofántico: que sea la muerte toda mi disculpa, pues voy a desandar el precipicio.
Rostrum Sólo para la vanidad, espejo donde no encuentro rostro alguno, escribo y es cedazo donde la arena cribo del pasado, conforme me hago viejo.
Se acerca, en la medida que me alejo, la realidad, que me da pie y estribo para la poesía; si me privo de cosas, me enriquece lo que dejo. Sé lo que quiero hasta que está en mi mano, posterior el deseo es a su objeto, la realidad ante el espejo postro.
Que brote de su lámina un sujeto, aguardo su relámpago y me allano: que así me labre la experiencia un rostro.
Pandora En el burdel nunca se pone el sol, en la sórdida luz artificial morir es algo tan superficial; iónica polvareda del futbol,
tiene el sabor de un hongo, de una col la aseada carne, el sexo es tan trivial; ciega e intoxica el líquido industrial que una adúltera lengua llama alcohol.
No tiene límites este horizonte, por más que ande o duerma, nadie escapa, si se lo interioriza es aún más vasto.
No habrá quien con Pandora se confronte, un pedazo de espejo es fondo y tapa de su caleidoscopio sobre el pasto.