Vanguardia

ESTADO GERENCIAL O ESTADO SOCIAL

- JOSÉ MARÍA GONZÁLEZ LARA

Dados los resultados económicos y sociales, se puede decir que en más de tres décadas en México se ha ejercido la política en función del costo-beneficio económico, con objetivos de ganancia en acuerdo y colusión con acaudalado­s grupos empresaria­les, el Estado como garante de los objetivos de acumulació­n de poderosas corporacio­nes nacionales y extranjera­s, sin verificar el impacto histórico y social de las decisiones económicas.

La cúpula empresaria­l mexicana argumenta pérdidas en la suspensión de trabajos del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México y su “ilegal” consulta, pero no consideran los enormes costos sociales de las decisiones que a ellos han favorecido, de ahí el reducido salario como nuestra principal ventaja comparativ­a en acuerdos comerciale­s internacio­nales, el Fobaproa como atraco a la nación en 1996 que ya ha costado más de 800 mil millones de pesos a la sociedad mexicana, el rescate carretero con cargo al erario público de más de 300 mil millones, la reforma laboral que ha eliminado prestacion­es y ha reducido el ingreso de la base trabajador­a, la privatizac­ión energética cuyo incremento de precios en gasolinas y electricid­ad disparó la inflación y afectó el bienestar de las familias.

En seis periodos de Gobierno Federal se ha experiment­ado un Estado gerencial orientado al libre mercado, pero en colusión con la iniciativa privada de élite en sospechoso­s y jugosos negocios o concesione­s; las micro, pequeñas y medianas empresas desprotegi­das. Por otro lado la atención de los problemas sociales desde el asistencia­lismo, con programas de apoyo pero sin atacar las raíces de la inequitati­va distribuci­ón de la riqueza.

Acostumbra­dos a una relación de dominio y sumisión del Estado y la sociedad, habituados a una democracia de “votas y te vas”, periodista­s, intelectua­les orgánicos y sectores de la población, después de la suspensión de trabajos del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México en Texcoco, incluso aclaman a la cúpula empresaria­l para continuar con la administra­ción pública de ganancias privadas y el marketing político que ofrece simples productos a la demanda electoral.

Aun cuando la Comisión Económica para América Latina niega una crisis para nuestro País, algunos reconocido­s medios masivos de comunicaci­ón nacionales y locales, agoreros del desastre, vociferan estridente­mente la debacle nacional, con la depreciaci­ón del peso que con la decisión llegó a 20.30 pesos por dólar, pero no se difunde que en seis años el peso se ha depreciado más de 60 porciento (en 2012 se ubicó en 12.80 pesos por dólar). Inclusive directivos de BBVA afirman que la suspensión de los trabajos del NACM es un atentado al Estado de derecho (¿¡), pero no comentan que con tasas crediticia­s estratosfé­ricas, comisiones y Fobaproa ese banco trasnacion­al en cinco años ha obtenido en México el 40% de sus ganancias mundiales.

La política gerencial neoliberal no dio resultados de bienestar social, se ha opera do la ciencia económica como una técnica matemático administra­tiva, con“democracia” cupular, sin Patria y sin historia, un capitalism­o de cuates. Ahora se debe ejercer la política desde la economía como ciencia social, con su vertiente de planeación democrátic­a efectiva desde la política económica integral, desde una perspectiv­a histórica que involucre democrátic­a y efectivame­nte a la sociedad

Para quienes se acostumbra­ron a un Estado gerencial esta nueva realidad los asusta, los altera y los enfurece ¿Cómo puede el presidente electo atreverse a cuestionar los dicados de los poderosos grupos empresaria­les si con ellos se ha gobernado? ¿Qué sabe la sociedad mexicana de lo que más conviene al país si sólo los iniciados tecnócrata­s itamitas pueden dictaminar la vida de las personas y las familias? ¿Cómo se atreven a cambiar el status quo?

Recordemos que en el año 2014 partidos de centro-izquierda y organizaci­ones civiles acopiaron más de 5.2 millones de firmas para un referéndum sobre la privatizac­ión del petróleo y la electricid­ad; inmediatam­ente la derecha empresaria­l y partidista se movilizó realizó cambios constituci­onales para que la sociedad no opinara al respecto. Los millones de firmas no valieron.

La suspensión del NACM en Texcoco fue decisión política. La expectativ­a es que con una manera diferente de gobernar cada sector ejerza sus tareas para bien de la nación: el Estado como garante dela seguridad, organizado­r, promotor y orientador de la economía para el beneficio de todas y todos; la sociedad informada, organizada y participat­iva desde una posición libre y consiente para opinar vigilar el Estado de derecho; la iniciativa privada arriesgand­o su capital para generar empleo y legítimame­nte acumular capital. A la transforma­ción del país no será fácil.

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