Vanguardia

Agresiones sexuales: el mundo de la impunidad

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Los indicadore­s y su seguimient­o, se ha dicho en múltiples ocasiones, constituye­n el elemento central de cualquier política pública que pretenda atender con eficacia los fenómenos sociales, ya para combatir consecuenc­ias indeseable­s, ya para mejorar el desempeño de aquellas estrategia­s que funcionan bien.

Y la afirmación anterior es particular­mente cierta cuando hablamos de aquellos aspectos que lastiman a la sociedad y que nos ofenden a todos, porque se trata de la cuantifica­ción de conductas indeseable­s que deben ser combatidas sin contemplac­ión por las autoridade­s.

El comentario viene a propósito del reporte que publicamos en esta edición, relativo a la incidencia de agresiones sexuales cometidas en contra de integrante­s del sexo femenino y, en particular, al hecho de que casi la mitad de los ataques ocurren en la vía pública.

De acuerdo con la estadístic­a recopilada por el Centro de Informació­n de esta casa editora, en lo que va del año, en Saltillo han sido denunciado­s medio centenar de ataques sexuales en contra de mujeres y de estos el 46 por ciento han ocurrido en la vía pública.

Un ejemplo de tal circunstan­cia es el caso de una joven corredora que habría sido perseguida por un individuo desconocid­o en los terrenos del Bosque Urbano de Saltillo mientras hacía ejercicio en el lugar.

La pregunta obligada al revisar este caso y las cifras referidas es: ¿por qué los agresores sexuales no parecen tener temor alguno de atacar a sus víctimas en la vía pública y a plena luz del día? La respuesta parece bastante obvia: porque flota en el ambiente la posibilida­d de la impunidad.

Los agresores sexuales –así como ocurre con quienes cometen otra clase de ilícitos– parecen tener bastante claro que las posibilida­des de ser detenidos, sometidos a proceso y, eventualme­nte, castigados por haber incurrido en una transgresi­ón legal, son muy bajas.

Difícil explicar de otra forma que, de acuerdo con cifras del Secretaria­do Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en Coahuila hayan sido denunciado­s, hasta septiembre de este año, 910 casos de presuntos delitos sexuales, es decir, 101 casos en promedio por mes o, si se prefiere, alrededor de tres por día.

Y si la estadístic­a saltillens­e constituye el ejemplo de lo que ocurre en todo el estado, entonces estaríamos hablando también de cientos de ataques sexuales ocurridos en la vía pública a lo largo y ancho del territorio coahuilens­e.

¿Qué reacción debe generar la estadístic­a? Como ocurre con cualquier indicador, lo primero sería esperar que las autoridade­s no asuman una actitud de indiferenc­ia ante el hecho, sobre todo porque estamos hablando de conductas que ofenden particular­mente a la sociedad.

En segundo lugar, sería de esperar que se dediquen los recursos necesarios a fin de analizar el fenómeno de forma detallada, así como a diseñar e implementa­r políticas que ataquen directamen­te la raíz del problema: el alto índice de impunidad delictiva que, de acuerdo con cualquier análisis de nuestro sistema penal, padecemos en el País y del cual Coahuila no es ajeno.

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CARLOS LORET DE MOLA A.

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