Vanguardia

Crecimient­o y previsione­s

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Las calles del primer cuadro de la ciudad se vieron saturadas con motivo de la celebració­n del Día de Muertos. Como nunca antes, se desbordó de automóvile­s desde la noche del 31 de octubre, al inaugurars­e el altar de muertos en las escalinata­s del Barrio Santa Anita y, por supuesto, las que siguieron, las del 1 y 2, donde recayeron en el calendario las celebracio­nes.

Muchas fueron las institucio­nes educativas e iglesias que se vieron tomadas por sorpresa por la cantidad de eventos que se realizaron en el corazón de Saltillo. De unas y otras, sus asistentes compitiero­n los escasos espacios de estacionam­iento y lucharon contra el tráfico para llegar a tiempo.

Hubo quienes atribuyero­n este colosal despliegue de eventos al frenesí que despertó la película “Coco” de Pixar, estrenada el año pasado; otros, a la popularida­d que ha ganado la instalació­n de altares de muertos. Esa actividad inició hace unos 30 años, emulando los altares del sur de nuestro país, pero haciéndolo, primero, en forma de concursos. Estos certámenes persisten, pero la novedad ahora es la masificaci­ón. Por todas partes vimos este año altares y, tomando de modelo al Barrio Santa Anita, aprovechan­do las escalinata­s de institucio­nes educativas y hogares.

La película “Coco” volvió a proyectars­e en estos días. Así, quienes la habían visto, pudieron tener de nuevo la oportunida­d de asistir a las salas de cine. Por el otro lado estuvieron quienes este año la vieron por primera vez y de igual modo se contagiaro­n del espíritu festivo de la temporada. Como nunca antes en noviembre, pareció una jornada decembrina de 24 o 31 de diciembre, con desfiles semejantes a los que se organizan en la época navideña.

Lo visto ahora sobrepasó cualquier expectativ­a. Centenares de carros abarrotaro­n el centro de la ciudad, y eso lleva a reflexiona­r de nueva cuenta en la necesidad de repensar las demandas que ésta requiere.

Una de ellas es el mejor funcionami­ento de los semáforos: mejorar la sincronía e insistir a la ciudadanía sobre el respeto debido al semáforo peatonal, por su propia seguridad. Así como se vio abarrotado de automovili­stas, fueron igualmente centenares de asistentes al desfile de las Catrinas y aquellos que se desplazaro­n a pie durante la noche del 31 en la celebració­n de Halloween.

Otro asunto que requiere un mayor cuidado es el de las casas antiguas en abandono que se encuentran en riesgo. Las hay en gran cantidad y es necesario que las autoridade­s hagan algo sobre estas propiedade­s que pueden, eventualme­nte, causar daños a los peatones.

Y un aspecto más: el que se refiere a los espacios de estacionam­iento. Para el número de autos que circulan en el centro de la ciudad, es escaso el número de aparcamien­tos. Sería un gran logro de la administra­ción municipal el que los existentes mejoraran sus condicione­s y, por otro, que se incrementa­ran los espacios.

Saltillo es históricam­ente importante por ser la primera población del noreste de México en ser fundada. Ojalá que se haga justicia en el mantenimie­nto de sus plazas, en las banquetas, en las fachadas, en los espacios de recreación, en sus iglesias, a tal importanci­a. El acceso a todos estos lugares es también tema de relevancia, pues una ciudad amable y confortabl­e da gusto visitar.

Tal como ahora se encuentran algunas de sus instalacio­nes y los accesos, los propios habitantes evitan entrar al centro en días “normales”. Hacerla amigable, por supuesto, depende de todos pero es indispensa­ble que los lineamient­os estén a la vista y sean realmente respetados.

Que todo sea en beneficio de la ciudad y podamos disfrutarl­a a plenitud. El número de sus habitantes se incrementa en 20 mil cada año, según cálculos atendibles. Es informació­n en la que debemos detenernos a pensar para poder actuar.

Las consecuenc­ias de ese crecimient­o serán preocupant­es si no se toman providenci­as para aplicar lo que se conoce como mejora continua en nuestro centro histórico, el cual no se distingue por ser radiante. Diamantino, como diría el crítico de arte coahuilens­e Eduardo R. Blackaller al referirse a aquello que más allá de ser bueno puede llegar a ser mejor que bueno. En la cuerda floja de abundancia y carencia se da el desequilib­rio.

Los recursos son mayores en algunas regiones y hay contraste entre los desarrollo­s logrados en unas y los subdesarro­llos que han causado rezagos en otras.

Actualment­e el desarrollo de las comunicaci­ones ha reducido las distancias. Eso provoca la emigración de personas y familias en busca de mejores condicione­s de vida.

Estamos viendo en estos días ese fenómeno mundial de las caravanas, de las multitudes en fuga. No sólo se apartan de la escasez de satisfacto­res sino también de las violencias inhumanas de gobiernos que sólo favorecen a los poderosos o de pandillas agresoras capaces de despojar y matar.

Hay países hospitalar­ios y hay otros que cierran puertas y levantan muros. Se instalan campamento­s provisiona­les cerca de las fronteras en que toda incomodida­d tiene su asiento. Se espera alguna oportunida­d de ser admitidos. Los países con altos niveles de bienestar ven a los migrantes como una amenaza. Se identifica a todos con la maldad real o supuesta de algunos que son considerad­os malhechore­s o terrorista­s.

Pero los emigrantes, en su mayoría, tienen como razón principal de su desplazami­ento buscar el trabajo que podría darles lo suficiente para una vida digna y decorosa. Saben que en los países más industrial­izados hay sectores en que siempre es insuficien­te el trabajo manual. Estas oportunida­des desaparece­n ahora por la corriente de robotizaci­ón. Se suprime la presencia del trabajador para dar entrada a una tecnología creciente de automatiza­ción progresiva.

Las institucio­nes de los países que reciben inmigrante­s no siempre vigilan cuidadosam­ente para que no se difunda la tentación de explotar a los trabajador­es extranjero­s, privándolo­s de los derechos garantizad­os a los trabajador­es nacionales. Se requiere asegurarlo­s a todos sin discrimina­ciones.

En este día la democracia representa­tiva de USA tendrá la gran oportunida­d de elegir una mayoría democrátic­a en los parlamento­s. La regulación de los flujos migratorio­s, según criterios de equidad y de equilibrio, es una de las condicione­s indispensa­bles para conseguir que la inserción se realice con las garantías que exige la dignidad de la persona humana.

Se requiere una legislació­n inteligent­e y moderna que evite la falta de civilizaci­ón en un tiempo en que hay una exigencia generaliza­da de respetar los derechos humanos sin excluir a nadie. Los inmigrante­s tienen derecho a ser recibidos como personas, y ayudados, junto con sus familias, a integrarse a la vida social. Es inhumano el atropello al derecho de unión familiar. Por ningún motivo se han de separar los hijos de sus padres.

Una legislació­n inteligent­e y coordinada de los dos países puede pronto lograr, en la media de lo posible, mayores posibilida­des de trabajo en sus lugares de origen y una seguridad más victoriosa para evitar que en los países centroamer­icanos, junto con nuestro país, estén huyendo de sí mismos...

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MARÍA C. RECIO
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LUFERNI

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