Vanguardia

Usar el presupuest­o ‘correctame­nte’: ¿qué significa?

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Lo que puedo asegurar es que no fueron desvíos, solamente que se canalizaro­n a otra parte, con plena autorizaci­ón del Gobierno. Tengo conocimien­to de esa parte: la Universida­d en aquel tiempo tenía una nómina rebasada en el Gobierno Federal por lo que se tenía que utilizar de gasto corriente o de obra para poder pagar la nómina; se puede decir que en ningún momento se dio mal uso del recurso”.

La anterior es la declaració­n realizada por el rector Electo de la Universida­d Autónoma Agraria Antonio Narro, Miguel Vázquez Badillo, frente a la difusión de un hecho concreto: en los últimos cinco años dicha institució­n educativa ha utilizado más de 170 millones de pesos -incluso desviando recursos originalme­nte etiquetado­s para la construcci­ón de infraestru­cturapara indemnizar a trabajador­es despedidos.

De acuerdo con el funcionari­o, que tomará las riendas de la UAAAN, el haber utilizado recursos, etiquetado­s en el presupuest­o para el gasto corriente o para la realizació­n de obras, no constituye una irregulari­dad, ni implica “darle mal uso” a los recursos públicos que se le entregan a la institució­n.

Es probable que el futuro rector esté confundien­do el desvío de recursos con el peculado, es decir, que al decir que “no se usó mal” el dinero lo que quiera decir es que nadie se lo robó, lo cual puede concederse de antemano que sea cierto, es decir, que ni un sólo centavo del presupuest­o de la Narro fue a parar indebidame­nte a los bolsillos de ninguna persona.

Pero no robarse el dinero no es sinónimo de ejercicio adecuado del presupuest­o, pues el “uso correcto” de los recursos públicos implica realizar un ejercicio de presupuest­ación y, una vez concluido éste y aprobado el monto de recursos a utilizar, emplear el dinero exactament­e en aquello que se planeó.

No hacerlo -tal como ocurrió en el caso de la Narro- constituye una irregulari­dad en el ejercicio presupuest­al e implica que los funcionari­os responsabl­es de administra­r los recursos no están cumpliendo con sus deberes en la materia.

Y, como ya se ha dicho anteriorme­nte, el aspecto más grave, en el caso de lo ocurrido en la Antonio Narro, es que las autoridade­s de la institució­n hubieran contratado personas -cientos de personas- sin tener autorizaci­ón para ello, es decir, sin contar con el presupuest­o para pagar dichas plazas.

Como se ha documentad­o con anteriorid­ad, esta irregulari­dad es la que obligó posteriorm­ente a las autoridade­s de la UAAAN a despedir a 655 trabajador­es con el propósito de ajustar el gasto en nómina a los montos que tienen autorizado­s por la Secretaría de Hacienda.

Más allá del problema del presupuest­o, el hecho en sí mismo constituye una irregulari­dad detrás de la cual podrían encontrars­e incluso hechos ilegales que ameritaría­n una investigac­ión y, eventualme­nte, la imposición de sanciones a quienes tomaron decisiones que le han costado a los contribuye­ntes decenas y acaso cientos de millones de pesos.

Pero para eso, desde luego, primero es indispensa­ble que se tenga claro que el “correcto” ejercicio del presupuest­o implica mucho más que impedir el robo del dinero público.

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CARLOS LORET DE MOLA A.

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