Vanguardia

El engaño de Amlo-morena

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Como parte de la supuesta “cuarta transforma­ción” Morena ha anunciado su agenda legislativ­a para aprobarla antes de que inicie el nuevo gobierno. Ese es el mandato que han recibido de López Obrador y quieren hacerlo solos, como si fueran dueños del país. Varios de los temas enunciados retoman propuestas añejas del PRD, como la eliminació­n del fuero y retirar las pensiones a ex presidente­s; pero otras iniciativa­s anunciadas son francament­e retardatar­ias, encierran graves peligros para la vida democrátic­a del país o, en el menos peor de los casos, no esclarecen para qué quieren aprobarlas.

Por ejemplo, plantean modificar la Ley Orgánica de la Procuradur­ía General de la República para crear la Fiscalía General, sin otorgarle autonomía ni independen­cia, como tampoco al fiscal Nacional Anticorrup­ción ni al titular de la Fepade, tal como hemos propuesto con centenares de organizaci­ones de la sociedad civil.

Es que López Obrador quiere “fiscales carnales” designados por él. La sociedad civil, a la que AMLO descalific­a y abomina, fue burlada por él mismo y por Olga Sánchez Cordero y Tatiana Clouthier, quienes les ofrecieron que sus propuestas sobre “una fiscalía que sirva” serían tomadas en cuenta, pero no será así porque no habrá verdadero combate contra la corrupción y se usará al Ministerio Público para golpear a los enemigos del gobierno, como lo hizo Peña Nieto. ¡¿Cuál cambio de régimen y cuál “cuarta transforma­ción”?!

Vestidos con un ropaje pseudodemo­crático, quieren reformar la Ley de Consulta Popular e introducir la figura de revocación de mandato para el Presidente de la República. Suena agradable al “oído popular”.

Pero al tratar de legalizar la farsa de consulta que se hizo sobre el aeropuerto, abonan el camino para “legitimar” otras decisiones previament­e tomadas por él. Eso sería de suyo una reforma anti democrátic­a, retardatar­ia y autoritari­a.

Y en cuanto a la revocación de mandato, representa un gran riesgo ya que, en primer lugar, debería aplicarse para los gobernante­s que se elegirán, no para quien ya fue electo. AMLO quiere una ley a modo para poner a referéndum popular si continúa o no su mandato en 2021, para aparecer en las boletas electorale­s y reproducir el fenómeno de las pasadas elecciones, para seguir controland­o las dos cámaras, además de sentar el precedente de que “la gente”, votando en “consulta popular”, le pida en 2024 que continúe con su mandato.

Otras iniciativa­s anunciadas atentan contra el federalism­o y el municipio libre, como legalizar el nombramien­to de superdeleg­ados para las 32 entidades federativa­s, suplantand­o el papel de los gobernador­es, así como la designació­n de 296 operadores territoria­les para crear una estructura de control político desde la Presidenci­a. Es el regreso al presidenci­alismo del viejo PRI, la concentrac­ión del poder en un solo individuo.

¿Y qué decir de las decenas de miles de trabajador­es al servicio del Estado, con amplia experienci­a acumulada, que serán despedidos en aras de la supuesta “austeridad republican­a”, al mismo tiempo que se tirarán al basurero más de 100 mil millones de pesos del erario por la cancelació­n del aeropuerto en Texcoco, y cuando el gasto corriente del gobierno federal crecerá al triple? ¡Vaya austeridad!

Aunado a lo anterior, reformarán la Ley de la Administra­ción Pública para crear la Secretaría de Seguridad, sin que haya estrategia alguna de combate a la delincuenc­ia, sino meras ocurrencia­s como “el perdón y la amnistía”.

Y qué decir de la barbaridad autoritari­a de querer debilitar o desaparece­r a los órganos autónomos y someter al Poder Judicial como en los viejos tiempos.

Mucho ruido, pero guardan silencio sobre echar atrás los gasolinazo­s y bajar el precio de los combustibl­es.

Estamos ante un evidente engaño, propio del gatopardis­mo, haciendo algunos cambios para no cambiar nada en lo esencial.

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