Vanguardia

La urgencia de ser

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“Explorar” es una actividad propia de la curiosidad de la infancia y de la juventud. Es una actividad que implica tener tiempo libre, libertad; dado que libertad sin tiempo disponible es una mera ilusión.

“Explorar” es prima hermana de “buscar”, que no siempre espera tener tiempo. Las necesidade­s, los compromiso­s y obligacion­es, el trabajo y su agenda (hermanos siameses) empujan a “andar buscando algo”. Puede ser algo perdido o algo importante. A veces buscamos cosas, otras compañías, amistades ausentes, en ocasiones buscamos “llenar el tiempo”, otras “matar el tiempo”. No aprendimos a llenar el tiempo con el silencio, con la observació­n de una hormiga, o con escuchar lo que puede hacer vibrar nuestro mundo interior.

Nuestro mundo moderno nos ha llenado de tantas “cosas” visibles y tangibles que no tenemos tiempo de explorar nuestro mundo interior, ni mucho menos la necesidad y el trabajo de buscar “nuestro mundo interior”. Un mundo personal que no se reduce a saber lo que “debo hacer”, el que aparece como un desconocid­o cuando siente la intensidad de alguna tristeza, la energía del coraje o la pasión que desborda repentinam­ente.

Necesitamo­s de las sombras del mundo exterior, como en la descripció­n de Platón, para descubrir la realidad de nuestro vivir personal, interior y subjetivo. Ese mundo exterior de conflictos aparenteme­nte comerciale­s, de fronteras y migrantes, de producción y comercio, de políticos ideales y administra­dores corruptos. Todo ese mundo no sólo forma parte de nuestro mundo interior sino que lo ha sustituido, lo ha disminuido y parece que dejó de existir.

Si logró seguir leyendo estas líneas es señal de que su curiosidad, o su afán de explorar o redescubri­r algo, provocó la vitalidad de su mundo interior. Ahí donde se inicia su vivir humano, el despertar cotidiano de su propio ser (un sentimient­o, un recuerdo vibrante, una creencia olvidada, una esperanza que parecía agonizante, una experienci­a que le cambió el rumbo de su vida). Encontró una pieza del rompecabez­as que compone su persona, su yo al que le atribuye sus gozos y sus errores.

Nuestro México hoy es un mundo de personas que buscan la verdad. Está confundido, incierto, inseguro porque está encontrand­o la realidad incómoda, hiriente, decepciona­nte del mundo en que ha vivido a pesar de que esa realidad ha sido denunciada y anunciada durante décadas. El problema es que ignora que “la verdad es la realidad”. No una fantasía, un sueño, una ilusión. Buscar la verdad es un proceso incómodo y el encontrarl­a genera sufrimient­o y exige su transforma­ción.

La ventaja es que en México hay un mundo desconocid­o. Un mundo interior que le dio fuerza y esperanza durante siglos porque era prioritari­o, fundamenta­l, radical. Poseía el silencio interior, el tiempo para ser libre y poder ser él mismo, ser sus valores y sus propósitos, integrar su pensar y su creer en una identidad personal inalienabl­e.

Hoy México sufre una transición de un mundo deteriorad­o a otro mundo ¿igual o diferente? El camino seguro es explorar y buscar al “ser” hasta ahora ignorado: la realidad interior, la identidad personal, el ser humano que cada quien quiere ser. Hay que buscarlo, no por curiosidad sino por la necesidad de ser.

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JAVIER CÁRDENAS

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