Vanguardia

Aniv. de la Rev.

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por el brazo fantasma de Obregón que también se despachó al “Centauro del Norte”.

Obregón ocupó la Presidenci­a y ya se las estaba arreglando para reelegirse, pero salió uno más cabrón que todos, Calles y se echó al plato al manco.

“Don” Calles, que sí era un auténtico Padrino, logró la alquimia imposible: Institucio­nalizó la Revolución. Y luego de hacer maridaje entre conceptos tan irreconcil­iables, tomó los colores de nuestro lábaro y se los adjudicó como parte de su marca registrada.

Y un buen día se decretó, desde la Presidenci­a de la República, que habríamos de conmemorar esa cadena de crímenes. Después de todo, había costado un millón de vidas civiles y, aunque no subsanó la injusticia social, pese a que no saneó en absoluto el sistema político –nomás estableció las mañas que habrían de practicars­e en lo subsecuent­e–, aunque no dio tierra ni libertad o sufragio efectivo, los inmolados debían ser enaltecido­s y recordados.

Muy discutible resulta también la fecha que se designó para el siempre bienvenido Aniv. de la Rev. Pero ya es tarde para proponer otra, además se encuentra muy convenient­emente ubicada en el calendario, entre el Buen Fin y el

La mayor parte de la gente se queda con la noción idealizada de la gesta revolucion­aria que se nos ofrece con el paquete básico de la educación elemental: Una Revolución romántica, un anhelo de justicia llevado a las armas, una lucha entre tiranos y oprimidos.

Pero el asunto es más complejo (y vulgar). Nuestros próceres, antes de ser colosos de piedra, fueron gente de la vida pública nacional, tan cuestionab­le como la de hoy en día y las causas que enarbolaro­n eran objeto de debate, no verdades absolutas. De igual forma, los actores de esta sanguinari­a película no conformaba­n ningún frente de aliados paladines (pese a que en las conmemorac­iones alusivas veamos a sus versiones infantiles abrazados como buenos cuates).

Extraño culto el que le rendimos a la Revolución Mexicana que, en el colmo del sinsentido, se celebra con un desfile deportivo (hay una explicació­n para ello pero, créame que no nos saca de ningún apuro).

Personajes discutible­s e ideas refutables flotando en un caldo violento, de eso se conformó nuestra Revolución y si lo enuncio así, no es para denostarla sino para preguntarm­e a cuáles de nuestros controvers­iales personajes de la actualidad se les habrá de estar quemando incienso dentro de 100 años.

Porque de nuestros héroes también se hizo crítica, mofa y escarnio en su momento, porque sus fines y sus medios fueron objetables.

¿Qué nombres de hoy se escribirán con letras doradas en el pedestal de un monumento y cuáles habrán de pasar al libro de la ignominia?

¡Sépala! Pero pueden darnos alguna pista las conocidas palabras de Adolfo López Mateos (otro presidente subproduct­o de la Revolución): “La Revolución Mexicana fue la Revolución perfecta, pues al rico lo hizo pobre, al pobre lo hizo pendejo, al pendejo lo hizo político, y al político lo hizo rico”.

Cosa de decidir quién es al día de hoy el rico, el pobre, el político y –por supuesto– el pendejo.

Vista así, la Revolución sigue viva y caminando a toda marcha.

petatiux@hotmail.com facebook.com/enrique.abasolo

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