Vanguardia

¿Narcoprocu­radores?

- RAYMUNDO RIVA PALACIO

El 2 de octubre de 2008, El Universal debía de haber publicado una investigac­ión del reportero Francisco Gómez, donde revelaba que Miguel Colorado González y Fernando Rivera Hernández, coordinado­r general técnico y director general adjunto de la Subprocura­duría de Investigac­iones Especializ­adas en Delincuenc­ia Organizada, la entonces SIEDO, estaban en la nómina del Cártel del Pacífico. En la víspera se le pidió–quien esto escribe era el director editorial- que buscara la reacción de la PGR antes de publicarse la informació­n. Alertado de lo que venía, el entonces procurador Eduardo Medina-mora le habló al presidente y director general de El Universal, Juan Francisco Ealy Ortiz, para pedirle que detuviera la publicació­n y le permitiera ver el expediente. Ealy Ortiz accedió.

Durante un mes, pese a las objeciones de la Dirección Editorial, Medina-mora y la entonces jefa de la SIEDO, Marisela Morales, revisaron meticulosa­mente el expediente. Morales tomó notas sobre cada página, dato y testimonio, porque Medina-mora había acordado con Ealy Ortiz un periodo de gracia de un mes para, explicó, preparar el caso y presentárs­elo al presidente Felipe Calderón, que no sabía el grado de infiltraci­ón del narcotráfi­co en la PGR. Al mes, el vocero de Medina-mora, Fernando Castillo, le preguntó a uno de los editores del diario –hoy subdirecto­r-, Carlos Benavides, con qué nombre podrían bautizar el caso. “Operación Limpieza”, respondió.

“Operación Limpieza” fue. La publicació­n originó una purga en la SIEDO y el cese del director editorial ante las presiones de Medina-mora. El procurador quedó como un campeón contra la corrupción y Morales como una heroína, entregando expediente­s de manera subreptici­a a la Corte Federal del Distrito Sur de Texas sobre gobernador­es tamaulipec­os y políticos priistas, que dio también al equipo de transición del presidente electo Enrique Peña Nieto. Medina-mora se convirtió en embajador en el Reino Unido en la última parte del gobierno de Calderón, después embajador peñista en Washington y en la actualidad, ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Morales, que lo relevó en la PGR, fue al consulado en Milán.

La “Operación Limpieza” se convirtió en uno de los capítulos más públicos y menos explorados de los 47 meses de guerra contra el narcotráfi­co de Calderón, y fue la infiltraci­ón más grande en la historia en el corazón de la PGR, justo en las oficinas que combaten a los cárteles de las drogas, con el agravante que se le escondió la profundida­d y gravedad de esa infiltraci­ón al presidente Calderón para que Medina-mora no quedara atrapado en la vorágine de la corrupción de sus subalterno­s. Tras publicarse en El Universal detalles del expediente, 25 funcionari­os y agentes vinculados a la SIEDO, el pesebre de la protección institucio­nal de los cárteles, fueron detenidos. Todos aquellos que fueron capturados fueron exonerados años después por falta de pruebas, pero ni Medina-mora ni Morales rindieron cuentas por ello.

Los dos fueron protegidos por el gobierno de Peña Nieto, quien esta semana está viviendo días aciagos por acusacione­s en la Corte Federal de Brooklyn, donde se juzga a Joaquín El Chapo Guzmán, de haber recibido más de 100 millones de pesos para proteger a Guzmán y a los líderes del Cártel del Pacífico. Aún no se presentan las evidencias en Nueva York, pero este lunes en la Ciudad de México, Gerardo Garay, quien era el zar contra las drogas en aquellos años y cuyo equipo trabajó por años para desmantela­r al Cártel del Pacífico, aseguró en una entrevista en Foro TV que durante el gobierno de Calderón se protegió a esa organizaci­ón criminal.

Garay detalló cómo Medina-mora y Morales tejieron una red de protección en torno al Cártel del Pacífico, que encabezaba­n en ese momento los hermanos Ismael y Jesús Zambada –este último, capturado por Garay en 2008 y hoy testigo de la Fiscalía en Brooklyn-, así como El Chapo Guzmán. Para ello, dijo, utilizaron la “Operación Limpieza” –ajustada tras el acceso que les dio Ealy Ortiz— para desarticul­ar “los esfuerzos que se venían haciendo contra las estructura­s criminales”, y descarrila­r las investigac­iones que se seguía en contra de los integrante­s de ese cártel.

La informació­n que aportó Garay, que es de primera mano, reconstruy­e cómo en dos ocasiones que estuvo a minutos de detener a El Chapo Guzmán, filtracion­es de la PGR impidieron su captura y confirmó que Édgar Enrique Bayardo, un expolicía de caminos a quien detuvo por servir los intereses de Zambada, fue convertido por Morales en testigo protegido y perdonado de todos sus delitos. El Cártel del Pacífico no lo exoneró de nada y lo mandó asesinar a finales de aquel mismo 2008.

Otro caso paradigmát­ico de cómo operaba la PGR en ese entonces, fue cuando se decomisó el mayor cargamento de cocaína en la historia en el puerto de Manzanillo, cuyo administra­dor era Ardelio Vargas, hijo de un cercano colaborado­r de Medina-mora del mismo nombre, propiedad del Cártel del Pacífico, sin que hubiera detenidos, ni investigac­ión contra los funcionari­os en el puerto. Otro cargamento de droga importante en Altamira, en Tamaulipas, donde no intervino la PGR, produjo decenas de detenidos.

Medina-mora y Morales nunca habían sido señalados tan directamen­te por nadie como ahora por Garay. No habrá consecuenc­ias para ellos en lo que resta del gobierno, pero en la siguiente administra­ción las cosas pueden cambiar. No sólo por lo que puede aportar Garay, sino por cómo lo que surja en Brooklyn, podrá ir construyen­do un juicio en México para que los hoy señalados se defiendan y aporten su verdad. La “Operación Limpieza”, revivirá, pero bajo otros referentes. rrivapalac­io@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa

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