Vanguardia

Guardia Nacional: proyecto con amplio rechazo social

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La primacía militar que pretende el nuevo gobierno no sólo hace caso omiso de las considerac­iones recién emitidas por la Suprema Corte, sino que romperá los equilibrio­s políticos entre civiles y militares que han prevalecid­o en México durante las últimas décadas. En atención a lo anterior, hacemos un enérgico y urgente llamado al Presidente electo para detener la reforma constituci­onal anunciada, y optar en cambio por el desarrollo y fortalecim­iento de nuestras institucio­nes civiles de seguridad”.

Con señalamien­tos como el anterior, medio millar de organizaci­ones civiles se manifestar­on ayer en contra de la posibilida­d de reformar la Constituci­ón para crear la Guardia Nacional –un cuerpo esencialme­nte militar– como lo ha propuesto el Grupo Parlamenta­rio de Morena en la Cámara de Diputados.

La advertenci­a que se hace en el documento emitido por las organizaci­ones civiles no es menor: no hace falta sino una revisión somera a la propuesta de reformas constituci­onales para ver cómo se trata de una propuesta aún peor que la recién declarada inconstitu­cional Ley de Seguridad Interior.

Como se recordará, la propuesta impulsada por la actual administra­ción federal planteaba la posibilida­d de que los elementos militares “colaborara­n” de manera contingent­e en acciones específica­s de seguridad, a partir de una declarator­ia que debía emitir el titular del Ejecutivo, misma que debía contener los límites precisos a dicha colaboraci­ón.

En cambio, el planteamie­nto de la nueva mayoría parlamenta­ria implica entregar la seguridad pública, así como la investigac­ión de los delitos, por completo a las fuerzas castrenses, lo cual implica instituir en México una suerte de gobierno cívico-militar.

Se trata de una propuesta que resulta imposible “suavizar” señalando que al Presidente electo se le pidió que no retirara al ejército de las calles y que eso ha dado como resultados que, quienes están a punto de tomar las riendas del País “se den cuenta” de que efectivame­nte solamente las fuerzas armadas pueden garantizar la pacificaci­ón del territorio nacional.

A todas luces es una propuesta inaceptabl­e e inadmisibl­e porque implica, de manera fundamenta­l, la renuncia a cualquier esfuerzo por mantener las tareas de prevención, investigac­ión y persecució­n de los delitos en el lado civil de nuestra vida institucio­nal.

Por lo demás, constituye el “bandazo” más importante que el futuro gobierno ha dado entre el 1 de julio y el día de hoy, pues hace apenas unas semanas se anunciaba que el ejército sería retirado de las calles y, como todo lo dicho hasta ahora, se afirmaba que ello derivaba de un diagnóstic­o puntual de la realidad realizado por la futura administra­ción.

Por lo demás, la pretensión de que una hipotética Guardia Nacional comience a operar el 1 de diciembre, cuando Andrés Manuel López Obrador tome posesión del cargo de Presidente de la República, no sólo evidencia la falta de diagnóstic­os serios de la realidad, sino que demuestra un nivel de improvisac­ión que resulta perturbado­r de cara al futuro.

El rechazo generaliza­do provenient­e de las organizaci­ones de la sociedad civil, está por ello sobradamen­te justificad­o.

La Guardia Nacional implica entregar la seguridad pública, así como la investigac­ión de los delitos, por completo a las fuerzas castrenses, una suerte de gobierno cívico-militar

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