Vanguardia

Posadas, alcohol y adolescent­es

- JESÚS AMAYA

Ya pasamos el Buen Fin con una gran cantidad de compras y gastos y se acerca ahora Navidad y con ella sus posadas. En mi niñez y adolescenc­ia recuerdo que la escuela y el barrio organizaba­n posadas donde lo típico era hacer una piñata de estrellas de barro, cartón o carrizo, llenarla de frutas y golosinas. Cantábamos pedir posada y había tamales y ponche para los adultos. Había un sentido religioso, convivenci­a familiar y diversión. Ahora pareciera que tener una posada es la mejor excusa para consumir alcohol entre los adolescent­es.

Recibí el siguiente correo electrónic­o de una mamá muy preocupada: “Tengo un hijo de 17 años en prepa y me está pidiendo 2 mil pesos por pareja para tener su posada en un salón, con shots, cena, barra libre, sudadera y termo. El otro chico de 15 años me está pidiendo 300 pesos sin pisto y 680 con pisto. Parece ya mini boda y con excusa para tomar alcohol en diciembre. Y no solamente es 1a posada sino van a tener 4.”

Observo con tristeza mayor alejamient­o de la familia y de los hijos y lo peor es que los padres son los primeros en permitirlo.

Hace unas semanas recibí el correo de otra mamá en desacuerdo de cómo estaban organizand­o la graduación de una preparator­ia sin incluir a los papás: “Maestro, es increíble lo que pasa la preparator­ia de mi hija. Fuimos a una reunión sobre la organizaci­ón de la graduación y nos notificaro­n que el costo será de 3 mil pesos por pareja y si los papás queríamos ir sería pago extra.” ¿Por qué son excluidos? La respuesta es muy simple: La caracterís­tica de la generación milenio es ausencia de autoridad.

Hoy los chicos crecen en un total abandono de adultos, incluyendo padres y maestros. La sociedad está dando un total poder y autonomía a los hijos aún los menores de edad.

El próximo año publicaré el libro titulado “La vida secreta de nuestros hijos”, donde presentaré decenas de ejemplos reales de lo que ocurre en reuniones, fiestas, posadas, viajes y graduacion­es de nuestros hijos.

La mayoría de los padres entrevista­dos tienen una idea muy alejada de lo que realmente ocurre entre ellos cuando están solos. ¿Por qué los padres permiten a menores de edad reunirse sin la supervisió­n de adultos? ¿No hace ser mejores padres? Ser adolescent­e significa ser menor de edad y por consecuenc­ia todavía están bajo la patria potestad de sus padres. Mientras no finalice la patria potestad, el adolescent­e está bajo la custodia, responsabi­lidad y supervisió­n de sus padres.

Invito a los padres, maestros y autoridade­s que pongamos mayor atención y seguimient­o a nuestros hijos. Muchas veces no entiendo la actitud de algunos padres que se ponen fieras y defienden a sus hijos cuando el maestro le retira su celular por un mal uso en el salón de clases y reclamen cuando le llamaron la atención enfrente de todo su salón por su mal comportami­ento y no somos capaces de supervisar­los donde realmente es peligroso para ellos.

Sé que no es fácil ser padres y menos en este nuevo milenio. Eduquemos con un poquito de todo: presencia, diálogo, disciplina, amor, protección e independen­cia. Sepamos cuándo es el mejor momento de proteger o soltar. No protegerlo­s cuando el chico necesita esa experienci­a para madurar y ser mejor y no soltarlos cuando la experienci­a que quieren vivir los puede lastimar o destruir.

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