COMEMOS EL PAN CON EL SUDOR DE NUESTROS ROSTROS
En el interesante coloquio sostenido por los escuderos Sancho Panza, que lo es de don Quijote, y el que hace las veces de tal para el Caballero del Bosque, a quien Cervantes no menciona por su nombre, tocan entre otros temas el relativo a la dureza de su propio oficio de escuderos. Dice el del Bosque a Sancho:
“–Trabajosa vida es la que pasamos y vivimos, señor mío, estos que somos escuderos de caballeros andantes: en verdad que COMEMOS EL PAN CON EL SUDOR DE NUESTROS ROSTROS, que es una de las maldiciones que echó Dios a nuestros primeros padres”.
En el Génesis, primer libro de la Biblia, se lee en efecto que después de la caída de Adán y Eva, Dios se dirigió al hombre y le dijo que por haber escuchado a la mujer y comido del fruto del árbol que tenía prohibido, en lo sucesivo “con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella has sido formado” (Gn 3, 19).
Cervantes en El Quijote hace referencia al sudor del rostro y no al sudor de la frente, que es la expresión con la estamos familiarizados en nuestro País. ¿Por qué empleó el autor de El Quijote la palabra “rostro” en lugar de “frente”?
En consulta hecha a seis traducciones de la Biblia al castellano, las seis católicas, en cuatro de ellas (las de Nácar-colunga, Petisco-torres Amat, la del padre Magaña y la de Jerusalén) se emplea la palabra “rostro”, que fue la utilizada por Cervantes en el pasaje citado.