Vanguardia

Pluralismo

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Don Chinguetas le hizo una proposició­n salaz a su linda vecina. Respondió ella con sequedad: “Lo siento mucho. No salgo con hombres casados”. “No hay problema –opuso don Chinguetas–. Para lo que yo quiero no necesitare­mos salir”… Lorilita, niña de siete años, le pidió a su mamá sus píldoras anticoncep­tivas. “¡Qué barbaridad! –exclamó asustada la señora–. ¿Por qué me pides eso?”. Explicó la pequeña: “Es que ya no quiero que Santa Claus me traiga más muñecas”... Don Languidio, señor de edad madura, regresó a su casa a media mañana porque había olvidado unos papeles de la oficina, y encontró a su señora en situación más que comprometi­da con un tipo. Y eso no fue todo: el mitrado señor se asombró al ver que el hombre era un astroso pordiosero. Le preguntó a su mujer: “¿Qué significa esto?”. Respondió ella: “Te ruego que entiendas mi razón, Languidio. Este pobre señor llamó a la puerta y me pidió algo que ya no usara mi marido”… Al hacer política los mexicanos hemos profesado siempre la filosofía del todo o nada. Desde las primeras etapas de nuestra vida pública los diversos partidos que se han disputado el poder no han sido nunca capaces de coexistir o de alternarse en el ejercicio del poder. Por el contrario, muchos de sus esfuerzos no han sido tanto encaminado­s a gobernar, sino a destruir al partido opositor de tal manera que jamás pueda volver a amenazar su predominio. La historia política de México ha sido siempre de vencedores y vencidos. Es tiempo ya de buscar otra fórmula, de acceder a otro sistema, el de la convivenci­a de partidos con verdadera representa­ción de la derecha, la izquierda y el centro, que se distribuya­n el poder, ya sea predominan­do uno u otro en las diversas regiones del País o turnándose, según lo determine la voluntad de los electores, en el ejercicio del gobierno, a la manera como sucede en Estados Unidos con republican­os o demócratas, y en la mayor parte de los países europeos –salvo los socialista­s de partido único– donde las distintas facciones mantienen permanente­mente el debate ideológico, político y de ejercicio del poder. El aplastante triunfo que Morena obtuvo en la elección de julio, aunque plenamente democrátic­o, presenta de nuevo la amenaza de un partido que se perpetúe en el poder como hizo el PRI. No podemos volver a la época del partido único, del partido aplanadora. En el contexto actual el pluralismo debe ser el nuevo nombre de la democracia… La hija de doña Cacariola le informó: “El casero viene a cobrar la renta”. “Lúgubre noticia – contestó la señora–. Dile que ya voy y ofrécele una silla”. Regresó la muchacha: “Dice que tomando en cuenta los meses que le debes no es suficiente una silla. Que en todo caso le ofrezcas una cama”... El astrólogo le preguntó a la joven que deseaba conocer el desino de su bebé: “¿Bajo qué signo concibió usted a su hijo, señora?”. Respondió ella: “Bajo uno que decía: ‘No pise el césped’”… El elegante caballero descendió de su automóvil frente a la puerta del exclusivo hotel. Dirigiéndo­se a un hombre que estaba ahí le dijo: “Hazme favor de bajar mis maletas”. “¡Oiga usted! –se atufó el otro–. ¡Soy diputado!”. “No importa –respondió el otro–. Confiaré en ti”... La famosa bailarina de burlesque necesitaba una vacuna para poder salir de su país. Le pidió al doctor Ken Hosanna: “Póngame la vacuna donde la marca no se vaya a ver cuando esté actuando”. Replicó el facultativ­o: “Ya la he visto actuar, y voy a darle la vacuna oral”… Don Poseidón amonestó a su hijo: “Jamás le hice el amor a tu madre antes de casarnos. ¿Podrás decirle tú eso a tus hijos?”. “Sí, papá –respondió el muchacho–. Pero me temo que a mí sí me va a ganar la risa”… FIN.

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