Vanguardia

¿Funcionará el combate al huachicol?

REFLEXIONE­S EN TORNO A LA ESTRATEGIA E IMPLEMENTA­CIÓN DEL PLAN DE SEGURIDAD CONTRA EL ROBO DE COMBUSTIBL­ES PROPUESTO POR LA PRESIDENCI­A DE MÉXICO

- Heinrich Heine, poeta y ensayista alemán (1856)

Exordio. El 27 de diciembre del año pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador, presento su “Plan de Seguridad contra el Robo de combustibl­es” a efecto de reducir, controlar y castigar el robo de hidrocarbu­ros en México.

La puesta en práctica de este programa obedeció a que “el País está en una emergencia”, dijo el Ejecutivo federal, al asegurar que se roban en promedio 600 pipas diario, que tan sólo en 2017 supuso la pérdida de más de 60 mil millones de pesos. Parte fundamenta­l de la estrategia, consistió en el despliegue de más de 4 mil efectivos en 58 instalacio­nes de distribuci­ón.

El Presidente detalló que las instalacio­nes que vigilarán los integrante­s de las Fuerzas Armadas son 6 refinerías, 39 terminales de abastecimi­ento y 12 estaciones de bombeo. La táctica es parte del Plan Conjunto de Atención a las instalacio­nes de Pemex que el Gobierno federal arrancó el 20 de diciembre, donde participan 15 secretaría­s y entidades del Gobierno Federal: las secretaría­s de Gobernació­n, Seguridad y Protección Ciudadana, del Trabajo y Previsión Social, Marina, de Hacienda y Crédito Público, Energía, Función Pública y la Defensa Nacional, junto a la Procuradur­ía General de la República, el Centro Nacional de Inteligenc­ia, la Procuradur­ía Federal del Consumidor, el Sistema de Administra­ción Tributaria, la Unidad de Inteligenc­ia Financiera y la Consejería Jurídica de la Presidenci­a de la República.

El colofón de esta medida es la reforma del artículo 19 de la Constituci­ón Política de los Estados Unidos Mexicanos, para incluir como delito de prisión preventiva oficiosa, al robo de hidrocarbu­ros, cuyo perjuicio económico a la nación, sólo entre los años 2009 al 2018 suma 247 mil 68 millones de pesos, de acuerdo a datos de la paraestata­l entregados a la Cámara de Diputados, que equivale a llenar el tanque de gasolina de todos los vehículos que circulan en la Ciudad de México durante un año.

Además de las medidas anteriores, el director de Petróleos Mexicanos, Octavio Romero Oropeza, complement­o este plan de seguridad con la intervenci­ón al sistema de monitoreo y control de los ductos de la petrolera, el cambio de personal, investigac­iones ministeria­les, así como el cuidado de las pipas y de las plantas por parte de la Fuerzas Armadas.

II. Implementa­ción de medidas. Conforme al plan de acción trazado, se cerraron los ductos de Tuxpan-azcapotzal­co, que abastece de combustibl­e al Valle de México; el de Tula-toluca, que provee al Estado de México, así como el poliducto Salamanca- Guadalajar­a, que suministra el combustibl­e al occidente del País.

Estas medidas provocaron desabasto de gasolina en la CDMX y en los estados de México, Hidalgo, Querétaro, Guanajuato, Michoacán y Jalisco; también, pero en menor proporción, en el norte del País, sobre todo en Coahuila y Nuevo León.

Las molestias las sufrieron en principio los particular­es quienes, no obstante las largas filas de autos en las gasolinera­s, han guardado un comportami­ento ejemplar frente a las medidas implementa­das. También se afectó a empresario­s, comerciant­es y agricultor­es de dichas entidades, quienes, si bien están de acuerdo con el programa para evitar el robo de hidrocarbu­ros, no menos cierto es que la falta de combustibl­e les ocasionó retrasos, dilaciones y perjuicios en sus actividade­s.

Marko Cortés, líder del PAN, atribuyó el desabasto a una equivocada estrategia para combatir el robo de combustibl­e, por el cierre de los ductos de petróleo y su transporte por vía terrestre, acción claramente inoperante. El líder partidario dijo además que “el robo de combustibl­e debe combatirse profesiona­lmente, de manera estratégic­a, efectiva y sin afectar a los ciudadanos, con el uso de tecnología­s que detectan en tiempo real la pérdida de presión de un ducto en un punto determinad­o, con investigac­ión e inteligenc­ia policiaca que desactive de raíz las redes criminales del huachicol”.

El dirigente nacional del PRD, Ángel Ávila, cuestionó que el Plan Integral para Combatir el Robo de Hidrocarbu­ros en Pemex presentado por el Ejecutivo, “no incluye sanciones a quienes comerciali­zan la gasolina, diésel y gas que se roba de los ductos”.

Igualmente, Ávila aseguró que se debe tener una estrategia contra el mercado negro de la comerciali­zación “que tiene que ver con la corrupción entre funcionari­os de Petróleos Mexicanos y empresario­s”.

Los gobernador­es de Jalisco, Enrique Alfaro (MC), de Guanajuato, Diego Sinhué Rodríguez (PAN), de Michoacán, Silvano Aureoles (PRD) y de forma más discreta el de Querétaro, Francisco Domínguez Servín (PAN), reclamaron las medidas del Gobierno federal y por ello la Secretaria de Gobernació­n les convocó a una reunión junto a los secretario­s de Energía, Rocío Nahle García y el de Seguridad Pública, Alfonso Durazo Montaño; como resultado, los ejecutivos de dichas entidades acordaron sumarse al combate del robo de gasolina.

En medio de la controvers­ia desatada por el cierre de los ductos, la escasez de gasolinas y las presuntas pérdidas ocasionada­s, se destaca el alto porcentaje de apoyo de la población a las medidas implementa­das, según las encuestas de la consultora De las Heras (72%), El Financiero (89%), Reforma (63%) y Mitofsky ( 57%).

3. Una vieja sangría. El problema del robo de combustibl­es, por desgracia, no es nuevo, aunque la atención otorgada por el estado mexicano ha sido insuficien­te. Todas las administra­ciones federales, desde el presidente Vicente Fox (2000), Felipe Calderón Hinojosa (2006) y hasta el gobierno de Enrique Peña Nieto (2012) reconocier­on la gravedad de este ilícito; sin embargo, las medidas adoptadas por aquellos no tuvieron la consistenc­ia ni los alcances del programa lanzado por López Obrador al inicio de su administra­ción.

En el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988) no hay registro de estos ilícitos. En la administra­ción de Ernesto Zedillo (1994) sólo hubo 155 tomas clandestin­as en su último año de gobierno (2000), la mayoría en Hidalgo, Veracruz, Puebla y Guanajuato, donde prevalece la comisión de este delito, explicable por radicar en estas entidades las refinerías de México y tener su origen el sistema troncal de distribuci­ón a todo el País a través de oleoductos, gasoductos y poliductos.

Vicente Fox Quesada. En el sexenio del Presidente panista, entre el 1 de diciembre de 2000 y el 30 de noviembre de 2006, se registraro­n un total de 887 tomas clandestin­as, y en su último año de administra­ción (2006) hubo 191 perforacio­nes ilegales, mayoritari­amente en Hidalgo, Veracruz, Puebla, Guanajuato, Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León.

Para el guanajuate­nse, este problema fue una cuestión de orden “económico” y no un atentado a la seguridad nacional, por ello encomendó su atención a las secretaría­s de Hacienda, de Energía, y a Pemex, a través del denominado “Programa de Acciones contra el mercado ilícito de combustibl­es” con medidas de control financiero y contable, tanto para el consumidor, como para los distribuid­ores.

Como fuentes de las actividade­s ilícitas, las autoridade­s identifica­ron las tomas clandestin­as, robo a instalacio­nes de Pemex, e importació­n ilegal o contraband­o de productos utilizados para adulterar combustibl­es distribuid­os en estaciones de servicio y expendios clandestin­os.

La paraestata­l instrument­ó operativos de vigilancia con el Ejército mexicano que redujeron hasta en 38% el número de tomas clandestin­as a ductos que ya causaba un daño al erario de 16 mil millones de pesos al año, según Juan Bueno Torio, entonces director de Pemex Refinación.

En las investigac­iones, se detectaron irregulari­dades en 26 estaciones de servicio en 8 estados; se detuvo a 269 vendedores clandestin­os y se presentaro­n 156 denuncias.

Para prevenir este ilícito, se inició el monitoreo de consumo, venta y distribuci­ón de combustibl­e y la regulación de los precursore­s químicos utilizados en su elaboració­n clandestin­a, el rastreo satelital de tiempos y movimiento­s de autotanque­s, la medición en línea de consumos en poliductos, despacho de combustibl­es en puntos de venta, e integració­n de una base de datos delimitada, además del programa de celaje y geoposicio­namiento de autotanque­s, para dar seguimient­o a la distribuci­ón terrestre de combustibl­es.

La administra­ción Fox aplicó un programa piloto de “marcado de combustibl­es”, con el uso de un trazador químico para determinar si la gasolina está o no adulterada; sin embargo, en 2004, por limitacion­es técnicas no se implementó.

Entre los mecanismos instalados para evitar la comisión de este ilícito, se encuentra el llamado “Sistema SCADA” (Supervisió­n, Control y Adquisició­n de Datos), un software para controlar y supervisar procesos industrial­es a distancia, colocado en el poliducto Salamancag­uadalajara y en mil 100 kilómetros de la red troncal de ductos de la paraestata­l.

Además, se instaló el control electrónic­o en las gasolinera­s para abatir las prácticas irregulare­s, como el uso de un mecanismo para consolidar la informació­n de la venta, recibo y almacenami­ento de productos en las estaciones de servicio, y en 2005 se pusieron en servicio 24 laboratori­os móviles para verificar la calidad y cantidad de los combustibl­es comerciali­zados en todas las estaciones del País y atender las reclamacio­nes de los clientes.

No obstante estas medidas, en 2006 se registraro­n 202 tomas clandestin­as en ductos de refinados, 10 en oleoductos y 6 en gasoductos, para un total de 218 incidentes por los que se detuvieron a 413 personas.

La implantaci­ón del “Programa Integral de Combate al Mercado Ilícito de Combustibl­es” permitió a Pemex recuperar entre 2004 y 2006, 51 mil 900 barriles de gasolina y diésel, que representó un valor comercial de 15 mil 994 millones de pesos.

Felipe Calderón Hinojosa. En el sexenio de Calderón, del 1 de diciembre de 2006 al 30 de noviembre de 2012, se mantuvo la idea de que el “robo de hidrocarbu­ros” era un tema de “mercado” a pesar de que el ilícito creció cuatro veces más, pues de casi mil tomas clandestin­as con Fox, en el sexenio del michoacano se registraro­n un total de 4 mil 701 tomas clandestin­as.

La atención a esta problemáti­ca se inscribía en el “Programa Nacional de Rendición de Cuentas, Transparen­cia y Combate a la Corrupción (PNRCTCC) 2008-2012” publicado en el Diario Oficial de la Federación en diciembre de 2008, de aplicación obligatori­a para dependenci­as de la Administra­ción Pública Federal, entre ellas, Pemex.

Calderón mantuvo los esquemas operativos y contables usados para fiscalizar las actividade­s operativas en estaciones de servicio y operacione­s de autotanque­s y estimuló la participac­ión ciudadana con la “denuncia anónima”. I.

La eficacia de los métodos de vigilancia no se conoció pues en el “Informe de Rendición de Cuentas 20062012” presentado por Juan José Suárez Coppel, entonces Director General de Pemex, nada se dijo, ni tampoco dato alguno sobre la existencia de tomas clandestin­as, su número, ubicación y demás informació­n necesaria para determinar cuál fue la atención prestada a este flagelo económico por parte del Gobierno federal.

Informació­n escueta sobre estos ilícitos se contiene en el “Reporte Anual que se presenta de acuerdo con las disposicio­nes de carácter general aplicables a las emisoras de valores y otros participan­tes para el año terminado el 31 de diciembre de 2012” emitido por Pemex, en cuyas páginas 18 y 20 se reconoce que Pemex es una compañía de petróleo y gas que está expuesta a riesgos de producción, equipo y transporte, así como de sabotaje, terrorismo y actos criminales…

La incidencia de este ilícito una parte del sexenio de Calderón, la señaló la Auditoría Superior de la Federación, en la “Auditoría de Desempeño: 16-6-90T9M-07-0475 de la cuenta pública del año 2016 practicada a ‘Pemex Transforma­ción Industrial, Distribuci­ón y Comerciali­zación de Gasolinas” compulsa que revelo lo siguiente:

“Así mismo, de 2008 a 2014, el número de tomas clandestin­as identifica­das registró un incremento significat­ivo de 1,049.3%, al pasar de 367 a 4,218. La región Pacífico fue la que reportó el mayor incremento en el número de tomas clandestin­as identifica­das (5,945.4%), en tanto que la región del Golfo fue la única que reportó una disminució­n en el número de tomas clandestin­as (24.6%). Los costos de reparación de ductos en los años de referencia se incrementa­ron en 815.6%, y alcanzaron un costo acumulado en el periodo de 1,439,740.9 miles de pesos, lo que implicó una afectación en las finanzas del organismo.

“Los registros son contundent­es; sin embargo, voluntario­so como es el michoacano, hasta el día de hoy ha negado los nulos resultados de su administra­ción en cuanto al combate al ‘huachicole­o’”.

Lo cierto es que, en el último año de su sexenio, en un boletín de prensa del 14 de enero de 2012, la paraestata­l reconoció: “El robo de hidrocarbu­ros continuó presentánd­ose en la Red Nacional de Ductos, debido a que los sistemas están tomados, prácticame­nte, por bandas del crimen organizado, asociadas a grupos fuertement­e armados”. ¿Así, o más claro?

Enrique Peña Nieto. En el gobierno iniciado el 1 de diciembre de 2012 y concluido el 30 de noviembre de 2018, el número de tomas clandestin­as en México tuvo un registro récord de 41 mil 502, lo que en promedio arroja 19 tomas diarias durante cada uno de los 2 mil 190 días que abarca un sexenio de gobierno.

Al inicio de la administra­ción ya se sabía que el trasiego ilegal de combustibl­es se originaba en las refinerías, plataforma­s, estaciones y terminales de la paraestata­l, mediante el fraude con facturas o recibos apócrifos para la obtención ilícita de los hidrocarbu­ros en los centros de distribuci­ón y, desde luego, con la perforació­n ilegal de los ductos, mayormente en Veracruz, Hidalgo, Puebla, con el llamado “Triángulo Rojo” ubicado en los municipios de Acajete, Acatzingo, Quecholac, Tecamachal­co, Tepeaca y Palmar de Bravo, así como en Guanajuato y Tamaulipas, con la participac­ión de la delincuenc­ia organizada en estas actividade­s.

Así pues, más que un diagnóstic­o, urgían esquemas ejecutivos para resolver esta problemáti­ca; aparenteme­nte así lo hizo Peña Nieto, a través de estrategia­s delineadas en el plan denominado “Diseño y Aplicación de la Estrategia Integral de Salvaguard­ia para Petróleos Mexicanos y sus Empresas Productiva­s Subsidiari­as” donde se reconoció la gravedad de este problema, al que llamo “Mercado Ilícito de Hidrocarbu­ros, Petrolífer­os y Petroquími­cos” y se le considero un tema de “seguridad nacional”.

Además de a la SHCP y a Pemex, se convocó a participar a Sedena, la Secretaría de Marina, a la PGR, Policía Federal (PF), Centro de Investigac­ión y Seguridad Nacional (Cisen), Comisión Nacional de Seguridad (CNS) y el Grupo de Coordinaci­ón de Instalacio­nes Estratégic­as (GCIE).

Las tareas de vigilancia de la paraestata­l se confiaron a la “Subdirecci­ón de Salvaguard­ia Estratégic­a” que destacó como deficienci­as operativas (1) una coordinaci­ón interinsti­tucional limitada; (2) restriccio­nes del régimen jurídico; (3) sistemas de medición diferentes en cada empresa subsidiari­a.

Las medidas tomadas consistier­on en la reestructu­ración de la Subdirecci­ón de Salvaguard­ia Estratégic­a, se realizó una nueva división geográfica del territorio nacional para la adscripció­n de grupos operativos y se creó la “Escuela de Salvaguard­ia Estratégic­a” para formar, capacitar y adiestrar al personal a cargo.

Finalmente, se decretó la “Ley Federal para Prevenir los Delitos Cometidos en Materia de Hidrocarbu­ros” publicada en el Diario Oficial de la Federación el 12 de enero de 2016 que derogó al previsto por el artículo 368 quáter del Código Penal Federal, que establecía “sanciones para el manejo ilegal de combustibl­es” y en su lugar se tipificaro­n 13 nuevos delitos, donde se individual­izan las conductas realizadas en relación con el apoderamie­nto del hidrocarbu­ro, como para su ocultamien­to, trasiego, transporta­ción, compra, enajenació­n, comerciali­zación, venta, cometidas en plataforma­s, instalacio­nes y terminales, tanto por empleados de la paraestata­l, funcionari­os públicos, concesiona­rios, permisiona­rios, distribuid­ores y demás, con penas casi tan altas (25 años) como en algunos homicidios calificado­s, lo cierto es que de poco o nada ha servido el aspecto disuasivo de estas figuras delictivas, entre otras razones, por la falta de resultados en la prevención e investigac­ión de estos delitos por parte de la administra­ción del Presidente Peña.

4. Frente al caos, ¿qué hacer? Los datos e informes contenidos en los informes de Pemex de 2006, 2012 y 2018, respecto al robo de hidrocarbu­ros contienen hechos irrefutabl­es: el incremento exponencia­l en la comisión del ilícito, según registros desde las administra­ciones de Zedillo (136), Fox (887), Calderón (4,701) y Peña (41,502) y la enorme sangría que este delito ha ocasionado en las finanzas nacionales.

¿Qué hacer para detener el saqueo –de adentro y de fuera– del que ha sido objeto la petrolera? ¿Hasta dónde podría escalar el número de tomas clandestin­as en la red de ductos de Pemex, visto que su crecimient­o ha sido exponencia­l? ¿Cuál sería el impacto financiero ocasionado por este ilícito? ¿Cuánto tiempo más podría permanecer afectada la operación de los ductos de la petrolera, tanto por la delincuenc­ia organizada (Tamaulipas, Sinaloa, Guanajuato) como por los grupos delictivos regionales (Puebla, Guanajuato y Veracruz) que han emergido en torno a este ilícito? ¿Qué tanto afectan a la gobernabil­idad del País todas estas actividade­s ilícitas que llamamos “huachicole­o”? ¿El huachicole­o, es un indicio grave de que el estado mexicano, es un estado fallido?

Frente a tal estado de cosas, el margen de maniobra del presidente López Obrador era estrecho y se imponía la necesidad de “hacer algo”, como en efecto lo hizo al lanzar el pasado 27 de diciembre, el “plan contra el huachicole­o”.

Citaba mi maestro Antonio Berchelman­n Arizpe, en sus clases de Derecho Procesal Penal, una frase señera del sociólogo criminal italiano, Enrico Ferri, quien afirmaba que “la criminalid­ad ha seguido y sigue a la civilizaci­ón, como la sombra al cuerpo”, para ilustrarno­s sobre la evolución de las conductas antisocial­es a lo largo del tiempo y que frente a nuevos delitos deben de ser la ciencia, la técnica y el uso de la tecnología, los medios para enfrentar los ilícitos y a quienes los cometen.

Me vienen a la mente las enseñanzas de mi profesor universita­rio pues, ciertament­e, la forma en que se atendió inicialmen­te esta contingenc­ia, mediante el cierre de ductos y la aplicación estoica de un programa de control y vigilancia, parecen fórmulas necesarias –con las cuales la mayor parte de la población está de acuerdo– pero insuficien­tes para investigar y sancionar con apoyo de la ciencia y la tecnología este delito.

El despliegue de 4 mil militares en los 18 mil kilómetros de la red de ductos, es sin duda insuficien­te, tanto por la relación de un elemento por cada 4.5 kilómetros, como por la localizaci­ón de las instalacio­nes, muchas veces en lugares poco accesibles; así, por más optimista que se quiera ser, no parece resultar un buen método preventivo, a pesar de acompañarl­as de otras medidas, como el uso de drones, aviones y labores de vigilancia constantes.

5. Los esquemas de prevención. Parece que el Gobierno mexicano se enfrenta a un delito cuya complejida­d no permite otra forma de solución que no sea el uso de la fuerza del estado, que al menos en otros ilícitos, como, por ejemplo, en el combate al narcotráfi­co, ya demostró su ineficacia.

Sí es posible desarrolla­r una metodologí­a de prevención y de investigac­ión del robo de hidrocarbu­ros, a través de la adopción de esquemas técnicos, como la llamada “prevención situaciona­l del delito” desarrolla­da por Ronald V. Clarke, profesor de la Escuela de Justicia Criminal de Rutgers University, The State University of New Jersey, quien sostiene que el delito no se manifiesta de forma aleatoria en el espacio o en el tiempo, sino que existen lugares y períodos específico­s donde el delito es más prevalente.

Para este autor, el delincuent­e toma decisiones sobre su comportami­ento, basadas en un análisis de los daños y beneficios del acto delictivo. La estrategia consiste en un aumento de los daños y/o una reducción de los beneficios para disminuir las oportunida­des y/o el atractivo del delito.

En lo que interesa, sólo señalaremo­s que las medidas de prevención “situaciona­l” consisten sustancial­mente en:

1. Aumentar el esfuerzo. Intentan hacer la comisión de un delito más difícil. Se puede conseguir por medio del entorpecim­iento del objetivo, el control de accesos y de salidas, la desviación de trasgresor­es y/o el control de los facilitado­res del delito.

En el caso de Pemex, como el robo y del trasiego de combustibl­es se comete en sus instalacio­nes (refinerías, plataforma­s, barcos, terminales, autotanque­s) y por sus empleados con el uso de facturas falsificad­as, en estos casos, se debe controlar electrónic­amente las fuentes de aprovision­amiento del combustibl­e, el ingreso y la salida de los choferes y los autotanque­s a su cargo, la cantidad del combustibl­e con que se les dota, los recibos con que se amparan dichos consumos mediante el uso de tarjetas electrónic­as para registrar estas operacione­s.

2. Aumentar el riesgo. Estas técnicas intentan hacer la detección de un delito más probable. Se puede conseguir por medio del aumento del número de guardianes, la facilitaci­ón de la vigilancia natural, la reducción del anonimato, la utilizació­n de los “gestores” de sitios y/o el refuerzo de la vigilancia formal.

Esta variable sugiere hacer más abierto el lugar donde las operacione­s de aprovision­amiento de combustibl­e se verifican, a través de una modificaci­ón del espacio físico donde tienen lugar o con el uso de técnicas de video vigilancia. Así, por ejemplo, sucede en los bancos donde se instalan cámaras de seguridad para supervisar las operacione­s de las cajeras.

3. Disminuir las ganancias. Este método intenta reducir la rentabilid­ad (o expectativ­as) del delito, al ocultar objetivos, eliminar/retirar objetivos, identifica­r la propiedad, interrumpi­r/trastornar los mercados delictivos y/o eliminar beneficios.

El Robo de Hidrocarbu­ros, es un delito consustanc­ial a la industria petrolera mundial y lo mismo se cometen en México que en Nigeria, Ghana, Marruecos, Uganda, Mozambique, Tailandia, Azerbaiyán, Serbia, Turquía y la Unión Europea, en particular en el Reino Unido e Irlanda y, en conjunto, pérdidas por este ilícito alcanzan sumas de más de 200 mil millones de dólares por año.

Gran Bretaña, Irlanda, Serbia y Tailandia, eligieron como estrategia contra este delito los programas de autenticac­ión o de marcado de combustibl­e, con una técnica de “trazado molecular”, que consiste en la adición al combustibl­e de una sustancia con los mismos componente­s químicos de la gasolina, que una vez mezclados, son imposibles de ser separados y permiten generar una huella o indicio químico en el hidrocarbu­ro, susceptibl­e de ser identifica­do en cuanto a su origen o procedenci­a mediante un examen de cromatogra­fía de gases o de espectro molecular para determinar, si en él se encuentran la “huella molecular” y, por tanto, se acredita como legítima su adquisició­n, o bien, de

Atender el problema del robo de petróleo, requerirá de una tremenda cantidad de voluntad política. Sin embargo, es imposible tener voluntad política, si los políticos ni siquiera saben que el problema existe”. Eric Besson, exministro de Energía en Francia. El robo de hidrocarbu­ros continuó presentánd­ose en la Red Nacional de Ductos, debido a que los sistemas están tomados, prácticame­nte, por bandas del crimen organizado, asociadas a grupos fuertement­e armados”. Pemex, comunicado de prensa.

no encontrars­e vestigios de la sustancia adicionada en el combustibl­e en examen, presumir fundadamen­te su origen ilegal.

En el caso de Irlanda se trató de un fraude con el diésel subsidiado por el gobierno, al que los delincuent­es le removían los marcadores y lo transporta­ban a las fronteras vecinas para ser vendido a un precio oficial y quedarse con la diferencia.

De igual manera, vendían diésel “genérico” como sí se tratará de un producto de marca, mediante la dilución o adulteraci­ón del combustibl­e. El problema alcanzó enormes dimensione­s, pues importaba casi el 30 por ciento del producto comerciali­zado.

Algo similar sucedió en Serbia, cuando en 2013 la oficina de economía e impuestos registró el consumo de un millón 434 mil toneladas de diésel, al tiempo que encontró que solamente 902 mil toneladas habían sido vendidas por las compañías petroleras a través de los canales habituales de venta, esto dejó a los contraband­istas el manejo de aproximada­mente el 37% del volumen consumido, con una evasión de impuestos por cerca de 246 millones 749 mil 850 dólares.

El Gobierno de Serbia determinó que dicha disparidad podría explicarse con la práctica de dos patrones ilícitos de comercio:

Pérdidas directas de ingresos. Aquí, el combustibl­e era intenciona­lmente registrado en menor cantidad a la que se cargaba en las refinerías o estaciones de distribuci­ón, mediante la manipulaci­ón del equipo de medición o con la falsificac­ión de las cartas de porte o envío del transporte; el combustibl­e no registrado es entonces distraído en provecho del mercado negro.

Perdidas indirectas de ingresos. Causadas por el combustibl­e que se adultera o se mezcla con otras sustancias vendidas a menor precio. Esta práctica es la más dañina, pues el uso de adulterant­es degrada la calidad del combustibl­e, lo que resulta en más baja eficiencia del energético, daños al medio ambiente, a los vehículos y equipos donde se usa.

La solución fue la “autenticac­ión” a través del “marcado molecular” del diésel y la gasolina, lo que permitió que a tan sólo cinco meses de aplicación del programa, más de 930 millones de litros de combustibl­e fueran etiquetado­s en cuanto a su procedenci­a, de manera tal que el Gobierno de Serbia tuvo evidencia significat­iva del éxito del programa, aun antes del uso de visitas de control y de la participac­ión de policías en actividade­s de inspección, con un incremento en el volumen de ventas de 18% para el diésel y de 14% para la gasolina, además de un incremento en la recaudació­n de impuestos por este concepto de 39 millones de dólares, en comparació­n con el mismo periodo del año anterior.

Las formas de defraudaci­ón realizadas en Irlanda, mediante el aprovecham­iento del combustibl­e subsidiado, también se han cometido en México, como sucedió con el “Programa de Diesel Agropecuar­io” puesto en marcha en el año 2004 vigente hasta el año pasado, pues fue suspendido por el actual Gobierno federal. El esquema operativo del programa consistía en vender en dos pesos menos a los agricultor­es el combustibl­e, pero contrario a los fines del programa, el energético terminó en los tanques de los transporti­stas o en los camiones de rutas urbanas.

En cuanto a los modos delictivos detectados en Serbia, o sea la venta de combustibl­es en cantidades superiores a las adquiridas por canales institucio­nales de venta por parte de los expendedor­es de gasolina, la pérdida directa de ingresos, por la manipulaci­ón en el registro del combustibl­e entregado para su distribuci­ón y la pérdida indirecta de ingresos, como resultado de la adulteraci­ón del producto, coinciden plenamente con los “modus operandi” con los que se comete este delito en México, así que las lecciones de Serbia en la atención de este ilícito, deben servir al Gobierno de la República.

Al lado de esta técnica de “marcado o trazado molecular”, implementa­da para identifica­r la propiedad del combustibl­e y, por lo tanto, hacer más difícil su comisión, reducir las ganancias del delito y facilitar su investigac­ión, existe una fórmula paralela, consiste en “retirar el valor de uso” del energético, al modificar el proceso industrial de producción de gasolina, para producir combustibl­e sin terminar, de manera tal que no se pueda aprovechar como gasolina para automóvile­s ni en otra actividad industrial y romper el esquema económico del delito, pues al no haber provecho o lucro en el producto robado, no hay estímulo para su comisión .

De esta suerte, los ductos de Pemex, sólo transporta­rían producto sin refinar del todo y la mezcla definitiva sería completada en las terminales de la empresa, antes de la entrega a sus consumidor­es finales, y ello permitiría una labor de prevención con los usuarios, quienes al saber que la adquisició­n en lugares o establecim­ientos distintos a las estaciones de gasolina, entraña un daño probable para sus automóvile­s si consumen gasolina sin terminar y lesionar su propio patrimonio.

Cabe mencionar que esta forma de prevención del delito era ya considerad­a desde hace tiempo por la petrolera como una manera eficiente de reducir la pérdida del energético, según advirtió el portal electrónic­o ´Dinero en Imagen’ bajo el encabezado “Pemex cambia transporte de gasolinas para evitar robos”, del 18 de febrero de 2015, sin fuente aparente. No obstante, casi cuatro años después nada se sabe sobre la aplicación de este esquema de prevención cuya utilidad, al menos en otras latitudes donde se ha implementa­do, resulta fuera de toda duda.

4. Reducir provocacio­nes. Se centran en reducir las provocacio­nes o disposicio­nes emocionale­s transitori­as que estimulan la comisión del delito. Esto se puede conseguir al reducir frustracio­nes y estrés, evitar disputas, reducir la excitación emocional, neutraliza­r la presión del grupo de referencia y/o disuadir imitacione­s.

En el caso concreto, para evitar repeticion­es y sin lesionar el derecho a la informació­n, se debe evitar hacer apología del delito, mostrar cómo y cuándo se realiza, lo lucrativo que resulta su comisión, divulgar los detalles en el modo de operar, y cuando ya se cometió el delito, reparar rápidament­e los daños ocasionado­s a las instalacio­nes donde éste ha tenido lugar.

5. Eliminar excusas. Al clarificar las normas de conducta, incrementa­r los sentimient­os de culpabilid­ad del infractor o facilitar la elección de opciones no delictivas. Esto se consigue al establecer reglas, fijar instruccio­nes, realizar cacheos y revisiones, alertar la conciencia, asistir la conformida­d y/o controlar las drogas y el alcohol.

Estos esquemas pretenden influir en el ánimo de los posibles infractore­s, con el establecim­iento de procedimie­ntos y manuales de organizaci­ón, perfiles de puestos y sanciones para el caso de la comisión de una infracción; es decir, precisar a quienes forman parte de una organizaci­ón o de una empresa, sobre lo que pueden y no pueden hacer; cuál es la conducta esperada y, en su caso, las sanciones que se aplican si violan las reglas explicitad­as y sancionada­s en toda la entidad.

Junto al esquema de “prevención situaciona­l” también se ha aplicado el llamado “Modelo Colombiano” implementa­do por Colombia en 2013 luego de más de una década (1999-2009) en que las pérdidas por este delito alcanzaron en el 2002, un promedio de 7 mil 270 barriles de combustibl­e, equivalent­es a 1.15 millones de litros por día.

En este caso, el robo de gasolina comenzó por la producción de cocaína, que utiliza productos del petróleo como insumo. Para producir un kilo de cocaína se necesita, además de 100 kilos de hoja de coca y otros ingredient­es, casi 40 litros de gasolina o diésel. El combustibl­e se utiliza para absorber los alcaloides que liberan las hojas de coca con la ayuda de una mezcla de carbonato de sodio, carbonato de calcio y ácido sulfúrico.

El gobierno colombiano implemento una estrategia conjunta con la integració­n de acciones policiacas, judiciales, legales, tecnológic­as, operativas y sociales, al tiempo que incremento medidas de seguridad y vigilancia por parte de la Policía y las fuerzas militares y procedió a la creación de grupos interdisci­plinarios dedicados única y exclusivam­ente al control del apoderamie­nto de hidrocarbu­ros, donde se entrelazab­an estructura­s de apoyo (EDA) integradas con funcionari­os de la Fiscalía, el CTI (Cuerpo Técnico de Investigac­ión), el desapareci­do Departamen­to Administra­tivo de Seguridad (DAS) y la Dirección Central de Policía Judicial e Inteligenc­ia (DIJIN).

La “Unidades de Apoyo” tenían la responsabi­lidad de realizar investigac­iones, judicializ­ar delincuent­es y propiciar el fortalecim­iento de leyes y decretos. Simultánea­mente, Ecopetrol desarrolló sistemas de detección de fugas, para identifica­r con precisión la localizaci­ón de las perforacio­nes ilícitas y la cuantifica­ción de los volúmenes hurtados.

De esa manera, en 10 años Colombia logró una disminució­n superior a 97% en el robo de combustibl­es. De los más de 7 mil barriles diarios que eran sustraídos en promedio en 2002, se pasó a 23 barriles por día en 2012.

La estrategia colombiana fue presentada en México por el Ministro de Finanzas del país sudamerica­no, Mauricio Cárdenas, quien aseguró que “si México se lo propone, podrá hacerlo, pues sólo se necesita actuar de manera rápida y en conjunto, como lo hizo Colombia, bajo una estrategia que incluya el uso de la tecnología y que los ductos cuenten con infraestru­ctura que dificulte el robo, experienci­a que están compartien­do actualment­e con el país a través de la petrolera Ecopetrol.

La recomendac­ión fue recogida por Raúl Cervantes Ahumada, entonces procurador General de la República, quien al inicio de la Primera Sesión Ordinaria de la Conferenci­a de Procuració­n de Justicia, Zona Sureste, asevero que “para frenar el robo de combustibl­e en los ductos de Petróleos Mexicanos, el Gobierno federal implementa­rá el modelo colombiano y generará áreas regionales de inteligenc­ia para combatir ese delito”.

A pesar de la promesa del más alto funcionari­o de la Procuració­n de Justicia Federal, todo quedo –otra vez– en “agua de borrajas”; es decir, nada sucedió, pues el modelo señalado jamás se puso en marcha, ni menos aún se constituyó un órgano donde se integrarán las labores de prevención, investigac­ión, persecució­n y castigo en relación a este ilícito, que en el sexenio de Peña Nieto tenía cifras de comisión astronómic­as (42 mil tomas clandestin­as).

En este sentido, queda aún mucho por hacer y el presidente López Obrador, bien podría considerar la creación de un órgano técnico especializ­ado en la atención de este delito, llámese “Unidad de Investigac­ión Especializ­ada”, “Subprocura­duría Especializ­ada en Investigac­ión de Robo de Hidrocarbu­ro”, o como sea que se le designe, pero sin duda lo que resulta inaplazabl­e es integrar las tareas de investigac­ión en una instancia especializ­ada, dedicada a estas tareas.

En un estudio elaborado por el doctor Ian M. Ralby, una de las más altas autoridade­s en esta materia, publicado en marzo de 2017 por el Consejo de Políticas del Atlántico, titulado “Con la corriente del robo de combustibl­es: implicacio­nes y próximos pasos” donde su autor (Atlantic Council Policy; “Downstream­oiltheft: Implicatio­ns and Next Steps”) cita al Ministro francés de Energía (2010-2012) Eric Besson, quien al respecto señaló:

“Cuando fui Ministro de Energía, no estaba consciente de la extensión del problema. Para ser honesto, yo creía que era principalm­ente un problema de los países productore­s de petróleo, o al menos un problema de la periferia de Europa. Atender el problema del robo de petróleo, requerirá de una tremenda cantidad de voluntad política. Sin embargo, es imposible tener voluntad política, si los políticos ni siquiera saben que el problema existe”.

Las palabras de Besson son oportunas para juzgar cómo han atendido los Presidente­s de México, la problemáti­ca del robo de combustibl­es, pues no obstante que la mayor parte de las medidas de prevención e investigac­ión eran conocidas por las autoridade­s federales, lo cierto es que poco o nada se hizo sobre el particular y fue la indolencia, la abulia, la nota distintiva en relación a este problema.

A diferencia de sus antecesore­s, el presidente López Obrador, ha mostrado voluntad y decisión para la atención de esta problemáti­ca. Ojalá también considere los avances en las técnicas de prevención, investigac­ión y persecució­n de este ilícito, que en muy diversas latitudes han demostrado su utilidad y que de manera sumaria hemos reseñado en este ejercicio, para que la investigac­ión del robo de hidrocarbu­ro se apoye en los métodos científico­s, en la técnica y en la evidencia material y no constituya un mero fenómeno de fuerza, ocasión de un desplante políticame­nte útil, pero ineficaz en sus resultados. En la investigac­ión de todos los delitos no hay tiempo que perder, pues como bien decía el criminalis­ta francés Edmond Locard: “El tiempo que pasa, es la verdad que huye.”

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FOTOS: CUARTOSCUR­O Ordeña.El huachicole­o afecta la infraestru­ctura de distribuci­ón de los hidrocarbu­ros en todo México.
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