Neoconservadurismo
José Martí dijo: “cuando los pueblos emigran, los gobiernos sobran”. ¿Qué piensa de esta afirmación? Esto es lo que ocurre de diario en Venezuela, pero también en Honduras y en otros países centroamericanos, donde las condiciones sociales no son las adecuadas para vivir. Sin embargo, para quien detenta la hegemonía mundial la valoración no es la misma.
¿Ha mostrado interés el gobierno norteamericano en la crisis humanitaria que por razones de delincuencia y de vacío de poder enfrenta el pueblo hondureño? Aquí también, la democracia está en juego. Claro, son diferentes variables, pero las consecuencias son las mismas, el éxodo de miles de personas.
Hay de crisis a crisis. Al final del día, el Gobierno estadounidense decidirá dónde interviene. Desde la posguerra ha intervenido más de 50 países en el planeta, ¿Por qué nos parecería raro que buscaran cualquier pretexto para hacer lo mismo con Venezuela? ¿Tendrá algo que ver el petróleo?
Ellos no solamente tienen el poder de advertir donde se requiere su presencia, sino que también se reservan el derecho de admisión, independientemente que en su Constitución se haya declarado que “todos los hombres fueron creados iguales, que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. Está claro, todos son iguales, pero unos menos iguales que otros.
Le invito a leer sobre la Doctrina del Destino Manifiesto, sobre el macartismo y sobre el neoconservadurismo norteamericano. Diferenciemos, una cosa es el pujante y progresista pueblo norteamericano y otra cosa es su Gobierno intervencionista.
Los primeros colonos que llegaron al territorio de Estados Unidos fueron ingleses y escoceses, por tanto, anglicanos, puritanos y al tiempo calvinistas. La idea central es que el pueblo norteamericano ha de expandirse del Atlántico hasta el Pacífico, porque la “Providencia” así lo determinó, al tiempo la mentira dicha mil veces se volvió verdad. Esto es, el Destino Manifiesto.
En cuanto al neoconservadurismo y su visión sobre la política exterior la marcan tres generaciones. La primera comienza con la administración Reagan y el escalamiento militar. La segunda generación de pensadores se da con la invasión de Irak y, la tercera, la guerra contra el terrorismo, con el Islam incluido.
El parecido de la derecha norteamericana con las derechas tradicionales es que el poder reside en las élites. Grandes empresarios y grandes intelectuales. Basta con leer a Daniel Bell, Samuel Huntington, Lipset, Podhoretz o Michael Novak, entre otros. Lo central de su propuesta es afianzar la identidad nacional a partir de la identificación de los enemigos y sus debilidades. Hasta aquí el fondo.
La parte medular se da con el apoyo a Gobiernos autoritarios y al combate de Gobiernos apoyados por los soviéticos. Autores como Francis Fukuyama, Leo Strauss, William Kristol, Paul Wolfowitz, Richard Perle y David Frum se han vuelto recalcitrantes tratando de imponer en sus escritos y visión el american way of life, con todo lo que esto implica. Lo mejor de lo mejor.
La guerra fría concluyó, Vietnam se convirtió en un fracaso, apareció el terrorismo con el 11 de septiembre y la guerra abierta al Islam, luego el discurso contra las naciones petroleras a las que hay que inventarles inconsistencias para poder expandirse, intervenir y controlar. ¿Cuáles han sido los beneficios para los pueblos intervenidos? ¿Viven mejor? ¿Su democracia se distingue en las regiones? ¿Son pueblos pujantes, desarrollados?
Ante la sociedad norteamericana es importante para los intelectuales tener a quién combatir, y todo esto no es más que el nuevo discurso unificador de la mentalidad neoconservadora que muchos estadounidenses y otros tantos le siguen comprando al Gobierno norteamericano.
La pregunta sigue en el aire ¿Por qué lo que pasa en Honduras no es considerado crisis humanitaria a diferencia de lo que pasa en Venezuela? ¿Tendrá que ver la geografía y el subsuelo?