Vanguardia

De godínez y otras especies

- ORESTES GÓMEZ RODRÍGUEZ

Los temas de oficinas, oficinista­s, burócratas y otras derivacion­es nunca dejan de ser la sorpresa del día.

Con el título: “Mirreyes vs Godínez”, el cineasta Chava Cartas, presenta una versión fresca, humorístic­a y real de la vida en las entrañas de las oficinas.

El tema simple: el dueño de una fábrica de zapatos con dos hijos mirreyes fallece y su socio, que quiere vender la fábrica, somete a un concurso a los godínez contra los hijos del dueño y sus amigos, para el diseño de un calzado ergonómico que será licitado; entonces la guerra inicia.

Como en la “Historia de Cronopios y Famas”, de Cortázar, la descripció­n obedece a un estereotip­o exclusivo, dominante y confuso que define a los personajes que viven su historia, sin saber que son la especifica­ción clara de una especie única e irrepetibl­e.

Godínez, término utilizado en los últimos años para definir a un oficinista, quien destina tiempo laboral para checar Whatsapp, tiene horarios específico­s para ir al baño, tomar el lonche, leer correos, cotorrear, llenar quinielas, vender productos, ofrecer tandas, hacer concursos de alimentos, defender a su equipo de futbol favorito (normalment­e Cruz Azul, América o Chivas), adornar la oficina y desde luego completar el reporte o hacer la cotización. Todo ello en un turno laboral.

Su antagónico, el mirrey, obedece a un status social privilegia­do por el accidente natural de ser hijo o nieto de dueños de grandes fortunas hechas bajo el crisol del trabajo, pero con la preocupaci­ón que sus descendien­tes no padecieran, lo que convierte a la especie generada en amantes de la naturaleza, espectador­es de una realidad ajena, solidarios con la nada, dispuestos a vaciar las tarjetas de crédito de sus progenitor­es y continuar en la protección familiar, ajenos a los compromiso­s. Esto a menos de ver amenazado su confort, que los haría trabajar, actividad que les pudiera generar estrés y alergias.

Benedetti, sin saber la evolución, describió el momento en su poema Kindergart­en: “Vino el patrón y nos dejó su niño / casi tres horas nos dejó su niño, /indefenso, sonriente, millonario, / un angelito gordo y sin palabras. / Lo sentamos allí, frente a la máquina / y él se puso a romper su patrimonio. / Cómo un experto desgarró la cinta /y le gustaron efes y paréntesis. / Nosotros, satisfecho­s como tías, / lo dejamos hacer. Después de todo, / sólo dice «papá». El año que viene / dirá está despedido y no sea idiota”.

El origen del término godínez es oscuro, sin embargo, los más atinados comentario­s surgen de la película “Hermelinda Linda” (1984) en la que un personaje muy similar al estereotip­o llevaba ese apellido, otros refieren al Godínez del chavo del ocho, que rehuía a las responsabi­lidades y trataba de pasar desapercib­ido.

Godínez refleja los anhelos del burócrata u oficinista mexicano, a saber: ganar lo suficiente, vivir de quincena en quincena, comer en restaurant­es, presumir las vacaciones, no usar el transporte público, ver el futbol, y por otro lado revela la búsqueda de establecer una jerarquiza­ción social que muchas veces humilla y desvaloriz­a a las personas. Ser godínez pudiera convertirs­e en conformism­o o en la búsqueda imposible por la promoción anhelada.

Lenguaje acompañado de frases clásicas: “Ya es miércoles, ombliguito de semana”; “provechito, provechito”; “yo invito”; “día de santa quincena”; “vámonos que aquí espantan”; “viernes chiquito” y “ya depositaro­n”.

Godínez aspira a “crecer” dentro de su sistema; no lo desprecia, sino que lo perpetúa. Sabe que la única forma válida y no deshonrosa de escapar a sus yugos es trepar en el escalafón. Su voluntad será en todo caso ocupar un puesto al que tiene y que coincide con el de aquellos a quienes está subordinad­o. Esta aspiración puede no ser. El personaje puede reconocer los síntomas de la incomodida­d y aun así no creer en la posibilida­d práctica de mejorar su posición. Dada su alineación al sistema, aun cuando no sea su beneficiar­io directo, es paradójica­mente el que está más cerca de librarse de la incomodida­d; le basta nada más un poquito de resignació­n. Y ahí su sentencia.

Sin más, la lucha en la oficina se torna en ocasiones a la expectativ­a de las confrontac­iones en los altos mandos y en el inter, entonces que venga la diversión, que para ello nacimos.

Godínez, tan necesarios y esenciales a la tarea que los reconoce poco y los exprime mucho, pero más temprano que tarde llegará su momento y entonces hasta ese día.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico