Vanguardia

NOS TOCÓ LA CARAVANA MIGRANTE

- JESUS H. GONZÁLEZ

El flujo migratorio es una

tendencia global que ahora nos tocó en lo local. Alrededor de 2 mil personas centroamer­icanas están en la ciudad de Piedras Negras.

Una caravana no debe ser vista como una masa informe de gente. Son individuos con historias diferentes. Llamarles delincuent­es, enfermos, indocument­ados, o decir que todos buscan empleo, son generaliza­ciones.

El lenguaje del odio pretende hacer ver a los inmigrante­s como un peligro, como alguien que viene a quitar trabajo, a hacer daño.

Infundir ese temor es lo que ha llevado a políticos a ser presidente­s. En 2016 una nota del New York Times decía: “La administra­ción federal ha estado enviando agentes a domicilios particular­es para dar un escarmient­o a los infractore­s y defender el principio de la seguridad de las fronteras.

Un presidente que ha hablado tan conmovedor­amente de las muertes violentas de niños por armas de fuego aquí, en este país, ha asumido también la labor de enviar a madres e hijos de vuelta los países más mortíferos de nuestro hemisferio (Honduras, Guatemala y El Salvador) en viajes solo de ida.

El Gobernador declaró: “La caravana de migrantes fue atendida de forma humanitari­a, pero también con mano firme, nadie por encima de la ley”. Subrayó que el Gobierno del Estado ya no permitirá el ingreso de otra caravana.

“Alguien dirigió la caravana hacia nuestro Estado. Para empezar, no tenemos la infraestru­ctura para poder recibir otra caravana de migrantes, además de que todos pudimos darnos cuenta de lo peligroso que es el manejo de un grupo tan numeroso….

“(De dirigirse otra caravana hacia Coahuila) la vamos a desviar con anteriorid­ad, que pase a Tamaulipas, que ellos sí tienen infraestru­ctura; no tenemos por qué cargar con una responsabi­lidad que no es nuestra”.

Sobre el tema, dijo el filósofo Zygmunt Bauman: la cuestión, sin embargo, es que no tenemos mayores probabilid­ades de escudarnos eficazment­e del infortunio global aislándono­s dentro de la ansiada seguridad del territorio nacional, que de evitar las consecuenc­ias de una guerra nuclear ocultándon­os en un refugio familiar.

Los problemas globales requieren soluciones igualmente globales, nada podrá quitárnosl­os de encima. Dicho lisa y llanamente, dejar que el problema se encone con la esperanza de que lo haga en otra parte del mundo y no a nuestras propias calles, no va a servir de nada.

El remedio radical y definitivo está fuera del alcance de un país en solitario. Lo que no hemos asimilado, ni estamos preparados para ello, ni tenemos la infraestru­ctura —como dijo el Gobernador—, es el cambio en las reglas del juego.

El filósofo Emmanuel Lévinas las expresó así: “Entiendo la responsabi­lidad como responsabi­lidad para con el otro, así, pues, como responsabi­lidad para con lo que no es asunto mío o que incluso no me concierne; o que precisamen­te me concierne, es abordado por mí, como rostro. Desde el momento en que el otro me mira, yo soy responsabl­e de él sin ni siquiera tener que tomar responsabi­lidades con relación a él; su responsabi­lidad me incumbe”.

La responsabi­lidad es lo que, de manera exclusiva, me incumbe y que, humanament­e, no puedo rechazar. Dostoievsk­i dijo: “Todos somos responsabl­es de todo y de todos ante todos, y yo más que todos los otros”.

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