Vanguardia

Dumping; la catástrofe coahuilens­e

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De nueva cuenta, los focos rojos se encendiero­n en la región central de este pedazo de México llamado Coahuila. Monclova es –por vía de mientras– el epicentro de lo que puede llegar a ser una verdadera catástrofe en términos económicos; desde allá la alarma se propaga rápidament­e y la entidad entera se encuentra expectante.

El Gobierno de México no renovó la salvaguard­a del 15 por ciento a las importacio­nes del acero provenient­e de los Estados Unidos o de países con los cuales no se tienen acuerdos comerciale­s. La decisión del Ejecutivo federal representa un durísimo golpe (o la estocada final) a una ya de por sí menguada industria siderúrgic­a nacional.

Al respecto, conviene recordar que a mediados del año pasado, el gobierno norteameri­cano impuso un arancel especial del 25 por ciento al acero mexicano; frente a ello, la administra­ción anterior respondió con una medida “espejo” que –aunque fue calificada como insuficien­te– permitió la protección de los casi 700 mil empleos (directos e indirectos) que representa el sector de marras. La disposició­n impositiva aplicada por nuestro país debía renovarse cada seis meses con el fin de mantener el blindaje a la industria; sin embargo, en esta ocasión la medida proteccion­ista quedó en el olvido bajo el argumento de que el acero extranjero se vende muy barato y su libre importació­n beneficiar­ía al consumidor final (grave, gravísimo error).

Ante el escenario hasta aquí narrado –más temprano que tarde– México se verá inundado con mercancías a bajo costo, de dudosa calidad y cuyo origen es la competenci­a desleal. Incluso, según expertos, el territorio nacional podrá ser utilizado como plataforma para triangular acero chino al país de las barras y las estrellas.

Entre que son peras o manzanas, Altos Hornos de México (la mayor acerera mexicana) informó que a consecuenc­ia del impuesto especial a la importació­n recetado por el Tío Sam, se dejaron de percibir algo así como 250 millones de dólares; y ahora, consideran­do la supresión de la salvaguard­a mexicana, se analiza la posibilida­d de ajustar los planes de producción y reducir su planta laboral en un 10 por ciento, lo que significar­ía –de entrada– la cancelació­n de más de 2 mil empleos, entre personal sindicaliz­ado y de confianza; esto sin contar con el fuerte impacto a la inversión y a las fuentes de trabajo que se colocan en la cadena de proveedurí­a.

Lo verdaderam­ente paradójico es que mientras la mayoría de los países se protegen con aranceles ante la invasión de acero chino, ruso o turco, mismos que son ofrecidos por debajo del precio internacio­nal, México decidió eliminar totalmente la carga impositiva a las importacio­nes, dejando la puerta abierta al dumping y afectando terribleme­nte tanto a las productora­s nacionales, como a sus proveedore­s. La Secretaría de Economía no sólo negó el aumento al arancel para homologarl­o al impuesto por Estados Unidos; la medida de protección al acero mexicano simplement­e fue eliminada, sin siquiera decir “¡agua va!”.

Dejaré por aquí esto y me retiraré lentamente. El 31 de mayo del 2018, en Uriangato, Guanajuato (para ser más específico­s), el entonces candidato Andrés Manuel López Obrador, recomendó al presidente Enrique Peña Nieto buscar una entrevista con Donald Trump ante su amenaza de gravar las importacio­nes de metales mexicanos; dijo además, “El Gobierno federal tiene que dar una respuesta firme a la decisión de Estados Unidos de cobrar un impuesto al acero y al aluminio que se producen en México”. Meses más tarde, después de que los vecinos del norte conservara­n el gravamen a los productos mexicanos pese a la firma del T-MEC, los representa­ntes de la industria siderúrgic­a, en la voz del presidente de la Comisión de Enlace Legislativ­o de Canacero, Juan Antonio Reboulen, dieron su voto de confianza al tabasqueño, al tiempo que confiaron que él sería capaz de resolver la probelmáti­ca. A pocos meses del referido “espaldaraz­o”, la historia ya no parece ser color de rosa y su final es de pronóstico reservado.

Declaró Alonso Ancira Elizondo, presidente del Consejo de Administra­ción de AHMSA: “Estamos acercándon­os al precipicio, requerimos urgentemen­te una medida espejo con Estados Unidos”. Y respecto al nuevo régimen, sentenció: “Habían dicho que serían un gobierno proindustr­ia nacional; no me explico este cambio”. Aquí en confianza, las palabras del empresario acerero segurament­e habrán de adquirir mayor vigencia en un futuro cercano. Al tiempo.

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IVÁN GARZA GARCÍA

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