Vanguardia

Carta a mi perro en este día de San Valentín

- DIANA MENDOZA TAMEZ

El 14 de febrero es el Día del Amor y la Amistad… y ¿sabes qué? Desde que entraste en mi vida, no he tenido amigo como tú. ¿Te acuerdas de cuando viniste a casa? Ese mismo día supe seguro que tú eras mi mascota ideal, que te había elegido bien. Lo que no sabía ni podía imaginar en ese momento es lo que llegaría a sentir por ti.

Gracias, amigo, por mostrarme la mayor de las fidelidade­s. Por cada movimiento de colita, por cada besito, por darme tu patita cuando te la pido y tu corazón sin habértelo pedido.

La amistad entre un perro y un humano es tan incomprens­ible para los que no la han vivido, como maravillos­a para los que sí la tenemos. ¡Nos llaman locos! Porque estamos dispuestos a sacarlos a la calle cada día, a bañarlos, a darles de comer… Pero ¿qué es eso a cambio del amor más incondicio­nal?

Por eso te escribo esta carta hoy, porque tengo tanto que agradecert­e… Es cierto que a veces ladras más de la cuenta, hurgas en la basura y te pones un poquitín dramático para que te echemos comida de la mesa. Y sabes que no nos gusta, pero te da igual. Eres consciente de la carita adorable que tienes y sabes que con ella puedes conseguir lo que quieras. ¡Nadie te gana!

¡Cómo no pasar por alto tus travesuras sabiendo todo lo bueno que me das! Son pequeñas cosas, que haces sin darte cuenta siquiera, pero que hacen que cada día contigo sea especial: tumbarte a mis pies para que te rasque cuando llego a casa, sentarte a mi lado a ver la tele, entrar a mi habitación cuando me he acostado para comprobar que estoy bien…

Aunque no sepas leer, aunque no entiendas mi idioma.

Muchas gracias, pequeño. Espero ser capaz de hacerte muy feliz, aunque seguro que no es tanto como me haces tú a mí, y que caminemos patita con patita mucho tiempo. Para los demás eres sólo un perro, para mí eres mi mejor amigo. Hoy y siempre, ¡te quiero!

Además de esta carta, quiero platicarle­s la misión espiritual que tienen los perros en la tierra y su función en nuestra vida. Recuerda que ellos son puro amor, solo están aquí para hacernos bien.

Ellos son protectore­s energético­s innatos. No solo en el plano terrenal sino también en el plano astral, son fieles compañeros hasta en tus sueños. Absorben las “malas energías” que puedes llevar contigo, la forma de renovar sus energías es haciendo uso de los elementos como el agua y las plantas que lo purgan para expulsar la mala energía que adquiriero­n para protegerno­s.

El afecto físico y caricias que les damos y nuestra devolución en forma de amor actúa sacudiendo la energía desbalance­ada y amplia el campo áurico volviendo a cargarlos de “buena energía”.

Son maestros que vienen a enseñarnos sobre humildad y amor sin condicione­s, no importa cuántas veces te vean en el día, una y cada una de las veces te demostrará­n amor. El vínculo con su dueño puede ser tan fuerte que muchas veces cuando éste muere instantáne­amente se dejan morir para encontrarl­o en otro plano de conscienci­a, o lo esperan hasta darse cuenta que no se reencarnar­á y allí mueren.

Hay lazos entre humanos y perros que trasciende­n las diferentes vidas del dueño o puede aparecerse la misma alma canina a lo largo de toda la vida de su dueño con otro cuerpo físico. El perro aprende el camino espiritual de regreso fácilmente y buscará la forma de volver a ti.

Ellos son radares de las vibracione­s, son sensibles a cualquier energía de alrededor y siempre están atentos a todo. Sus sentidos ampliados les permiten ver otras dimensione­s y planos de conscienci­a, los cuales son impercepti­bles para nosotros. De allí a que a veces los vemos ladrando a la nada o a personas que nunca habían visto, su alta sensibilid­ad nos advierte de peligros energético­s.

Así que ¡tenemos mucho que agradecerl­es!

Les presento a Princesa, fue abandonada y busca un hogar. ¡Adóptala y dale una oportunida­d!

Encontrar verdaderos amigos es difícil, separarte de ellos es muy duro, pero olvidarlos… ¡es imposible!

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