Vanguardia

Entre santa y santo...

- ‘CATÓN’ CRONISTA DE LA CIUDAD

Esto que voy a relatar es cierto. Cuando leas la historia te parecerá cosa inventada, pero no lo es: lejos estoy de poseer la imaginació­n que se requiere para crear una ficción así. La realidad en cambio, es imaginativ­a -la más grande novelista que hay- y muchas de sus historias, con todo y ser tan reales, tienen frecuentem­ente los visos de la irrealidad. Cambiaré, eso sí, los nombres de los pueblos donde sucedió este tan verdadero sucedido. Y cambiaré también los nombres de la santa y el santo que en él salen, pues no es cosa de desprestig­iar a nadie, y menos a quienes por sus virtudes ejemplares alcanzaron la gloria inmensa de la santidad.

Hay en el sur de la República dos pueblos vecinos. Vecinos son, y por lo tanto enemigos el uno del otro. Los llamaré Amaneo el Alto y Amaneo el Bajo, para no dar lugar a confusione­s.

Los dos son lugares muy católicos, donde la religión se practica con mucha devoción. Con demasiada, quizá, debo decir. Algún narrador menos dado que yo a los eufemismos hablaría de fanatismo. Yo no, pues soy de natural pacífico y no quiero meterme en dimes y diretes.

El santo patrono de Amaneo el Alto es San Prócoro. Su imagen preside el altar mayor de la parroquia lugareña. En ella aparece el mártir con traza dolorida, la mirada puesta en las alturas, portando en la mano derecha el hacha con que -según la piadosa tradición- le cortaron la cabeza antes de ahorcarlo. A veces no entiendo yo las piadosas tradicione­s, pero ésta pone el degüello antes que el ahorcamien­to. En Amaneo el Bajo es venerada Santa Dulia. El

Flos Sanctorum -vida de los santos- dice que esta doncella nació en Numidia, en el siglo tercero de nuestra era. Ofreció al Señor la perfumada flor de su virginidad, pero su padre la prometió en matrimonio a un centurión. Ella le pidió a su celestial Esposo un milagro que evitara aquellos desposorio­s. La víspera de sus bodas se le cayó a Dulia su hermosa y larga cabellera rubia, y su cabeza quedó monda y lironda, hagan ustedes de cuenta hueso de aguacate. El centurión no quiso ya casarse con la pelona. Él mismo se buscó buscó otra de melena leonina y se largó con ella. No dice a dónde la piadosa tradición. Por todo eso las muchachas de Amaneo el Bajo se cortan las trenzas para la fiesta de la santa -el 2 de julio- como señal de devoción. El boticario, sin embargo, que es librepensa­dor, y por lo tanto escéptico y positivist­a, dice que se cortan las trenzas para poder lucir después los peinados a la moda, y no el trenzado campesino que les imponen sus mamás.

Santa Dulia y San Prócoro son causa de la tremenda enemistad que hay entre los dos pueblos de mi historia. Los de Amaneo el Bajo afirman que Santa Dulia es más “milagrient­a” que San Prócoro. Los de Amaneo el Alto dicen que los milagros de Santa Dulia son de vieja; que para milagros de hombre los de su santo patrono, Procorito.

Cierto día los dos pueblos sacaron en peregrinac­ión a sus respectivo­s santos, para pedirles el don precioso de la lluvia, pues hacía seis meses no llovía. Se encontraro­n las dos procesione­s en el puente, y entonces sucedió algo que... Pero se me acabó el espacio. Mañana, Dios mediante, acabaré la narración.

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ARMANDO FUENTES AGUIRRE

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