Vanguardia

Postales de amor (y de política)

- @Canekvin

POSTAL 1.

Miguel Barbosa y Yeidckol Polevnsky bajan apresurado­s del Popocatépe­tl. Él va disfrazado de lobo feroz. Ella de caperucita roja con canasta de flores de Atlixco. Retiembla el viejo Don Goyo o Popo; y ella ruborizada exclama: “Controla tus ansias libidinosa­s, Miguelón; no seas salvaje en exceso. Gobierna tus impulsos para llegar juntos al clímax: la gubernatur­a de Puebla está cerca. Sé bueno conmigo, aguanta, por favor”.

POSTAL 2.

En un balcón, iluminado por una luna llena, está Nicolás Maduro vestido como militar. Tiene un canario rojo entre sus manos, al cual le habla con lágrimas en los ojos: “mi bien amado comandante Chávez, por favor, ilumine mi camino y el de los venezolano­s con su gorjeo bolivarian­o y revolucion­ario.

¡Contésteme por su HDP madre!”.

POSTAL 3.

EPN mira fijamente el cuadro de la Maja Desnuda de Goya en el Museo del Prado de Madrid. Su mirada traspasa la imagen (sin entenderla) para preguntars­e en un pequeño rincón de su cerebro: “¿qué pendejadas irá a decir ‘la gaviota’ de mí en su libro autobiográ­fico? El contrato con Televisa era claro: tratarla como reina sexenal; y así fue. ¡Uta madre, hasta una Casa Blanca le di!”.

Mientras Enrique digería su molestia; su novia Tania lo abrazaba por detrás para decirle al oído: “no te estreses mi riqui-ruquis, tú no naciste para ello. Mira hacia atrás y te darás cuenta”.

POSTAL 4.

Irma Sandoval (secretaria de la Función Pública) y Olga Sánchez (secretaria de Gobernació­n) están en una mezcalería llamada: “Qué Sería sin Ti, Mi 4ª Transforma­ción”.

Llevan tres botellas de mezcal Cuish de San Luis Amatlán, Oaxaca. Olga le reclama: “qué gacha eres amiguis. Siempre te dije que publicaras en Declaranet mi departamen­to de Houston. Al no hacerlo heriste mi corazón”.

Irma le replica: “¿Cómo crees, Olguita? Fue un error de captura”. “Te creo, dice Olga, pero no hay nada que no pueda aclararse más con otra botella de mezcal. ¡Mesero!”.

POSTAL 5.

No te pongas celosillo, viejo. Tu bondad y sabiduría están –años luz– del fortachón –y bien esculpido– de Mamado Nervo.

POSTAL 6.

Están en la centenaria cantina Versalles de Torreón, Chuy de León y Mario Dávila; excandidat­os a la presidenci­a del PAN estatal. Son apenas las 3 de la tarde y llevan dos botellas y media del tequila Ley .925 Azteca Ultra Premium Añejo considerad­o el Santo Grial de los tequilas. Claro, aderezadas con su dotación de manitas de puerco, espinazo, carne asada y guacamole. “No Chuy, dice Mario, tú y el pinche Memo me robaron la elección”. Chuy esboza una sonrisa sarcástica y le responde: “¿neeeta?”. “Sí, claro que sí”, le replica Mario. Y Chuy le contesta: “no nos hagamos pendejos, Marko Cortés, nuestro presidente nacional, me dio el triunfo para evitar que el partido cayera en manos de tu grupo formado por Luis Fernando Salazar, Alfredo Paredes (alcalde panista de Monclova), Gerardo Aguado (diputado local panista), Armando Guadiana y Reyes Flores. “¡Nommes, Chuyito, eso no me lo puedes probar! No me digas que por esa razón Marko prefirió poner de nuevo el partido en brazos de Memo, un reciclado perdedor”. “Cálmate, Marito, no te aceleres, brindemos porque entre dos males, ganó el menos peor, y a pesar de ello tú y yo seguimos siendo carnales”. “No, pos’ eso sí, mi Chuyín”.

Los dos alzan su copa de tequila y gritan ¡salud!; mientras engarzan sus brazos y lo beben hasta el mero fondo, en una imagen de bella reconcilia­ción.

POSTAL 7

Dice ella: ¿qué tal si nos disfrazamo­s para este 14 de febrero, mi amor? Él con rostro inexpresiv­o le responde: Y ¿cómo para qué o por qué? Ella: para encender la flama de nuestro amor con mayor intensidad. Él piensa para sus adentros (jojojo sí, antes de que el méndigo Peje empiece con sus desabastos de luz) y sin pensarlo le responde: Bueno, tá’ bien. ¡Qué chulada, mi amor!, grita ella alborozada. Ya tengo tu disfraz de rockero de los años cincuenta; chamarra de cuero, camiseta blanca, pantalones negros, una cadena como cinto para lo que se ofrezca y tenis Converse. El mío está ‘guau de las praderas’. Es de mujer rockera de esa época; vestido azul eléctrico con círculos negros, chamarra de cuero, calcetas y tenis Converse. Yo seré tu Olivia Newton-john y tú serás mi mezcla de James Dean y Marlon Brando.

Desconcert­ado, él pregunta: ¿Y luego? Pues nada, nos sentaremos en una mesa de alguna fuente de sodas a escuchar canciones de aquel tiempo como “Great Balls of Fire” y “Peggy Sue”. Y quien quite y hasta te animas y me sacas a bailar.

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LUIS GARCÍA ABUSAÍD

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