Vanguardia

Mamás en aprietos

- @garciacecy_ ceci.garcia@dcamexico.org

Hoy escribo desde los zapatos de mamá en relación al tema que ha estado en agenda los últimos días: las estancias infantiles. Soy mamá de dos, Benito tiene dos años y medio y Catalina tres meses. Trabajo desde los 17 años cuando comencé a estudiar la universida­d y nunca lo he dejado de hacer; durante mis embarazos, cuando el cansancio no puede más, me tomo algunos días y después de que nacen mis hijos no más de dos semanas para volver al ritmo. Mi mamá no vive en la misma ciudad que yo y además trabaja y, aunque me ayuda cuando puede o en emergencia­s, el día a día me lo tengo que arreglar yo; puesto que mi suegra aunque vive en el mismo lugar que yo es una persona de la tercera edad que no puede cuidar dos niños chiquitos como mis hijos. Mi historia no es la única en México.

¿Qué pasa con una mamá que trabaja de tiempo completo, que necesita cumplir un horario y requiere del ingreso para completar el gasto de su familia?

Se ha dicho mucho ya, que se dará ese dinero directo a las familias para que puedan solventar el servicio de cuidar a las niñas y niños. Se comenta que son en promedio 300 mil menores en esta situación. No se trata sólo de “cuidar” niñas y niños, las estancias infantiles también apoyaban al desarrollo cognitivo y nutriciona­l de los menores a través de planes específico­s de trabajo.

Lo bueno: reconocer la labor y esfuerzo que hacen las mujeres, jefas de familia o no, al salir a trabajar y aumentar la calidad de vida de su familia.

Lo malo: la carga económica que equivale a la familia perder ese subsidio si deciden buscar otro lugar (que será más caro) o buscar el apoyo de un familiar o amigo, el costo que esto conlleva; además del desempleo generado a raíz de que cierren las estancias infantiles; o en su defecto, sino lo logran, tener que dejar su trabajo y con ello reducir significat­ivamente el ingreso de su familia.

Lo mejorable: la entrega en efectivo o subsidios condiciona­dos siempre es muy cuestionad­a en términos de política pública; puesto que los subsidios deben considerar­se políticas afirmativa­s (aquellas que se crean para cambiar algo en específico, pero no son permanente­s). Es decir, este es un curita para solucionar un problema real.

Según el Banco de México, la inflación del último sexenio fue de 27.9 por ciento, eso quiere decir que los bienes y servicios han aumentado en esa relación; es decir, una renta de 10 mil pesos en 2012 ahora cuesta 13 mil, en promedio. En resumen, ya no alcanza.

Las familias de doble ingreso, donde trabaja papá y mamá, no son ya por lujo o extra. Se han vuelto una necesidad en los hogares mexicanos para poder solventar todos los gastos que se requieren mínimos. Aunado a ello, la Encuesta Nacional de Hogares (ENH) 2017 estima que el 28.5 por ciento de los hogares en México son mantenidos por jefas de familia.

El tema de las estancias infantiles no solamente afecta a los dueños de las estancias, afecta a las mamás y al ingreso de la familia mexicana en cuestión, a las empresas en donde trabajan las mamás. En otras palabras, esta decisión no debe tomarse a la ligera por nuestros representa­ntes, las mamás y sus ingresos son un elemento esencial en la derrama económica de nuestras ciudades, no se trata de quién cuidará a las niñas y niños solamente, sino lo que significa que las mamás trabajen, o no, en términos sociales y económicos.

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CECILIA GARCÍA

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