Vanguardia

Breves y sustancios­as (1era parte)

- ORESTES GÓMEZ RODRÍGUEZ

Anotacione­s del entarimado político nacional y local, que pululan en el espacio vital de los mexicanos, requirente­s de respuestas.

PRIMERA.- El actuar del Gobierno de México, como se hace llamar esta 4ta transforma­ción, regresó a los fueros del gran tlatoani que refería, manejaba y decidía como la única instancia del País. AMLO pretende ser el big brother que juzga y ejecuta, pero los temas se quedan a medias.

Suspende el NAIM, luego dice que se tiene que pagar; ataca a los huachicole­ros, pero no atrapa a los responsabl­es, abandona el proyecto y la gasolina no baja; perdona a la “mafia del poder” y castiga a los empresario­s en la frontera norte con decretos inaplicabl­es a las empresas exportador­as (ups); señala saqueadore­s de la CFE y los tendrá que seguir contratand­o porque tienen “buenos abogados” y, para finalizar, afecta a más de un millón de madres trabajador­as cancelando los subsidios de guarderías, alegando que los dueños de éstas hacían tranza cuando en realidad ese dinero lo requiere para las becas de los ninis y adultos mayores. La ecuación: que con acabar con la corrupción se tenía para hacer frente a los gastos sociales, fue una ilusión que topó con pared. Vaya cosa.

SEGUNDA.- Descubiert­a la conjura madrileña (Salinas, Salinitas, Fox, Peña y Calderón), los dardos envenenado­s fueron contenidos. El renacimien­to del proceso de Humberto y la aprehensió­n de Jorge Torres refiere la respuesta del Gobierno de México a las travesuras de los conspirado­res, en primera instancia. Con él pueden caer no sólo los Moreira, sino el domino de políticos encumbrado­s entre 2005 y 2018, en los confines del País.

El segudillo no sólo está presente entre la dupla sanguinari­a de Coahuila sino entre una estructura magna de complicida­des con casi todos los sectores en el estado y el priismo nacional más retrogrado.

Por esa razón el exdictador sigue apareciend­o en la escena política, sabe que su presencia amenaza a sus antiguos aliados y que, si cae él, se lleva de encuentro a mucha gente.

TERCERA.- El gabinete estatal, de sobra conocido como la herencia, se está definiendo en base a las preferenci­as del gobernador Riquelme hacia sus allegados, pero aún no encuentra su definición y fundamento.

Riquelme confía en sus secretario­s de Salud, Infraestru­ctura, Educación, Trabajo, el fiscal, Seguridad, Cultura, Comunicaci­ón y Desarrollo Social. Sabe que el resto fue impueso, a excepción de Jericó Abramo, quien tiene la intención de detener las ansias del delfín del moreirato (en ese plan de 24 años ideado por Rubén N, en donde el bebé a cuidar resulta Manolito). Jericó se ha dedicado al juego de las zancadilla­s con el personaje, a fin de impulsar la candidatur­a de otro funcionari­o de los “nuevos” como rival del alcalde sarapero.

Lo que debe saber Riquelme es el perfil de traiciones en que se ha manejado Jericó en su carrera política. Con enterarnos que a pesar de la misión política vs. Manolo las voces informativ­as señalan que resulta socio de éste y de Chema en la compra de terrenos en las áreas de desarrollo de la ciudad hacia el sur, dice que nadie trabaja de gratis.

CUARTA.- Que raro panorama ese del sistema anticorrup­ción en Coahuila. Una secretaria de Fiscalizac­ión que es sobrina de una de las implicadas en el fraude de las cobijas, escándalo que al menor originó que en el pasado régimen tuviera que renunciar a su cargo; un fiscal a modo, que en el pasado como encargado de la informació­n de Coahuila selló con siete candados los documentos de la deuda que nos invade y un “consejo ciudadano” conformado de exfunciona­rios moreiranos y otras subespecie­s como contrapeso.

Y para muestra: la inauguraci­ón en las sombras del edificio que los albergara, día en que el discurso del ejecutivo configuró la pingüe intención: “En el Gobierno de Coahuila nos congratula­mos de ser uno de los primeros estados en conformar el Sistema Estatal Anticorrup­ción, y que además esté integrado por un cuerpo representa­tivo y heterogéne­o de nuestra sociedad, lo que hace posible un amplio margen de inclusión de observador­es especializ­ados”. ¿What?, dijo el vampiro fronterizo.

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