Lo ameno de la muerte
Los periódicos —los medios de comunicación—, poseen su propio y poderoso sistema vital. No es un sistema cualquiera, sino un sistema que le asegure una buena dotación de noticias primordiales.
Porque no cualquier noticia es apropiada para el necesario vigor del sistema que forma parte de los medios de información, sino aquella que contiene una dosis con la cual acentuar el adobo de su producto típico que en general gira alrededor de pasajes inquietantes.
Dicho de otro modo, así como el negocio de hacer chocolates sería inconcebible sin el azúcar
(el chocolate es muy amargo), el medio de información requiere necesariamente del condimento de la muerte o la caída de un poderoso, para llegar al punto crítico, al ‘punto de nieve’, en el paladar del lector.
Sin la muerte y la violencia bajo todas sus formas, no cabe imaginar la permanencia de los medios de información. De hecho, en la actualidad, el pringue del miedo llega pegado a la vida normal. Note que la defunción es al éxito de la información lo que la caridad es al logro de la Salvación. En la extraña situación actual, la epidemia de secuestros y muertes violentas cumple de manera efectiva con parte importante del modelo de alimentación informativa.
Gracias a la inseguridad la sociedad recibe, en dosis de información debidamente administradas, sorbos de muerte y violencia que vulneran la tranquilidad cotidiana.
Y la muerte violenta añade a su posibilidad de ocurrencia, el adobo de que, con bastante frecuencia, los más afectados suelen ser los jóvenes, y la admiración de que en nuestras comunidades la muerte se puede ver con sólo caminar por sus calles y plazas. (Vicente Verdú, escritor y periodista/ © El País, SL. Todos los derechos reservados)