Vanguardia

¿Duele la muerte?

- @marcosdura­nf

Vedado para muchos y evadido por otros, el tema de vez en cuando se aparece en nuestras conversaci­ones. A todos nos preocupa la muerte porque siempre hemos asociado a nuestro cuerpo con la vida. Lo reflexiona­mos y nos hacemos la pregunta sobre qué sucede después de ella. Fue en una de esas pláticas que le dije a Sandra, mi esposa: A mí no me vayan a cremar porque no sabemos si va a doler. Ella me dio la respuesta lógica: No te puede doler si ya vas a estar muerto. Pero es posible que esté equivocada. Nuevas teorías e investigac­iones de la ciencia nos pueden hacer creer que la muerte pudiera no ser el fin de todo. Una investigac­ión de científico­s de la Universida­d de Montreal dio a conocer hace algunos años sorprenden­tes resultados de una investigac­ión, que habría encontrado actividad cerebral en un humano aun cuando el electroenc­efalograma se encontraba más allá de la línea plana.

Por años, la ciencia había dado como cierto que después de esa línea no hay (o había) nada, sólo la muerte. Pero en la investigac­ión este no fue el caso. Y es que hallazgos sugieren que pudiera existir una nueva frontera sorprenden­te en el cerebro. Para llegar a estas conclusion­es observaron a un paciente en estado en coma profundo a causa de un medicament­o antiepilép­tico que utilizaba por problemas de salud.

Fue ahí que notaron que, aun con el electroenc­efalograma en línea plana, el cerebro registró actividad en forma de oscilacion­es generadas en el hipocampo, responsabl­e del aprendizaj­e y la memoria en nuestro cerebro. Después hicieron este mismo experiment­o con 100 gatos y los resultados fueron exactament­e los mismos.

Sobre ese tema ha investigad­o el científico Robert Lanza, jefe de Medicina Regenerati­va en la empresa Astellas Global Regenerati­ve Medicine, quién es además profesor adjunto en la Escuela de Medicina de la Universida­d de Wake Forest. Su investigac­ión actual se centra en las células madre y la medicina regenerati­va y su potencial para proporcion­ar terapias para algunas de las enfermedad­es más mortales y debilitant­es.

Lanza ha obtenido premios y escrito más de 30 libros de ciencia entre ellos. El profesor es una referencia definitiva en su campo y uno de los científico­s más respetados en el mundo, en ocasiones comparado con Albert Einstein por su “pensamient­o rebelde”.

Hace unos años, Robert Lanza y el conocido astrónomo Bob Berman dieron a conocer una nueva teoría: el Biocentris­mo, una nueva visión revolucion­aria del universo. Ambos sostienen que el espacio y el tiempo sólo existen como un medio para entender el mundo que nos rodea y que sin la conciencia, el espacio y tiempo no podrían existir realmente y, por lo tanto, no morimos nunca.

Afirman que, sin la existencia concreta del tiempo, la muerte es sólo un reinicio que conduce a todas las posibilida­des como el de los universos paralelos que aseguran existen y en donde hay vida.

Desconozco si Robert Lanza tenga razón, pero su idea es tan radical que puede sacudir los cimientos del conocimien­to científico, algo que ya ha sucedido antes. Hace 500 años los humanos aseguraban que la Tierra era plana y que éramos el centro del Universo. Hace 150 años creíamos que nuestro origen estaba en Adán y Eva hasta que Darwin cimbró al mundo con su Teoría de la Evolución. Hoy, todo eso parece tan absurdo como absurda puede parecer hoy la teoría de Lanza y Berman.

El Biocentris­mo propone ideas sorprenden­tes que nos pueden llevar en un viaje inesperado a través de un universo paralelo en donde el espacio, el tiempo y la muerte son solo una visión de un mundo que deja de lado los apegos a una vida creada por la conciencia que hoy nos hace creer que después de la muerte no hay nada.

Aún no lo sabemos, pero quizás la vida y el cuerpo humano como hasta ahora la conocemos son mucho más que una extraña mezcla de oxígeno, carbono y algunos otros químicos y que, como asegura la teoría de Lanza, la vida es esencialme­nte inmortal.

Lo preocupant­e en todo caso es que esta inmortalid­ad resulta poco atractiva porque si en esta o en otra vida seguimos perpetuand­o nuestros errores y horrores, construyen­do como hasta ahora una vida llena de miseria, enfermedad, ignorancia, desigualda­d, codicia y violencia, en ese caso lo que duele no es la muerte, lo que duele es la vida.

El Biocentris­mo propone ideas sorprenden­tes que nos pueden llevar en un viaje inesperado a través de un universo paralelo

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MARCOS DURÁN

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