Vanguardia

Lluvia, gritos, empujones y esperanza

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CDMX.- Cielo gris sobre el corazón del país, ropas mojadas, sombrillas, capas de plástico. Son los minutos previos a que el presidente Andrés Manuel López Obrador salga a la plancha del Zócalo.

Afuera sus fieles seguidores comienzan a llenar a cuentagota­s el corazón político del país, esa centenaria arena donde López Obrador es el amo, pues como opositor es quizá el político que más veces lo ha llenado.

Pero ahora ya como gobierno sufre del desgaste natural de todo mandatario y se ven algunos espacios vacíos que se asoman a un costado de Palacio Nacional, la nueva oficina del presidente de México.

Es el festejo del primer año del triunfo electoral, cuando más de 30 millones de ciudadanos le dieron la confianza con la esperanza de un cambio.

Faltan unos minutos para que salga y en la plaza el ya clásico grito de “¡Es un honor estar con Obrador!” se funde por momentos con miles que corean la estrofa “Y yo que te deseo a morir” de “La Diosa de la Cumbia”.

En punto de las 16:55 horas las hojas de madera de la Puerta Mariana se abren y salen el Presidente, acompañado de su esposa, Beatriz Gutiérrez, saludando a decenas de ciudadanos que se desgañitab­an al verlos.

Previament­e salieron los titulares de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval; de Marina, José Rafael Ojeda; en silla de ruedas hizo lo propio el titular de Seguridad, Alfonso Durazo; el de Comunicaci­ones y Transporte­s, Javier Jiménez Espriú, y el jefe de la Oficina de la Presidenci­a, Alfonso Romo.

También están los hijos mayores del titular del Ejecutivo, José Ramón, Andrés y Gonzalo López Beltrán, quienes comieron junto con el Presidente en Palacio Nacional.

Por las calles de Madero y 5 de Mayo llegaron los “invitados especiales”, como los empresario­s Miguel Rincón, compadre del titular del Ejecutivo, quien fue el primero en tomar su lugar; luego el magnate Carlos Slim, quien aprovecha la experienci­a en mítines del subsecreta­rio de Gobernació­n Alejandro Encinas para moverse entre la gente.

Quien no tuvo la misma suerte, fue el dueño de Televisa, Emilio Azcárraga, quien entre empujones de la gente se abrió paso, pero al reconocerl­o algunos ciudadanos se lanzaron con “¡Fuera Televisa!”.

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Asistencia. La comunidad LGBT+ se hizo presente en el Zócalo capitalino.

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