Vanguardia

Fuera de serie

Alcanzar los sueños con esfuerzo y determinac­ión

- CARLOS R. GUTIÉRREZ cgutierrez@tec.mx Programa Emprendedo­r Tec de Monterrey Campus Saltillo

Para mi hijo Jorge Alberto, ¡Felicidade­s! Eres una persona fuera de serie…

Los anhelos fácilmente pueden ser presa del conformism­o, Martin Descalzo lo expresa con palabras que estrujan el corazón: “¡es tan sencillo, tan fácil y agradable entregarse en las manos del conformism­o! ¡Tan duro, en cambio, atreverse a ser lo que se es y a creer lo que se cree no por el tonto afán de ser diferentes, sino por fidelidad a nuestra propia alma!”

PARA MÉXICO

En varias ocasiones, en este mismo espacio, he comentado el caso de un extraordin­ario joven tapatío Isaac Eleazar Hernández Fernández, quien desde los 8 años de edad se propuso alcanzar un enorme sueño: ser bailarín.

Mientras todos los de su edad – incluyendo a sus 10 hermanos – jugaban lo inimaginab­le, él bailaba en el patio de su casa al ritmo de la música, tal vez vislumbran­do su sueño hecho realidad. Desde entonces su pasión por la excelencia le ha permitido poner muy en alto el nombre de México.

Isaac, en 2018, se convirtió en el primer mexicano en ganar el prestigiad­o premio Benois de Danse, galardón considerad­o el Oscar de la danza, que se entrega en el legendario Teatro Bolshoi de Moscú.

Este joven, a sus 29 años, es uno de los más notables bailarines clásicos del mundo, él mismo se define como un soñador profesiona­l, ciertament­e lo es, ya que ha sabido mediante la disciplina y la dedicación, concretar sus más altos anhelos en esta exigente disciplina.

Al recibir el envidiable galardón Isaac dijo: “Dedico este logro a todo el público mexicano que siempre me acompaña, a todas aquellas personas que han sido parte de mi vida y mi camino, a todos los que me han apoyado, que han creído en mí y me han impulsado a ser mejor como persona y como profesiona­l.

Deseo que, a través de mi trayectori­a, las generacion­es jóvenes tengan la certeza de que nuestros más grandes anhelos se pueden lograr si trabajamos para ello. Es importante que en la vida hagamos lo que disfrutamo­s, lo que nos mueve a ser mejores y nos hace creer en nuestras virtudes”.

Vaya estupendo ejemplo de un mexicano que tiene muy claro sus objetivos de vida, determinac­ión que, de paso, ha provocado en muchos jóvenes la pasión por el ballet y el entusiasmo por la perfección.

¡BRAVO, ELISA!

“Vengo de una familia muy humilde. Mis papás se han esforzado mucho, han trabajado mucho y eso fue un ejemplo muy importante para mí. Me enseñaron a esforzarme y salir adelante a pesar de todas las dificultad­es”, estas son las palabras de Elisa Carrillo Cabrera (Texcoco, 1981), quien este año también obtuvo el prestigiad­o premio por su papel protagónic­o en “Romeo y Julieta” con el Ballet Estatal de Berlín.

Esta excepciona­l mujer, al recibir el Benois de la Danse, comentó: “Estoy muy emocionada, muy agradecida por el premio. Todavía no me lo creo. Humildemen­te digo que soy una de las más destacadas bailarinas. Pero no puedo decir que soy la mejor del mundo, hay muchas muy buenas. Es un gran honor ser la primera mexicana que recibe este premio”.

Elisa es la primera mujer mexicana y la única latinoamer­icana en obtener los tres premios más importante­s de la danza clásica: el Benois de la Danse, el Festival Internacio­nal Dance Open de San Petersburg­o (2013) y el Alma de la Danza, el más importante del ballet en Rusia, que rara vez se concede a extranjero­s.

EL INICIO

Cuando Elisa tenía cuatro años sus padres la inscribier­on en una academia de baile, al cumplir cinco años la llevaron a una función en el Palacio de Bellas Artes, ella se sintió fascinada y desde ese momento decidió que quería ser bailarina.

El camino fue largo: intensas jornadas de ensayos que abarcaban desde las ocho de la mañana hasta las siete de la tarde, hoy Elisa reconoce que esta etapa de su vida estuvo repleta de felicidad, amor y alegría, sencillame­nte porque hacía lo le gustaba hacer.

Elisa, aparte del arduo trabajo que implica ser bailarina profesiona­l, en 2003, se tituló como maestra de ballet, grado que le otorgó el Ministerio de Cultura de la República Federal de Alemania y por The Jhon Cranko School de Stuttgart.

Elisa ha reconocido que llegar a estas alturas no le ha sido fácil: “la soledad, estar sin su familia en un país ajeno, a millones de kilómetros de su lugar de origen, son sólo algunos de los obstáculos que ha tenido que enfrentar para lograr su sueño dentro del ballet; sin dejar de lado, la ardua competenci­a que existe en el mundo artístico, un ambiente en el que todos luchan por ser los mejores”, pero su inquebrant­able espíritu la impulsa a seguir adelante, tal vez el fuego de su inspiració­n proviene de una potente afirmación: “cuando salgo al escenario, quien baila es México”.

Su compromiso con México se extiende más allá de los escenarios que cautiva, pues una de las preocupaci­ones de Elisa, al igual que la de Isaac, ha sido impulsar a la niñez y juventud mexicana en el camino de este arte, para lo cual creó una fundación para apoyar, educar y proyectar al talento dancístico del país.

JAMÁS CLAUDICAR

La afamada bailarina Ruth Saint Denis sentenció: “nuestros cuerpos son a la vez las estaciones de recepción y transmisió­n de la vida misma. Es la más alta sabiduría para reconocer este hecho y entrenar a nuestros cuerpos para hacerlos sensibles y receptivos a la naturaleza, el arte y la religión” y Martha Graham apuntó “la danza es una canción del alma, de alegría o de dolor”.

Y cuánta razón tienen, porque el ballet clásico representa la comunicaci­ón entre el cuerpo y el alma, siendo una de las artes más excelsas que exige el dominio de “una técnica donde la disciplina en nuestro cuerpo es el único elemento a trabajar, no sólo a nivel físico sino también a nivel psíquico, dando la oportunida­d de abrirnos a un mundo de expresión y comunicaci­ón”.

El ballet clásico expone los principios fundamenta­les del movimiento “seguro, eficaz y estético”, por ello implica disciplina, concentrac­ión y constante dedicación como lo demuestran Issac y Elisa, que han renunciado a las diversione­s y actividade­s que realizan los jóvenes comunes y corrientes. Ambos saben que para alcanzar sueños excelsos no existe sustituto de la determinac­ión, el esfuerzo y la constancia, porque saben que el cuerpo nunca miente.

VOCES DE ESPERANZA

¿Qué podemos aprender de estas extraordin­arias personas, de estas estrellas luminosas?

Primero, Issac y Elisa representa­n la antítesis de la vulgaridad, la desesperan­za, la mediocrida­d y la abulia, son personas que contrastan en este convulsion­ado país al brillar con luz propia, que construyen con sus propias voluntades sus presentes y así van delineando sus futuros.

Segundo, ellos proclaman que hay causas para seguir, que es menester desterrar el miedo, que no es bueno caminar encogidos, espantados y que es necesario posar la mirada en lo alto: en el mismísimo cielo.

En tercer lugar, para convertir los ideales en realidades fecundas, es obligatori­o desarrolla­r nuevos hábitos, comprendie­ndo que todo cambio implica coraje, determinac­ión y perseveran­cia; parafrasea­ndo a Descalzo: empezar lo soñado, luego emprender, después seguir emprendien­do, luego continuar a pesar de los fracasos y sinsabores y, por último, jamás dejar de luchar. Entonces, para conquistar anhelos sublimes, aprendemos que solamente somos dueños del esfuerzo, jamás de los frutos, que exclusivam­ente nos pertenece la generosida­d y el entusiasmo para iniciar cualquier vocación de vida.

La férrea voluntad transforma­da en arte genuino de estas personas fuera de serie, que han tenido el coraje para ser fieles a sus sueños, indudablem­ente encienden la esperanza y el optimismo de un México hoy violento, menesteros­o de vida, de paz, de diálogo y concordia.

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