Vanguardia

La renuncia de Urzúa, el miedo, la respuesta que se necesita

- CARLOS LORET DE MOLA A. @Carloslore­t

No es hora de las estridenci­as ni de la histeria. No es hora de la burla vengativa ni del “te lo dije”. La renuncia del hoy exsecretar­io de Hacienda es verdaderam­ente grave.

Lo que dice en su carta de salida debe ser tomado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, por el Gobierno y sus opositores, y por la opinión pública con la mayor seriedad, serenidad y decisión de no jugar a las politiquer­ías que pueden llevar a este País a la desgracia.

El segundo párrafo de la carta es brutal para la estabilida­d económica de México. El tercer párrafo es brutal para el discurso político del Presidente. En el segundo le dice que “en esta administra­ción se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento”, sin evidencia, sin cuidar los efectos. En el tercero acusa la existencia de “personajes influyente­s del actual gobierno con un patente conflicto de interés” que imponen funcionari­os sin conocimien­tos. El segundo párrafo debe obligar al Presidente a tomar medidas. El tercer párrafo debe obligar al saliente secretario de Hacienda a denunciar, con nombre y apellido, a quienes están cometiendo esos presuntos delitos. El segundo párrafo puede terminar de derrumbar la calificaci­ón crediticia de México. El tercer párrafo desmonta la ilusión del Presidente de que el suyo es un gobierno sin corrupción ni intereses.

Viniendo de quien viene, pues, la carta de renuncia del secretario de Hacienda de México es un golpe brutal al Gobierno. Es otra campana de alerta que suena desde adentro del barco. Si el Presidente ha descalific­ado los llamados que recibe desde afuera, no puede seguir desdeñando los que surgen desde adentro.

Seriedad, serenidad y decisión. Es momento de que Andrés Manuel López Obrador muestre que es un hombre de Estado.

Es momento de que el Presidente de la economía número 15 del mundo mande una señal de que este barco podrá sortear la marea: es hora de que anuncie la cancelació­n de alguno de sus grandes e ineficient­es proyectos: Dos Bocas, Santa Lucía, el Tren Maya. Al menos uno, que envíe el mensaje de que es capaz de rectificar frente a los callejones sin salida. Que está obsesionad­o en sacar a México de la corrupción y pobreza, pero no está obsesionad­o frente al cúmulo de evidencia de que algunas de sus políticas públicas sólo van a hacer retroceder al País.

Es momento de que el presidente López Obrador devuelva a Arturo Herrera la credibilid­ad que él mismo le arrebató. Siendo el secretario Herrera un discípulo del doctor Carlos Urzúa, no dudo que parte de la negociació­n de la salida hubiera sido que Herrera se mantuviera de relevo. Pero lo que exige el mundo del dinero a un secretario de Hacienda es que pueda decirle que no a su Presidente y que por su boca habla el Presidente. López Obrador desacredit­ó en el pasado dos veces a Herrera: una cuando el entonces subsecreta­rio de Hacienda dijo que no había dinero para construir la refinería en Dos Bocas y otra cuando habló de la necesidad de cobrar tenencia. La renuncia de Urzúa puede abrirle a Herrera un mayor margen de maniobra frente al Presidente. Ojalá.

Es momento de dejar de insistir en el peso fuerte y la alta recaudació­n, cuando la economía apunta a la recesión y la moneda está así porque la tasa de interés en México es altísima (más de 8 por ciento contra 0.25 por ciento de Estados Unidos).

El Presidente ha dicho una y otra vez que para sacar al País de la pobreza necesita crecimient­o económico, y que para tener crecimient­o requiere de la inversión privada. La carta de Urzúa obliga a que demuestre que no son sólo palabras.

SACIAMORBO­S

¡La cara de Herrera durante los 6 minutos del video!

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