Vanguardia

EL SAN JUDAS DE LOS ZETAS

- JESÚS PEÑA

Le dicen el Barrio de San Judas y decían de este barrio que el que entraba aquí, no salía o salía con las patas por delante.

La primera vez que oí hablar de este arrabal, situado en las entrañas de la colonia Mundo Nuevo, en Piedras Negras, fue hace como tres años, cuando fui a esta frontera, pomposamen­te llamada la más segura de México, a hacer un reportaje sobre desapareci­dos.

De este barrio, de casas bajas y calles serpentead­as, se contaban historias tremebunda­s de sicarios y narcos en camionetas que armaban balaceras y mataban por todo el municipio.

Pero su fama se debía indudablem­ente a que aquí nacieron los altos mandos de los Zetas de la Región Norte del Estado.

Se hablaba en voz baja de que aquí se había forjado un tal Celso, un narcotrafi­cante al estilo de la vieja escuela que, después supe, se mandó hacer una mansión con zoológico y toda la cosa, en el corazón del barrio.

Se hablaba del Metro Alfa, un agente de tránsito que ascendió a capo de la droga y así progresó.

Y de un Comandante Enano, muerto ya en una gresca entre marcos y fuerza del Estado, que era el lavacoches de Celso y luego mutó en uno de los jefes zetas más sanguinari­os de la región.

El barrio de San Judas con su capilla de San Judas y su fastuosa fiesta, fiesta babilónica del 28 de octubre, la fiesta que organizaba y auspiciaba el narco.

Una fiesta que duraba nada menos que una semana en que las calles aledañas al templo se cerraban por órdenes ya le dije de quién.

A esta fiesta, donde había comida, juegos mecánicos gratis y conjuntos musicales renombrado­s de la onda grupera, venía gente de todo Piedras Negras y puntos circunveci­nos.

Es el barrio de San Judas que antaño fue la zona de tolerancia de Piedras y que por supuesto no se encuentra en las guías turísticas de Coahuila.

Qué historia.

Yo estuve ahí en varias ocasiones y lo digo sin presunción.

Fue una experienci­a grande caminar sus calles, tocar sus puertas y platicar con su gente, gente humilde, sencilla, que no negaba su origen, su cuna, qué ganaba con hacerlo.

“Ellos fueron los que levantaron al barrio, pinche Gobierno no vale madre”, decían con orgullo de sus vecinos de toda la vida metidos a delincuent­es, a criminales.

Yo estuve en el barrio de San Judas y lo digo sin presunción.

Y con ese trabajo ganamos el año pasado la Primera Mención Honorífica del Premio SIP.

Y lo digo sin presunción, que conste.

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