El futuro laboral es híbrido
Se acabó lo de discriminar las artes de las ciencias. Cada vez hay más escuelas que ponen a trabajar a jóvenes con distintos talentos y lógica. Humanidades con matemáticas, mecánica con danza, programación junto a oratoria. La brecha ya no está en esa dicotomía, está en el lenguaje. El de programación, que obliga a cambiar a todos los oficios y el sistema educativo. No se trata de apilar títulos y estudios, sino de tener margen de maniobra para cambiar de carretera si el mundo laboral se transforma. El mercado demanda profesionales con formación híbrida.
“Todos los estudios deben integrar una visión global de la materia en cuestión, otra de tecnología y otra de negocio. Porque si no, estamos formando estudiantes que no están preparados para el mercado global”, expone Javier de Cendra, decano de la escuela de Derecho del Instituto de Empresa. En este centro se integra el derecho con la política y la economía, que recomiendan completar estos estudios con otro título de Ciencia de Datos. También combinan filosofía, derecho, política y economía. “La filosofía es fundamental en la revolución digital. Es necesario dotarles de habilidades técnicas, pero también tener visión antropológica”. Pone como ejemplo Silicon Valley, donde muchos de los grandes ejecutivos vienen de carreras como filosofía, política, sociología, literatura e incluso de historia y danza. Por poner un ejemplo de esta hibridación, la coreógrafa y bailarina Catie Cuan es uno de los fichajes del Laboratorio de Robótica, Automatización y Danza (RAD Lab) de la Universidad de Illinois.
No hay que tener una bola de cristal para vislumbrar el mercado laboral a medio y largo plazo. La industria 4.0 tiene que ver con robotización, inteligencia artificial, realidad virtual y otros lenguajes que necesitan formar parte del sistema educativo. “No hay una sola profesión que se vaya a hibridar: todas van a mutar, y los oficios van a cambiar”, defiende Juan José Juárez, coordinador en la Fundación Bertelsmann, dedicada a la orientación en educación y empleo. Asegura que estos puestos de trabajo híbridos, muy demandados y escasos, están pagados “un 25 por ciento mejor que el resto de profesionales porque además denotan ser gente que se sabe buscar la vida ante la falta de respuestas en el mundo educativo”. Mantiene que los estudios deberían ser más personalizados y flexibles desde la escuela —menciona los estudios de bachillerato, “silos rígidos” en sus cuatro variantes— y después en la Universidad, “porque allí pasan cuatro años sin poder cambiar de rama”.
El mercado laboral marca dos hibridaciones claras. Una, la de las profesiones analógicas, con inyección tecnológica “en sectores como la banca, los seguros o la medicina”, expone De Cendra. Y otra, la de las profesiones que ya son tecnológicas, pero que necesitan de humanidades. Eso es la transformación: que los conocimientos entre disciplinas se compartirán de forma más ágil. “¿Qué sentido tiene un bachillerato de artes donde no interactúan con la tecnología, que es un lenguaje perfecto para que desarrollen sus aptitudes y además con alta demanda, por ejemplo con los dibujos animados?”, se pregunta Juárez.