Vanguardia

NOTA DEL EDITOR

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Sherlock Holmes sabía que el ‘cornezuelo del centeno’ (Claviceps purpurea), también conocido como ‘ergot del centeno’ era un hongo parásito que suele afectar a una gran variedad de cereales y gramíneas, pero sobre todo al centeno.

Y sabía que el cornezuelo contiene alcaloides del grupo de la ergotamina, que tienen un amplio espectro de acción en el cuerpo humano, incluidos los efectos vasoconstr­ictores, es decir su capacidad para constreñir los vasos sanguíneos. Por eso se utilizaba para detener las hemorragia­s uterinas tras el parto.

Los estudios de la ergotamina llevaron más tarde al descubrimi­ento de la ‘dietilamid­a del ácido lisérgico’, mejor conocida como LSD. Y Conan Doyle creía que ese efecto podría ser útil para detener la llamada ‘tabes dorsal’, una consecuenc­ia de la sífilis no tratada que se caracteriz­a por debilidad muscular.

La tabes dorsal es una forma de neurosífil­is, una complicaci­ón de la sífilis que se produce en etapas tardías de la enfermedad.

La sífilis es una infección bacteriana que se transmite por contacto sexual.

En la actualidad, la tabes dorsal es poco frecuente ya que la sífilis se trata generalmen­te en las etapas iniciales de la enfermedad.

Sea como fuere, la sífilis fue la primera condición médica utilizada en la literatura personal de Conan Doyle, que desde ese momento sirvió de sello a quien se convertirí­a en un destacado escritor.

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