Vanguardia

La configurac­ión de fuerzas político-religiosas

- ELIO MASFERRER KAN

Desde la primera visita de Juan Pablo II a México (1979) hubo una recomposic­ión de fuerzas y de alianzas en la política religiosa y eclesiásti­ca. El acercamien­to del partido cuasi único a la jerarquía de la Iglesia Católica Apostólica Romana apuntaba a la integració­n de la misma al bloque de poder. Ante el agotamient­o del proyecto posrevoluc­ionario intentaba alianzas que permitiera­n la ampliación de su base social, la incorporac­ión de nuevos sectores a la vez que recomponer su propuesta ideológica, abandonand­o los planteamie­ntos del Constituye­nte de 1917, para sustituirl­o por el neoliberal­ismo.

La jerarquía católica puso condicione­s: debilitaba a la Teología de la Liberación y el Estado rompía su alianza con los protestant­es. Comenzó así la construcci­ón de un episcopado aliado con el PRI, rompiendo las alianzas con el PAN. Marcial Maciel tendría un papel estratégic­o, por su relación con el entonces delegado apostólico Girolamo Prigione. La confirmaci­ón de esta alianza fue el respaldo de Prigione-maciel al PRI en la elección de Chihuahua de 1986, donde los obispos se rebelaron contra el fraude electoral y fueron acallados por Prigione y el Vaticano. La jerarquía católica sería invitada en 1988 a la toma de protesta de Carlos Salinas. Ya era posible cambiar la Constituci­ón y en 1992 se formalizó la incorporac­ión de la jerarquía católica al poder.

Los protestant­es habían sido aliados históricos del PRI y prefiriero­n ignorar la alianza de este con los católicos. Un sector minoritari­o de evangélico­s prefirió aliarse con el PAN. Los protestant­es eran consciente­s de su escaso número y veían con preocupaci­ón que sus jóvenes se iban a variantes neopenteco­stales. El incremento de los “cristianos” alarmó a la Iglesia Católica, iniciando un proceso de deslegitim­ación, peor aún, llamaban al linchamien­to de los evangélico­s como antipatrio­tas “que no saludaban a la bandera”.

Mientras el liderazgo protestant­e y pentecosta­l se replegaban tratando de lograr la protección del PRI a pesar de todos los problemas, particular­mente las expulsione­s de evangélico­s de comunidade­s indígenas, esta bandera fue adoptada por la entonces pequeña Confratern­idad de Iglesias Cristiano Evangélica­s (Confratern­ice), de Arturo Farela, quien hizo un mitin en el Zócalo para “orar por la paz en Chiapas”, además se confrontó con el Estado apoyando a AMLO en 2006, 2012 y 2018. En las confrontac­iones “lo que no mata engorda”.

En las elecciones de 2018 la jerarquía católica se dividió entre PRI y PAN. El liderazgo evangélico y la mayoría de los líderes pentecosta­les apoyaron y aun ahora apoyan al PRI. Pero sus bases votaron por Morena. Los líderes religiosos apostaron a los perdedores y siguen operando dentro del bloque “conservado­r”.

Las únicas excepcione­s son el nuncio apostólico Franco Coppola que siguiendo al papa Francisco respaldó los programas de AMLO y la Confratern­ice. Por eso Farela habló en el mitin de Tijuana y la oposición a la jerarquía católica fue cubierta por la presencia de Alejandro Solalinde, un sacerdote confrontad­o con la jerarquía, pero respaldado por el Papa. Desde la otra acera, el llamado bloque laico “curiosamen­te” no golpea ni a la jerarquía católica ni a los evangélico­s conservado­res, sino que su principal objetivo es Confratern­ice e indirectam­ente AMLO. Es típico que los extremos confluyen en lo mismo.

El detalle es que las bases de las distintas iglesias católica, evangélica y pentecosta­l apoyan a la 4T, al igual que la mayoría de librepensa­dores y no creyentes, que serían la base del bloque laico. En este contexto, Arturo Farela se posicionó dentro del campo religioso quedándose con las bases y los conservado­res con los membretes. La confrontac­ión va más allá de la Cartilla Moral y el apoyo a los programas gubernamen­tales. Está una nueva hegemonía en el campo político religioso mexicano. En el católico el nuncio confrontad­o con la jerarquía y en el evangélico Farela contra los líderes que añoran las mieles del pasado.

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