CUMPLE SALTILLO SUS 442 COLMADO DE NUEVOS RETOS
Colonias como “La Topo” fueron fundamentales para que se crearan los nuevos sectores en la ciudad. Es probable que la mayoría de los habitantes nacidos en Saltillo tengan un familiar proveniente de este tipo de barrios bravos que en su mayoría tienen más
Hoy más que nunca ondea de un lado a otro el sarape como gigantesca serpentina en la celebración de los 442 años de fundación de la ciudad. Se desborda la alegría, pero también aflora la preocupación por el futuro: los retos a enfrentar para hacer de Saltillo un mejor lugar para vivir.
Para el alcalde Manolo Jiménez mantener la seguridad es uno de los principales desafíos de su administración, le sigue el transporte que pronto iniciará su segunda etapa para mejorar el sistema y por último consolidar los proyectos de obra pública.
Aunque éstos son los tres principales retos que quiere resolver Jiménez antes de que termine su gestión, la ciudad, que en unos 5 o 6 años llegará al millón de habitantes, enfrenta el problema de abastecimiento de agua y la creación de nuevas vialidades.
En el aniversario de Saltillo también se recuerda que es la cuna del sindicalismo, pues en mayo de 1918 se fundó la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), de donde surgieron la CTM y la CROC.
La ciudad sigue creciendo con la llegada de personas de otros pueblos y ciudades, quienes durante una encuesta manifestaron que el clima es lo que más les agrada de este lugar.
Los festejos continúan hoy con las mañanitas en el Mirador de la Plaza México, a las 7:00 horas; la entrega de la Presea Saltillo 2019 en sesión solemne de Cabildo, a las 17:30 horas, y a las 20:00 horas Guadalupe Pineda deleitará con su canto en el Concierto de Clausura.
un “1908” escrito con pequeñas letras de acero encima de la puerta registra el año de su construcción.
La fachada de adobe maltratado casi cae encima de la cuneta de la privada Buenos Aires de la colonia Topo Chico. “Es la casa de los familiares de Agustín Jaime”, dicen los vecinos.
Cuando mataron a Agustín Jaime en la calle de Matamoros en 1933 en una cantina cercana a esa casa que se encuentra a escasos 150 metros, le compusieron un corrido que pasó de boca en boca hasta llegar a los oídos de El Piporro.
De acuerdo con el investigador de la UANL, Hugo Rafael Pimentel García, Agustín Jaime vivió en la esquina de la calle Abasolo y Coss. Esto coincide con un trabajo de investigación realizado por los arquitectos Andrés Garza Elguézabal y Alberto Dávila Domínguez en el que señalan que el nombre del barrio se debe a una tienda ubicada en Abasolo casi esquina con Coss nombrada “El Topo Chico”.
Era común que en aquellos años los espacios se convirtieran en referencia para la ubicación. Lo mismo pasó con el barrio “Águila de Oro, en donde el nombre de la tienda “El Águila de Oro” fue después el nombre de la colonia.
Otra de la referencias, difíciles de encontrar, sobre el nombre de la colonia es que se le debe a don José Hernández, quien platicaba que se lo puso copiando al barrio que existe en Monterrey. El hombre era dueño de una panadería muy famosa.
Sea una o la otra, me imagino a Agustín Jaime yendo a comprar unos cigarros o unos botes de cheve a la tienda, o una concha para acompañar su café de olla, al “Topo Chico”, obviamente sin saber que un siglo después, Agustín protagonizaría un corrido hiperpopular y el nombre de la tienda sería el de la actual colonia.
En la esquina del actual Abasolo y Coss ahora es una refaccionaria atendida por dos mujeres de alrededor de 40 años de edad quienes al momento de preguntarles confirmaron emocionadas que ahí vivió aquel que bajaba a caballo y que la cantina en donde lo mataron estaba en la calle de Múzquiz esquina con Matamoros a casi mil metros de distancia de esta casa y a un kilómetro y medio de aquella fachada de la privada Buenos Aires, donde supuestamente vivían sus familiares.
“Era una casona estilo español con un pasillo largo y que terminaba en un corral grande rodeado por otras habitaciones”, dijo una de las mujeres.
LA TENDERÍA
Frente aquella fachada parecida a las que hay en el Centro Histórico, dos hombres cumplían la rutina de la mañana. La puer
ta abierta de su casa deja ver un pedazo de la intimidad familiar. Uno de ellos está en las tareas de construcción: enyesa la pared de la cocina. El otro, sentado en un sillón viejo cubierto con una sábana blanca, se nota recuperándose del sueño.
Rondan los 80 años. Ellos, junto con sus 12 hermanos, nacieron y crecieron en ese lugar. Su papá les heredó el oficio de trabajar el cuero de los animales para venderlos en León, Guanajuato en donde será convertido en huaraches o cualquier tipo de prenda u herramienta para montura. A ese tipo de negocio se le llamaba tendería. El barrio de Agustín Jaime >2