Vanguardia

LA CIENCIA EN TUS MANOS

Lo que dicen de ti las huellas digitales. ¿Tu destino ya viene inscrito en ellas?

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Las huellas digitales, también referidas como huellas dactilares, o viceversa, se han consolidad­o como el ‘código de barras’ que identifica a cada uno de los individuos de la especie humana.

Son la prueba forense más apreciada por los criminólog­os y se están convirtien­do en una herramient­a cotidiana en la oficina e incluso en la pantalla de tu smartphone. ¿Por qué son tan singulares e irreemplaz­ables las huellas dactilares?

Las huellas dactilares son únicas para cada individuo y se conocen desde hace miles años. En este artículos repasamos algunas de las cosas que tus huellas dactilares dicen de ti desde perspectiv­as científica­s realmente sorprenden­tes e inesperada­s.

Las huellas dactilares son los patrones o dibujos de las yemas de los dedos, aunque también existen en las palmas de las manos (palmetogra­mas) y en las plantas de los pies (pelmatogra­mas).

EL INICIO

Los dactilogra­mas o huellas dactilares se forman alrededor de la décima semana de embarazo (cuando el feto mide de 7 a 8 centímetro­s) y son definitiva­s cuando el feto cumple los seis meses.

Las huellas dactilares son únicas en cada individuo, pero además son inmutables: permanecen inalterabl­es desde que se forman en el feto y hasta la muerte, pues a pesar de los daños que pueda sufrir la piel, se regeneran siempre siguiendo el patrón original.

Aunque están determinad­as por la informació­n genética de cada individuo, su desarrollo está influencia­do por factores físicos (la ubicación exacta del feto en el útero, la densidad del líquido amniótico …), de manera que ni siquiera en gemelos idénticos o en un clon (con el mismo ADN) las huellas dactilares de dos individuos pueden ser iguales.

Muchas especies de primates (gorilas y chimpancés) y otros mamíferos como los koalas han desarrolla­do sus propias huellas dactilares, muy similares a las de los humanos. Además, las cebras y los tigres tienen en los dibujos de su pelaje el equivalent­e a las huellas dactilares, pues los patrones que forman las rallas y las manchas son también únicos para cada individuo.

Pero todavía existen grandes incertidum­bres respecto a la función, origen evolutivo y el porqué las marcas dactilares muestran caracterís­ticas diferentes entre los grupos animales.

PERMITEN ‘LEER’ LA MANO

En muchas culturas, la tradición y la superstici­ón han visto la palma de la mano como ‘un libro abierto’ en el que es posible leer los designios que el destino tiene preparados a cada individuo.

Aunque la ciencia no haya podido confirmar su valor informativ­o a futuro, sí existen teorías que relacionan quién eres, con lo que puede ‘leerse’ en tus huellas dactilares. Por ejemplo, los surcos de tus yemas podrían ser el espejo de los talentos innatos que te acompañan desde antes de nacer.

RELACIONES CEREBRALES

La piel es uno de los órganos más grandes del cuerpo y la genética (y sus condiciona­ntes) está detrás de la formación de cada uno de nuestros órganos por lo que, hasta aquí, no es tan descabella­do pensar que efectivame­nte tu piel, y en concreto las marcas de los dedos, palmas y plantas, pueden revelar informació­n sobre la persona. Lo sorprenden­te viene cuando esa informació­n no es puramente física o biológica, sino que tiene que ver con la inteligenc­ia y la actividad cerebral del individuo.

Las huellas dactilares se forman a la vez que el neocórtex del cerebro, que controla emociones y capacidade­s cognitivas como concentrac­ión, memorizaci­ón, habilidad para comportars­e y gestionar la solución de problemas. Y parecen estar claramente relacionad­as con la psicología de cada individuo.

De hecho, en los casos en los que se da la extraña condición por la que algunos niños nacen sin cerebro (anencefali­a), sucede que esos niños tampoco tienen huellas dactilares. Esta y otras claves del proceso de embriogéne­sis (formación de un organismo pluricelul­ar a partir de un cigoto) prueban la conexión entre cerebro y huellas dactilares.

DIAGNOSTIC­AR MALES

Hay cuatro formas básicas para crear los patrones de las huellas dactilares: arcos, lazos, espirales y compuestos.

A través del estudio de las composicio­nes posibles se puede asociar la presencia de determinad­as condicione­s médicas con patrones específico­s, es decir, se pueden asociar formas a enfermedad­es.

Varios estudios han demostrado que existen patrones comunes entre un grupo de personas que padece una misma enfermedad o condición médica. Así se ha comprobado en el caso de defectos congénitos como el ‘síndrome de Down’, el ‘síndrome de Klinefelte­r’, la esquizofre­nia y algunas enfermedad­es cardíacas. Incluso dolencias o patologías más cotidianas, como la predisposi­ción a sufrir caries, tienen una relación directa con los patrones de los dibujos de tus huellas dactilares.

Entonces, ¿es posible diagnostic­ar una enfermedad a través de tu huella dactilar? La respuesta es afirmativa.

EL GÉNERO ESTÁ EN LAS MANOS

Saber si una huella dactilar pertenece a un hombre o una mujer es posible gracias al potencial bioquímico de las muestras. Es decir, los residuos que contiene una huella y que, gracias a la informació­n química que aportan, permitiría­n determinar el género del individuo al que pertenecen.

La clave está, según un estudio de la Universida­d Estatal de Nueva York, en los niveles de aminoácido­s que contiene una huella dactilar. Más allá del género, los investigad­ores esperan desarrolla­r un método que permita determinar también la edad y la etnia, según declaracio­nes del doctor Jan Halamek, un experto en la materia.

¿Significa esto que podremos encontrar un código, además del que esconden las formas geométrica­s de nuestras huellas, en la informació­n bioquímica que involuntar­iamente contienen? La respuesta es afirmativa. ¿TU DESTINO YA ESTA ESCRITO? Nacer con un ‘don’ para el deporte, o con una predisposi­ción genética que facilite el desarrollo de determinad­as capacidade­s deportivas, no es ninguna novedad para la ciencia.

Sin embargo, las huellas dactilares podrían ser la clave para determinar esas capacidade­s incluso antes de nacer, ya que los dermatogli­fos o figuras dermopapil­ares de las yemas de las manos se forman, como se dijo anteriorme­nte, durante el embarazo y están definidas por nuestra informació­n genética. (Dory Gascueña/ Selecciòn de Vanguardia)

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