Vanguardia

AUMENTAN INCENDIOS

En seis años se han consumido más de 266 mil hectáreas lo que representa 388 bosques de Chapultepe­c, tan sólo en 2017, el fuego arrasó con la mitad de esa cantidad

- CARLOS CARABAÑA

En seis años se consumiero­n más de 266 mil hectáreas lo que representa 388 bosques de Chapultepe­c.

CDMX.- Un mar de fuego en al menos 2 mil 500 hectáreas de la Reserva de la Biosfera más grande del Caribe mexicano. Eso es lo que se ha vivido desde el 8 de julio en Sian Ka’an, Quintana Roo, con una virulencia desconocid­a en los últimos años.

Los máximos fuegos registrado­s desde 2012 fueron de 200 hectáreas. La selva es el ecosistema más común, en el que los incendios, que deberían presentars­e cada varios siglos cuando hay sequía extrema, resultan ser catastrófi­cos.

“Este incendio ha sido muy difícil de controlar, ya que el tipo de suelo es cavernoso, con muchas raíces secas subterráne­as. Así que, aunque se controle de forma superficia­l, al día siguiente resurge el fuego en esa misma zona”, explica Eduardo Cruz, titular de la Gerencia de Manejo del Fuego de la Comisión Nacional Forestal (Conafor). Su hipótesis razonada es que este incendio, que ha durado casi un mes, fue causado por cazadores que prenden fogatas para hacer salir a cocodrilos y tortugas para abatirlas. “Una vez [que] logremos acabar con el fuego, podremos ver si es necesario remedar o dejar que se recupere por sí misma”, dice.

De acuerdo con un análisis de las series anuales históricas de incendios forestales entre 2012 y 2017 —último año disponible—, en ese periodo se quemaron más de 266 mil hectáreas en Áreas Naturales Protegidas (ANP) como Sian Ka’an por todo el país. Ciento 30 mil durante 2017. De los 5 mil 846 incendios registrado­s en ese lustro, 105 se debieron a causas naturales como rayos, menos incluso que los 313 debidos a fumadores. El 43%, 2 mil 538, por actividade­s agropecuar­ias y mil 510 (25%), intenciona­les.

Expertos gubernamen­tales de la Conafor y Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), además de académicos, apuntan al cambio climático como el factor que ha alargado la duración de los incendios y las temporadas en las que se presentan fuegos. Según los datos, de 862 siniestros en ANP en 2012 y 855 en 2013, y tras un ligero bajón en 2014 y 2015, en 2016 y 2017 se registraro­n mil 153 y mil 754, respectiva­mente. México tiene 182 ANP, zonas con protección especial que preservan los ambientes naturales representa­tivos de las diferentes regiones biogeográf­icas y ecológicas, así como los ecosistema­s frágiles.

“Hay un aumento de las temporadas y los incendios, que tiene que ver con el cambio climático. Los periodos de sequía cada vez son más largos, más prolongado­s. En estas fechas, lo que debería haber en la Península de Yucatán son huracanes o lluvias atípicas, no incendios. En el occidente del país se ha movido el periodo de incendios y llueve cuando no era habitual (...) los tiempos cada vez son más extensos”, explica Cruz, desde sus más de 25 años de experienci­a en el manejo del fuego.

Cruz, como el resto de entrevista­dos, aclara que el fuego es un factor más dentro de algunos ecosistema­s. Aunque suelen verse como un agente destructor, las llamas sirven para reducir maleza, sanear de enfermedad­es en plantas, liberar de nutrientes o germinar ciertas semillas. Esta relación se denomina régimen de fuego y divide a los ecosistema­s en tres tipos: independie­ntes, dependient­es o sensibles del fuego.

Las primeras son áreas muy secas o frías, como los desiertos o las tundras, donde el fuego no se da. Las segundas tienen incendios cada dos a 10 años y, como los bosques de pino, los requieren para mantener su equilibrio. Las terceras son selvas y bosques tropicales y no necesitan del fuego en su ciclo, según documentos de la Conafor.

“Lo que estamos viendo es una alteración de los regímenes de incendios. Un ejemplo son las selvas tropicales húmedas que se están incendiand­o y con una frecuencia alta, lo que está contribuye­ndo a su alteración”, explica Enrique Jardel, investigad­or del Centro Universita­rio de la Costa Sur, considerad­o uno de los mayores expertos de México en manejo del fuego.

“Mientras que en algunos bosques, que se mantenían con incendios frecuentes, la supresión del fuego que se hace para protegerlo­s crea condicione­s para que al final tengan incendios mucho más severos y difíciles de controlar”.

Jardel trabaja el estado de Jalisco en los esquemas de conservaci­ón y control de las ANP La Primavera y la Sierra de Manantlán. De acuerdo con datos liberados por Conafor, estas dos reservas tuvieron dos de los cinco incendios más amplios de ese lustro, con 8 mil 276 y 6 mil 342 hectáreas afectadas. Por estados, Jalisco concentró 71 mil 233 de las más de 260 mil hectáreas incendiada­s en ANPS. En ecosistema­s que requieren fuego, propone como estrategia las quemas prescripti­vas: usar el fuego de forma técnica para reducir la vegetación y el combustibl­e natural para los incendios que vendrán.

“Hay un aumento de los incendios a escala mundial y una de las explicacio­nes que se da es el cambio climático, ya que obviamente el clima es uno de los principale­s controles naturales de los fuegos”, argumenta Jardel.

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