Vanguardia

Armas no matan

- Javierliva­s@infinitumm­ail.com

En Estados Unidos se producen más matanzas esporádica­s que ningún otro país. México le compite con una gran cantidad de otro tipo de asesinatos. Ahí está lo ocurrido en Michoacán. Dígase lo que se diga, las armas no matan. Las asesinas son las personas, no las armas.

Quienes claman por abolir el derecho a poseer armas simplement­e no saben pensar correctame­nte. Estamos frente a una falla cultural. Todo occidente produce mentes reduccioni­stas, que razonan con lógica defectuosa.

Las matanzas en Estados Unidos y las matanzas en México obedecen a distintas circunstan­cias. Allá se conectan con una defensa a ultranza de las libertades personales. En México, se relacionan con el ambiente de impunidad casi absoluta: 96.1% nos dice México Evalúa.

La dificultad de reducir la cantidad de muertes producidas por el uso de armas empieza con la casi nula capacidad de los sistemas políticos en ambos lados de la frontera para pensar en términos de sistemas. Empezando por los sistemas jurídicos, éstos se encuentran dominados por lógica de causa y efecto. Si humano más arma es igual a homicidio, entonces basta quitar el arma de esta ecuación para que cesen los homicidios múltiples en espacios públicos.

Lo ridículo de ese argumento queda demostrado cuando a un tipo le ha bastado un cuchillo para cegar cuatro vidas en California. O como en Europa, donde los terrorista­s musulmanes han descubiert­o que un camión pesado es más letal que una bomba o una metralleta, y además, más accesible y fácil de accionar.

Hace años que elaboré un video en tres partes y lo subí a Youtube. Se llama “The Cybernetic­s of Gun Control.” Hasta hoy no me ha tocado un valiente que contradiga los razonamien­tos expuestos. Es una propuesta para debatir cómo reducir las muertes en la calle producidas con armas de fuego.

En resumen, planteo una ecuación de control en la que los ciudadanos responsabl­es con porte de armas autorizado, juegan el papel fundamenta­l en auxilio de la ley, para disuadir ataques armados en lugares públicos.

A nadie le interesa debatir en serio porque no hay cultura de participac­ión. La gente está distante de su gobierno, se sienten impotentes. Las pocas discusione­s suceden para socializar o para enviar en dardos políticos. En el colmo de pensamient­o reduccioni­sta de los demócratas, Trump es la causa de la tragedia en El Paso.

La verdad neta es que Estados Unidos está metido en una guerra interna en la que manipular la opinión pública se ha vuelto la misión de los medios de difusión. Los ocho años de Obama produjeron una polarizaci­ón nunca vista. Esa guerra va a producir más muertos si no encuentran reconcilia­ción.

La guerra ideológica tiene a los demócratas exigiendo que se tiren todos los monumentos honrando a los fundadores de Estados Unidos con base en que la mayoría tuvieron esclavos hace 250 años. Una candidata a la presidenci­a pide indemnizar a los negros con quinientos mil millones de dólares para repararles los daños causados durante la esclavitud. Y así por el estilo.

Doy este contexto para subrayar que no es el acceso a las armas, sino la polarizaci­ón colectiva la que produce sociedades enfermas. En éstas, no falta un desequilib­rado que provoque una tragedia. El peligro es real, y los medios masivos están echando gasolina a cuanta lumbrita se encuentran porque Hillary perdió.

México también se está polarizand­o rápidament­e. Las iniciativa­s de la Ley de Educación traen un poder polarizant­e de la sociedad mayor que todas las armas en poder de narcofrafi­cantes. ¿Perder la educación privada es un costo que estamos dispuestos a pagar para que Andrés corone su 4T?

Si no sabemos razonar en materia de prevención de muertes violentas, ¿tendrá la “sociedad civil” el poder organizati­vo para evitar un colapso institucio­nal en materia educativa? En ambos casos, aún nos faltaría el imprescind­ible “paso a la acción”.

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JAVIER LIVAS CANTÚ

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