Vanguardia

¡Abajo los OPLES, Andrés!

- J. ALFREDO REYES

Señor presidente Andrés Manuel López Obrador, usted mejor que nadie debe saber que en política las buenas intencione­s son intrascend­entes. Un ejemplo de ello es la buena intención que tuvo de moderar los sueldos abusivos de la alta burocracia vampírica y rapaz. Pero ya hemos visto como esa clase draculesca se resiste a perder sus privilegio­s. La buena intención del político, Andrés, se ha topado con la tenaz sinrazón codiciosa de la burocracia extractiva.

Son tiempos muy difíciles para las buenas intencione­s, porque la oligarquía fue tejiendo salvaguard­as para proteger sus intereses en caso de una transición. Los Órganos Constituci­onales Autónomos (OCA’S), son hoy bastiones del antiguo régimen.

El caso específico de los Órganos Públicos Locales Electorale­s (OPLES) lo hemos combatido en esta columna por años, por estar viciados de origen, por la rapiña abusiva de los consejeros, por los largos periodos de holganza parasitari­a y a que los consejeros son burócratas afines a los partidos y no auténticos ciudadanos.

Yo recuerdo al entonces líder Andrés Manuel terminando su ciclo en Monterrey 50, entonces la sede nacional del PRD, dejando un partido fuerte y exitoso a donde llegó Pablo Gómez como interino tras el fallido asalto electoral de los Chuchos. Yo colaboré con Pablo y con doña Ifigenia en ese interinato, ambos con esa difícil celebridad de los mitos vivientes y que ahora Pablo refrenda al proponer reformas de avanzada, como la desaparici­ón del Consejo General del INE y de los OPLES, entre ellos los más quemados: el de Puebla, Coahuila y del Estado de México.

Y Pablo tiene razón, porque

pese a la bondad de la propuesta de moderación de sueldos, aquí los cínicos consejeros del Instituto Electoral de Coahuila tienen sueldos superiores al de usted, señor Presidente, y al de muchos jefes de Estado en el mundo, a pesar de los meses que se pasan cobrando sin trabajar.

Por lo anterior, hoy le pido Presidente que reflexione aquí en Coahuila respecto al gran abuso de los OPLES, que se entere cómo es que la consejera presidenta del IEC, Gabriela de León Farías, y sus secuaces electorale­s son la evidencia plena de que la corrupción es una enfermedad crónica y de muy difícil terapéutic­a –incurable, diría yo– en caso de que ellos sigan devorando como gusanos de carcoma los recursos del pueblo.

Y ante la saña del saqueo y la corrupción, la propuesta de Pablo Gómez nos hace percibir nuevamente la justicia en un entorno evidenteme­nte injusto. Injusto por esa rapacidad inaudita en los OCA’S y en los OPLES, donde consejeros y comisionad­os abusan de sueldos ofensivos en un México con millones en la pobreza.

Señor Presidente, este simple ciudadano que trabaja en lo privado y que no aspira a ningún puesto burocrátic­o, le pide a usted que apoye la propuesta de Pablo Gómez. Yo ya colaboré con Pablo y doña Ifigenia; con Cuauhtémoc y con usted en el Gobierno de la CDMX; con Goyo y Martí en la 58 Legislatur­a y con el admirable Francisco Rojas Cuevas en la extinta Conasupo, y no le pido nada más.

Abajo los OPLES, el Consejo General del INE y las prerrogati­vas. Abajo los consejeros embozados de los OCAS, sin rostro aparente, pero los más felones de este México tan desigual.

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