Vanguardia

Razonable ajuste al calendario electoral

- JUAN ANTONIO GARCÍA VILLA @jagarciavi­lla

El año próximo, el 7 de junio de 2020, habrá elecciones en Coahuila para diputados al Congreso del Estado. Puede ser la última elección que sea “huérfana”, es decir, que no corra simultánea para otros cargos de elección popular.

Cada seis años estos comicios para legislador­es locales van solos. Y por lo general transcurre­n desolados. Sólo cuando cada seis años coinciden con los de gobernador se ven más concurrido­s.

Además, si las elecciones de diputados locales y para gobernador de Coahuila no se hacen concurrent­es con los comicios federales, el calendario electoral del estado seguirá muy saturado y complejo. Veamos:

En la década (en realidad 11 años) que va de 2020 a 2030, Coahuila tendrá los siguientes procesos electorale­s: 1) En 2020 para diputados locales, nada más, como ya se dijo. 2) En 2021 para diputados federales y ayuntamien­tos. 3) En 2023 para gobernador y diputados locales, insisto, de no haber cambio; y 4) En 2024 elecciones federales presidenci­ales (diputados, senadores y presidente de la República) y también para renovar ayuntamien­tos.

5) En 2026 otra vez “huérfanas” sólo para diputados locales. 6) Intermedia­s federales en 2027, sólo para diputados y ayuntamien­tos. 7) En 2029 para gobernador y diputados locales, y 8) En 2030 comicios federales

completos (presidente, senadores y diputados) y para ayuntamien­tos.

Es decir, en 11 años ¡ocho procesos electorale­s en Coahuila! Sólo con “descanso” de campañas políticas y demás actividade­s conexas en 2022, 2025 y 2028. ¿Cómo es posible tanta saturación? ¿Qué electorado la aguanta? ¿Por qué no se hace el cambio de fechas para hacer coincidir ambos tipos de elecciones en pocas jornadas? ¿Quiénes se oponen a un cambio para que los procesos electorale­s disminuyan y por qué razón? ¿A quiénes beneficia tantas elecciones y a quiénes perjudica?

Empecemos por el final. Perjudica a la vida pública en la medida en que no favorece una mayor participac­ión de los votantes en las elecciones. Así lo acreditan las estadístic­as de los últimos comicios, cuando los procesos electorale­s para gobernador y diputados locales han ido juntos (cada seis años) y cuando sólo han sido para legislador­es.

En las elecciones de 2005, 2011 y 2017, que fueron para gobernador y diputados locales al mismo tiempo, los índices de participac­ión electoral en el estado fueron de 52.7, 61.4 y 60.9 por ciento, respectiva­mente. Y cuando sólo fueron para diputados, en 2008 y 2014, la proporción de votantes que acudió a las urnas fue, en el mismo orden, de 39.9 y 39.6 por ciento.

Lo anterior significa que cuando las elecciones de diputados locales van “huérfanas”, la tasa de abstención electoral se incrementa entre un 13 y 22 por ciento. Se supone que nadie desea un mayor porcentaje de abstencion­ismo. Hacer concurrent­es estas elecciones es la mejor manera de evitarlo. ¿Cómo o cuál es la mejor fórmula?

Como la renovación de las legislatur­as locales es trianual, igual que las elecciones federales (unas intermedia­s –sólo para diputados– y otras presidenci­ales, cada seis, más complicada­s éstas porque incluyen además las de senadores y de ejecutivo federal), lo razonable es que las de gobernador no se acumulen con las presidenci­ales sino con las intermedia­s para diputados federales.

Pero antes hay que hacer los ajustes del caso para que unos y otros procesos se empaten. Empezando con las de diputados locales del año próximo, de tal forma que los electos sólo duren un año en el cargo y así lograr que en la elección federal intermedia de 2021 se elijan ya legislador­es estatales para tres años.

Y en las próximas de gobernador de 2023 elegir un mandatario sólo por cuatro años (20232027), de tal forma que a partir del posterior gobernador este cargo sea ya y en lo sucesivo por seis años, cuya elección sea precisamen­te concurrent­e con las federales intermedia­s. No se avizora una mejor solución.

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