LA DESPENSA DEL FIN DEL MUNDO
Qué alimentos escoger (y cómo conservarlos) si estalla el apocalipsis.
El fin del mundo es uno de los miedos recurrentes de la Humanidad. Y es que en el mismo momento en que empezamos a preguntarnos por nuestra existencia, empezamos a plantearnos cuál sería nuestro final.
Distintas versiones del apocalipsis están presentes en todas las religiones, pero también ha sido un fructífero campo de estudios científicos. No en vano, la autodestrucción de la Humanidad ha llegado a ser una posibilidad nada desdeñable en distintos momentos de la historia.
El miedo al fin del mundo vivió su mayor auge en la Guerra Fría, cuando la posibilidad de un conflicto nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética estaba realmente sobre la mesa. Fue en estos años cuando surgieron, sobre todo en Estados Unidos, los conocidos como preppers –literalmente, “preparacionistas”–: personas debidamente organizadas para sobrevivir al invierno nuclear.
En la década de los 60 y 70 no era raro tener un búnker debajo de casa con provisiones para sobrevivir durante décadas. Y, aunque en los 80 se rebajaron las preocupaciones apocalípticas, hubo repuntes coincidiendo con distintas amenazas, como el efecto 2000 –que fue un peligro real, pese a que quedara en nada–.
La considerada como “tercera ola” de los prepperscomenzó, no obstante, tras los atentados del 11-S y continúa hasta nuestros días, alentada por la amenaza del terrorismo islámico, la gripe aviar o el ébola y, sobre todo, un desenlace fatal del calentamiento global, que, pese a no resultar una amenaza inminente, podría condenarnos a un escenario pseudoapocalíptico más pronto que tarde.