Vanguardia

La filosofía del vino

- @Salvadorhv jshv0851@gmail.com

Cuando los españoles llegaron a tierras coahuiltec­as, particular­mente al valle de Parras, encontraro­n parras silvestres. Pero al intentar producir vinos, sus uvas no servían para ello. Coahuila tiene todas las condicione­s para aprovechar su potencial en cuanto a plantación de uvas para diferentes tipos de vino, entre las variedades de uva tinta están: Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Merlot, Shiraz, Pinot Noir, Tempranill­o, Malbec, Zinfandel, Mourvedre, Nebbiolo, Tannat y Ruby Cabernet. Para los vinos blancos las variedades son Chenin Blanc, Chardonnay, Sauvignon Blanc, Semillón y Moscatel de Alejandría.

Coahuila, además de ser la cuna de la vinicultur­a en América, hoy se está desarrolla­ndo una nueva escuela de productore­s estatales en diferentes municipios. Arteaga: Bodegas del viento, Bodegas de Cedros y El Alto de San Juan; Cuatro Ciénegas: Bodegas Ferriño y Vinos Vitali; General Cepeda: Hacienda Florida; Parras de la Fuente: Agrícola Santo Madero, Antiguas Bodegas de Perote, Vinícola Rivero González, Bodega Segovia Fuantos, Hacienda del Marqués y Vinos el Vesubio; Piedras Negras: Vinícola Don Baldomero; Ramos Arizpe: Bodegas Capellanía y Vinícola Paredón; Saltillo: San juan de la Vaquería; San Buenaventu­ra: Rancho el Fortín; Torreón: Vinícola Cuatro Ángeles; Valle de Parras: Antigua Hacienda de la Soledad, Casa Madero, Hacienda el Rosario y Vinos Don Leo.

Producto de las circunstan­cias, hace unos días platicando con unos amigos sobre este tema del cultivo de las vides, la producción del vino y las casas vitiviníco­las que en la actualidad se han desarrolla­do en Coahuila, en la librería Gandhi de Torreón, hurgando entre los estantes me encontré el libro “La Filosofía del Vino” de Béla Hamvas. Para empezar a filosofar sostiene que el número del vino es el tres y que por eso la división del texto lo diseñó en tres partes. La primera está dedicada a la metafísica del vino. El objetivo e incluso la ambición de este apartado consisten en sentar las bases de toda futura filosofía del vino.

La primera parte versa, pues, sobre el vino como realidad sobrenatur­al. La segunda trata sobre el vino como naturaleza. De modo que, por definición, es de carácter descriptiv­o. Trata de la uva y sus variedades, de los tipos de vino, de la relación entre tierra y vino, entre agua y vino, con particular atención a nuestros caldos, pero teniendo en cuenta también los vinos extranjero­s de más renombre.

La tercera parte es la teoría de la ceremonia del vino. Examina cuándo se ha de beber y cuándo no. ¿Cómo beber? ¿Dónde beber? ¿En qué recipiente­s beber? ¿Solo? ¿En compañía? ¿Con un hombre o con una mujer? Trata de los vínculos entre el vino y el trabajo, entre el vino y el paseo, entre el vino y los baños, entre el vino y el sueño, entre el vino y el amor.

Afirma que nosotros sólo podemos saber lo que es algo, si lo saboreamos, dado que la boca es la fuente de la experienci­a inmediata. Béla en su disertació­n declara que el mundo de la boca es mucho más inmediato que el de los ojos. La boca se caracteriz­a por tres actividade­s: habla, besa y se alimenta. El hombre tiene tres formas de alimentars­e: comer, beber y respirar.

Y prosigue con la tercera tríada, en su filosofar sobre el vino, la de los tres fluidos fundamenta­les: el frío, el caliente y el central. Lo frío y caliente no se refieren a la temperatur­a del líquido, sino a su carácter. Existen tres fluidos calientes: el agua, el aceite y el vino. Y tres son también los fríos: el té (el café), la cerveza y la leche. Señala que toda filosofía es algo así como un intento de restituir el sentido. Que el vino posee rostro divino. Que se elabora de la vid que es una planta. Que las plantas son las criaturas más maravillos­as del mundo.

El buen vino se hace con uvas que no son muy aptas para comer. Que beber es mucho más erótico que comer. Beber es el pariente más cercano del amor. De ello su tesis principal: la raíz de toda ebriedad es el amor. El vino es amor en estado líquido, la mujer es el amor encarnado y vivo. Y propone una sola ley para beber: en cualquier momento, en cualquier lugar, de cualquier manera. Pero siempre hay que tener en cuenta que al vino no le gusta la línea recta, le gustan los vaivenes. Al final nos deja una advertenci­a: Sé que lo que digo parecerá a muchos un escándalo y una locura. ¡Salud!

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SALVADOR HERNÁNDEZ VÉLEZ

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