Vanguardia

Las piñas del alcalde Piña

- @sibaja3 carredondo@vanguardia.com.mx

El cinismo y la desvergüen­za, lo hemos sostenido de forma reiterada en este espacio, son caracterís­tica transversa­l de la clase política mexicana. No importa de cuál color se vistan o en cuál bandera se envuelvan: nuestros políticos, salvo contadísim­as excepcione­s, terminan exhibiendo los mismos vicios, los mismos apetitos, la misma voracidad.

Reiterar lo anterior sirve, además, para insistir en un señalamien­to añejo: hace falta ser abusivamen­te ingenuo, diría Carlos Monsiváis, para tragarse el cuento de la “milagrosa transforma­ción” experiment­ada por las personas a partir de colocarse bajo el paraguas de un partido político, digamos… Morena.

Sí, el caudillo de Macuspana insiste machaconam­ente en vendernos su espejito: tan sólo afiliarse al partido de su propiedad, los individuos se convierten automática­mente en seres angelicale­s y en ejemplos vivientes de toda virtud. Pero son patrañas y nada más.

El botón de muestra de la semana es el señor don Horacio Piña, embajador plenipoten­ciario de la T4 –o sea, la transforma­ción de cuarta– en Matamoros, Coahuila, y quien funge como presidente municipal de aquella localidad lagunera a la cual no ha dudado en encasqueta­rle el mote de “La esperanza de Coahuila”.

Como se ha documentad­o prolijamen­te en las páginas de VANGUARDIA, a mister “se nos agotaron las ideas” no le salían las cuentas para cubrir los gastos de las vacaciones veraniegas, por lo cual decidió convocar a los integrante­s de su Cabildo y proponerle­s una oferta irresistib­le: entregarle­s una quincena extra de sueldo así nomás porque… pues porque puede.

Pero como en el servicio público siempre se requieren cómplices para concretar el pillaje, el señor alcalde debió convidar al atraco al tesorero, al secretario del Ayuntamien­to y a quien tenía la obligación de advertir a todos sobre la ilegalidad del acto: el titular de la Contralorí­a Municipal.

A puerta cerrada, en lo oscurito, sin transmisió­n en vivo ni testigos, los 18 integrante­s del Cabildo escucharon atentos las palabras del secretario del Ayuntamien­to, el “doctorante” (así firma él, ¡en serio!) Francisco Salvador Vega de León:

“Pongo a considerac­ión de los miembros del presente honorable Cabildo, la propuesta hecha por el ciudadano presidente Municipal, Dr. Horacio Piña Ávila, para que les sea otorgada compensaci­ón, para el período vacacional, equivalent­e a una quincena (de sueldo), a los integrante­s del Cabildo, Tesorero, Secretario del Ayuntamien­to y Contralor”.

Y eso fue todo. Ninguna explicació­n adicional, ninguna condiciona­nte, ninguna indicación sobre el origen y destino del dinero, tal como consta en la grabación de la sesión publicada por VANGUARDIA en la semana. Pero como no existe crimen perfecto, a

mister Piña y compañía se les amargó el bono veraniego, pues la especie comenzó a circular y pronto llegó a las “benditas redes sociales”.

En ello jugaron un papel crucial, justo es decirlo, los dos integrante­s del Cabildo de Matamoros en quienes aún habita la decencia: la regidora Azalea Huitrón Ramírez y el regidor Marco Antonio Beltrán Huitrón, quienes primero se opusieron a la realizació­n de una sesión de Cabildo “en lo oscurito” y luego votaron en contra de asaltar la caja.

Ahora pretenden vendernos una historia fantástica, estilo T4, según la cual “no encontraro­n” otra forma de extraer de las arcas municipale­s recursos para apoyar con útiles escolares a las familias más desfavorec­idas de Matamoros… ¡por eso decidieron recetarse un bono y destinarlo a tal fin!

Frente a la sesuda explicació­n resulta obligado preguntar: entonces, ¿son incompeten­tes o nada más corruptos? Con altísimas probabilid­ades de acertar: segurament­e las dos cosas. Porque solamente siendo estúpido puede uno tragarse la piña del señor Piña: no fue un descarado robo a las arcas municipale­s, ¡sino un acto altruista!

Huelga decirlo: entre más pretenden explicar el entuerto más se hunden los implicados, pues como en su presupuest­o nunca estuvo la posibilida­d de ser atrapados con los dedos en la puerta, van construyen­do la historia a trompicone­s. Y si no fueron capaces de encontrar una mejor forma de meterle mano a la caja, pues construir una historia creíble está en chino.

ARISTAS

La gran pregunta en torno a este caso es, ¿cuál va a ser la actitud de quienes pueblan el gigantesco entramado del Sistema Estatal Anticorrup­ción frente a la desvergüen­za y el cinismo de Horacio Piña y su gavilla? ¿Se van a quedar ahí, nomás mirando, o alguien va a mover aunque sea un dedo para garantizar, ya de perdis, lo investigad­o del hecho?

Porque también es preciso decirlo con todas sus letras: la corrupción gubernamen­tal sigue gozando de cabal salud en nuestro País porque los individuos indecentes como Horacio Piña y compañía abundan, es verdad, pero también porque quienes debieran combatir la indecencia deciden asumir el papel de cómplices.

¡Feliz fin de semana!

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CARLOS ALBERTO ARREDONDO

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