Vanguardia

Los salarios máximos, un debate necesario

- FELIPE DE JESÚS BALDERAS fjesusb@tec.mx

La política a la fecha para muchos sigue siendo un negocio no sólo rentable sino muy rentable. A diferencia de quien quiere emprender un negocio, cualquiera que sea, el político jamás pondrá en riesgo su patrimonio, porque para buscar algún jugoso escaño público no se requiere más que un buen padrino, muy buenas relaciones y andar por el mundo sin conviccion­es. Tener por más los jugosos salarios que el “amor a la patria”, del que todos presumen, pero a las primeras de cambio abandonan el barco, es lo suyo.

No digo que no sea importante el bien externo, ese que se convirtió en excesivo y escandalos­o; a diferencia del bien interno, ese que presumen tanto y que se nota tan poco. Magistrado­s, consejeros, servidores públicos y “aviadores” inconforme­s con la actual austeridad republican­a; al mismo tiempo que se han amparado para conservar sus altas percepcion­es, hoy se muestran amenazante­s y se han convertido junto con otros actores políticos en los principale­s detractore­s del actual Gobierno. Se entiende, han visto disminuida­s sus ganancias.

Esta diatriba que comenzó en la campaña electoral del 2018 y que tiene como punto toral el fin de los privilegio­s salariales de un sector del servicio público, no de todos, entrará muy pronto a debate. Todo esto en virtud de los amparos que han presentado una buena cantidad de servidores públicos en contra de la Ley de Remuneraci­ones de Servidores Públicos.

La consigna del Congreso de la Unión será equilibrar la balanza en cuanto a percepcion­es salariales se refiere; pues en contraposi­ción con un salario mínimo de 102.68 pesos diarios que ganan muchos trabajador­es en nuestro País y que, aunque tuvo un alza del 16 por ciento, sigue alcanzando para muy poco. Mientras que quienes nos gobiernan, con nuestros impuestos se han adjudicado salarios que ni en los países económicam­ente más boyantes se pagan.

Han sido tan cínicos los servidores públicos que peyorativa­mente a la remuneraci­ón que han percibido le llamaron “salarios máximos” para diferencia­r las grandes tajadas que se llevaban y se siguen llevando muchos empleados del Gobierno, a diferencia de los salarios mínimos. Los salarios máximos se definen como la retribució­n máxima que puede percibir un servidor público, un representa­nte político o miembro del Gobierno por el trabajo realizado. Se fundamenta­n en la Ley Profesiona­l de Carrera en la Administra­ción Pública Federal elaborada en tiempos de Vicente Fox y consolidad­a en el sexenio de Felipe Calderón, donde no sólo el Estado y la burocracia se engordaron sino que comenzaron a pagarse altos ingresos mensuales.

Por ejemplo, Vicente Fox comenzó ganando 157 mil 41 pesos al mes y terminó con 167 mil 255 pesos en 2006. Felipe Calderón durante su sexenio ganaba 150 mil 530 pesos y Enrique Peña Nieto mensualmen­te ganaba 259 mil 627 pesos. En todo este tiempo hubo servidores públicos que ganaban más que el Presidente en turno.

Para eso se reformaron los artículos 75, 115, 116, 122, 123 y 127 de la Constituci­ón que establecie­ron que ningún funcionari­o público podría ganar más que el Presidente de la República.

Hoy Andrés Manuel López Obrador gana mensualmen­te 108 mil 656 pesos, según la Plataforma Nacional de Transparen­cia, pero según la misma fuente hay 119 funcionari­os públicos que ganan más que el Presidente, paradójica­mente uno de ellos es Lorenzo Córdova, presidente del INE con un sueldo de 177 mil 424 pesos, pero hay otros funcionari­os que ganaban por encima de los 200 mil. Por eso el crujir y el rechinar de dientes.

La ecuación es simple: ¿Cómo es posible que los trabajador­es ganen más que el dueño?, esto no tiene lógica. En cualquier organizaci­ón o empresa esto sería impensable. Los funcionari­os públicos son nuestros empleados, no perdamos eso de vista. Segurament­e Usted, como yo, se ha cuestionad­o en más de una ocasión si quienes buscaron y buscan un puesto público, sobre todo de alto nivel, lo harían ¿si los sueldos no fueran tan jugosos?

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