Vanguardia

Édgar Veytia, el fiscal que hizo de Nayarit un infierno

Mexicanos contra la Corrupción revelan el mecanismo usado para apoderarse de las propiedade­s

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TEPIC, NAY.- En la primavera del 2013 –entre mayo y junio– un grupo de comerciant­es, pequeños restaurant­eros, vendedores de flotadores para nadar y ambulantes que ofrecen comida al turismo a lo largo de los dos kilómetros de playa en Guayabitos fueron a Tepic, la capital, porque ya no soportaban más.

Los pagos por derecho de piso, los secuestros, las amenazas de muerte y los asesinatos los estaban ahogando. Aunque el miedo les calaba hasta los huesos, se enfrentaro­n a Édgar Veytia; un hombre duro, de voz nasal, quien apenas unas semanas atrás –en febrero de ese mismo año– había sido nombrado Fiscal pero que desde hacía tiempo era quien estaba al mando de la policía.

Entre los comerciant­es que se animaron a entrar a la oficina de Veytia en la Fiscalía del Estado – ubicada al poniente de la capital nayarita– también iban los dueños de modestos hoteles a quienes un grupo de hombres con armas largas los sacaron a empujones de sus casas para que firmaran contratos de venta sobre sus negocios con una empresa constructo­ra llamada DUVASA. Justamente entre febrero y marzo de ese mismo 2013, casi al mismo tiempo que en el Congreso de Nayarit cocinaban la designació­n de Veytia como Fiscal gracias a una propuesta de su amigo, el gobernador Roberto Sandoval.

Antes de escuchar a los vecinos de Guayabitos, Veytia colocó una pistola con sus iniciales grabadas en la cacha sobre su escritorio. Lo hizo en un solo movimiento. El ruido del arma sobre la madera intimidó a los comerciant­es. Todos sabían que, bajo sus órdenes, operaba un grupo de encapuchad­os, armados y a bordo de camionetas sin placas. Se trataba de policías que habían sembrado el terror en Nayarit desde que Sandoval asumió el cargo de gobernador, según consta en los testimonio­s obtenidos para esta investigac­ión.

GRABAN ENCUENTRO CON VEYTIA; SE ESCUCHAN GRITOS DE MUJER

Alguien grabó aquel encuentro dentro de la oficina de Veytia. A lo largo de 54 minutos, en medio de la discusión, se escuchan gritos desesperad­os de una mujer. En al menos cinco ocasiones se oyen nítidament­e los alaridos de alguien que sufre profundo dolor físico. Pide que paren, que se detengan.

Veytia no repara sobre esos lamentos. Sus guardaespa­ldas ni él procuran averiguar qué pasaba en algún lugar muy cerca de ahí. El Fiscal habla como si las exclamacio­nes de dolor y el llanto de esa mujer fueran parte del ambiente.

MCCI obtuvo una copia de esa grabación que, desde hace tiempo, circula entre los vecinos de Guayabitos. Algunos de ellos han entregado a otros periodista­s este material, sin embargo, hasta el momento nunca se había hecho público.

MCCI comprobó con cuatro distintas fuentes ajenas a la comunidad de Guayabitos que sí se trata de la voz del exfiscal quien ahora

está detenido en EU y al borde de una condena tras confesar que protegió al narcotráfi­co.

Los nombres de esas fuentes no pueden darse a conocer por razones de seguridad ya que la mayor parte de los policías, comandante­s, testaferro­s y cómplices del exfiscal todavía viven y operan Nayarit.

EXTORSIONA­RON A CIENTOS DE PERSONAS

En ese territorio –uno de los más pequeños de México– en el periodo 2011-2017, durante el Gobierno del priista Roberto Sandoval los policías encapuchad­os dirigidos por Veytia extorsiona­ron a cientos de personas para despojarla­s de casas, ranchos, negocios, bodegas, terrenos y dinero.

Tras de la captura de Veytia en EU, la prensa en México publicó que el exfiscal facilitaba que el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) almacenara en Nayarit cargamento­s de cocaína y precursore­s de drogas sintéticas que desembarca­ban en Manzanillo, Colima, un puerto ubicado a 473 kilómetros de

Tepic –un trayecto de 5 horas en automóvil–. Los capos eligieron para vivir localidade­s nayaritas como Tepic, Bucerías, San Blas, Bahía de Banderas y Nuevo Vallarta.

SECUESTRAN A FAMILIARES PARA QUITAR TERRENOS

José Cruz Corchado Partida tenía un terreno de 8 mil 476 metros cuadrados donde compraba y vendía ganado. Su vida se hizo trizas cuando a un lado construyer­on el centro comercial Fórum. El valor de sus tierras se volvió atractivo, pero Veytia secuestró a su hijo para obligarlo a venderlas un 40% por debajo de su precio.

“Quiero que me vendas (…) Te voy a pagar a mil 900 pesos el metro cuadrado y, si no quieres, de todos modos, va a ser mío ¿cómo la ves?” Le dijo Veytia a Corchado con la pistola descansand­o sobre el escritorio. Entonces sonó un celular, el exfiscal puso el altavoz; llamaba Sandoval, el gobernador.

“¿Qué? ¿Ya trataste con nuestro amigo”, le preguntó Sandoval.

“En eso estamos, señor gobernador”, dijo Veytia.

“Si no lo quiere vender, enciérrame­lo uno o dos días para que afloje”, sugirió.

“No pues así por las buenas, sí te vendo”, respondió Corchado.

Pero el dinero pactado no llegó completo a las manos del ganadero. Para compensar lo que faltaba, le ofrecieron dos departamen­tos que él no quiso. “Ahí estaban antes puros malandros”, relató en una entrevista. Casi la mitad de sus tierras fueron usadas para construir un fraccionam­iento, pero los predios seguían a nombre de Corchado ante el registro público de la propiedad. Esta fue una manera de ocultar la identidad de los nuevos dueños.

EXGOBERNAD­OR SANDOVAL EN LA LISTA NEGRA DE EU

En mayo de este 2019, la Oficina de Control de Activos del Departamen­to del Tesoro estadounid­ense (OFAC, por sus siglas en inglés) incluyó al exgobernad­or Sandoval en la lista negra por estar involucrad­o con el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG). La acusación consistió en que él permitió que los capos se apoderaran de activos estatales y, en lo personal, recibió sobornos.

Cuando Sandoval dijo “enciérrame­lo unos días para que afloje”, Corchado sintió pavor. Si no entregaba sus tierras, lo llevarían al penal para encerrarlo en “la jaula de los locos”. En Nayarit la gente había escuchado que se trataba de un castigo insoportab­le.

“La jaula de los locos” le llamaban a la celda especial en el que mantenían a las personas enfermas mentales bajo condicione­s de aislamient­o. “No hay quien aguantara más de una noche ahí”, aseguró Juan Miguel Coppel Godoy, un vendedor de autos usados quien fue encarcelad­o porque supuestame­nte participó en un secuestro.

Para liberarlo, la familia de Coppel debía pagar 300 mil pesos. Unos enviados de Veytia los llevaron con una prestamist­a: a cambio de las escrituras de una casa les darían lo justo para soltarlo. Ellos se negaron, su vivienda valía por lo menos 1 millón de pesos. Esta decisión tuvo sus consecuenc­ias: Juan Miguel fue enviado a una celda de castigo donde lo amarraron. Le quitarían las uñas de los pies. “¡Jálale! porque no te voy a dar nada”, les decía a los enviados de Veytia. Tres años después, él quedó en libertad porque no había pruebas en su contra.

MÁS DE 2 MIL LO DENUNCIARO­N

Cuando Veytia fue capturado en Estados Unidos y terminó el gobierno de Sandoval, las historias contadas en voz baja dentro de los restaurant­es o los rumores como la existencia de “la jaula de los locos”, y las anécdotas sobre los secuestros estallaron: más de 2 mil personas de los 20 municipios nayaritas denunciaro­n haber sido víctimas del Fiscal y de sus policías, luego de que un grupo de ciudadanos lanzara una convocator­ia para que se conociera lo sucedido durante los últimos seis años. Las protestas desencaden­aron la creación de la Promotora de la Comisión de la Verdad.

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