Vanguardia

La furia de los estrógenos

- ENRIQUE ABASOLO petatiux@hotmail.com facebook.com/enrique.abasolo

Literal: me ausento tres días de las redes sociales y cuando regreso están todos mentándose la madre, sacándose los ojos, buscando clavarle al prójimo una estaca en el corazón.

La razón –al parecer y según entiendo–: una marcha feminista enardecida (¿a poco las hay de otras?) en protesta por el clima de insegurida­d que prevalece y que convierte a las mujeres en el blanco más vulnerable de la delincuenc­ia.

Se reporta que las cosas se salieron un poco de control y ahora el debate se centra entre la legitimida­d de los desmanes como último recurso de este sector para presionar a una autoridad –y una sociedad– indiferent­e a su sufrimient­o; o su total sinrazón, falta de congruenci­a y de valor constructi­vo.

¿Por dónde comenzar que no me cueste la vida? Créame que casi me persigno antes de comenzar a redactar este texto. Y no es que me preocupe desatar la furia de los estrógenos, lo que sucede es… ¡Mentira! Sí me da mucho miedo desatar la furia de los estrógenos, pero ni modo:

Sucede, como cada vez que la sociedad se polariza de esta manera, que todos los interlocut­ores tienen un algo –aunque sea un poco– de razón. Por consiguien­te, nadie puede arrogarse la patente de la verdad absoluta. Revisemos:

Que las mujeres son víctimas de la violencia asociada a una sociedad forjada en preceptos machistas, es cierto, tanto como que tienen el derecho a manifestar­se y a expresar más que su inconformi­dad, toda su rabia y malestar.

Que la violencia no es edificante. No, no es en absoluto constructi­va. Ni siquiera en términos de revolucion­es sociales la violencia trajo jamás justicia o algo parecido a nadie. Acaso derrocó un sistema opresivo para instaurar uno de terror, pero ni redimió a los pobres ni emancipó a los esclavos.

Los verdaderos avances en materia de derechos humanos los hace siempre un congreso de pensadores, filósofos y humanistas, no una turba iracunda, que sólo quiere romper el orden establecid­o. Que el vandalismo es delito… Sí lo es. ¡Pero es más grave la muerte de una mujer! Sin duda.

Pasa que en este País las posibilida­des de ser asesinado –o ultrajado– y recibir justicia por ello son minúsculas, sea hombre o mujer. No sé en qué México pensaban que estábamos viviendo.

Siendo honestos, deberíamos estar manifestán­donos hombres y mujeres al unísono, pero se decidió que ésta era una marcha feminista y están en todo su derecho de llevarla a cabo. Pero hay que tener en considerac­ión todas las aristas que conlleva un movimiento social, a saber:

-Se va a politizar necesariam­ente. Es obvio que hay en todo esto la oportunida­d perfecta de sacar raja política, como podría ser reventar al Gobierno de la CDMX, por mencionar algo.

-Hay gente que se va a infiltrar al movimiento para desacredit­arlo. La manera más fácil de desprestig­iar una causa es adjudicánd­ole violencia sin sentido, así como dichos y acciones radicales que desde luego no representa­n los ideales que se defienden.

-No todas las personas que se suman a una causa lo hacen por las mismas nobles razones. Es obvio que hay gente que ni es víctima, ni le interesa la suerte de las víctimas y sólo ve en esto la oportunida­d de reclamar la atención que siente que el mundo le debe, o que necesita una excusa para sacar todo su enojo y frustracio­nes. Todo movimiento o manifestac­ión los tiene.

-Va a haber gente también que no se tome esta lucha con toda la seriedad que las feministas desearían. Incluso habrá quien no comulgue con sus exigencias y hasta quien las ridiculice. Sin embargo, todo ello está dentro de los lindes de la libertad de expresión a la que se supone nos acogemos. Ver un enemigo en cada opinión discrepant­e y desgastars­e en confrontar­lo como si fuese el responsabl­e directo del heteropatr­iarcado, sólo enardece más los ánimos y abona cero a la que se supone es la causa principal.

Reducir la lucha a un circo y el debate a una pelea campal entre feminazis y opresores es exactament­e lo que obstaculiz­a cualquier cambio profundo. Y es que toda la energía y empuje social se diluye en estériles batallas intestinas en vez de direcciona­rlo hacia el statu quo.

No sé si después de todo lo dicho y publicado tenga algún sentido compartir estas líneas, pero al menos me pronuncio por una coexistenc­ia menos ríspida de las opiniones, cualquiera que éstas sean, en aras de que toda esa ira, gritos, consignas y demandas lleguen a oídos de quienes realmente deben escuchar y están en posición de modificar la normativid­ad vigente, lo que entiendo era la razón de ser de la marcha.

Y es que si sólo se trataba de hacerse escuchar por una injusticia, ya pueden ponerla a hacer fila detrás de todas las que aguardan ser atendidas en este País y son igualmente apremiante­s.

Deberíamos estar manifestán­donos hombres y mujeres al unísono, pero se decidió que ésta era una marcha feminista y están en todo su derecho de llevarla a cabo

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico