FEMINICIDIOS EN UN ESTADO DE DERECHO VULNERADO
¿Qué es la violencia? ¿Por qué se mata? Por ignorancia, por enojo y por una percepción equivocada, diría Thich Nhat Hanh. Tenemos el caso de la violencia sistemática que se ejerce contra pueblos originarios (hombres y mujeres) y contra mujeres que sin importar las estadísticas, existe como una violencia justificada incluso por algunas mujeres.
Los medios de comunicación se han apropiado del uso de la “verdad”. Deciden qué sí se televisa o qué se privilegia en el discurso. Y todavía un alto número de ciudadanos le cree a la “tele”.
Tomemos el caso de la última manifestación realizada en la Ciudad de México el pasado viernes: en general hay una omisión grande hacia la violencia ejercida contra las mujeres y una magnificación del descontento y los actos vandálicos realizados. Existe un desbalance: hay sufrimiento, hay ignorancia de los procesos. ¿Cómo dialogar con las autoridades? ¿Escuchan? ¿Cómo dialogar con el asesino y el violador? ¿Es posible?
Aquí el miedo de las mujeres no se apaga con justicia, ese miedo se alimenta con la indiferencia y la corrupción. En todos los estados de México existen casos que no son atendidos, en Saltillo también. Y si alguien denuncia, lo que ocurre es que se activa el modo en el que opera el sistema de justicia: da largas, espera que se canse quien interpone la demanda, o se amenaza. Es obvio que no hablo de las acusaciones infundadas y las querellas que quieren ser saldadas bajo una acusación falta -que las hay-; hablo de la violencia sistemática ejercida por estructuras institucionales que demuestran en estos casos, una aceptación o un cierto disfrute de la violencia en sus distintas gradientes: malos tratos, palabras ofensivas, jalones, golpes, acoso, violación y privación de la vida.
En México, cada 4 minutos se produce una violación, y más del 40 por ciento de las mujeres han sufrido algún tipo de abuso. Durante los primeros cuatro meses del año, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, los registros arrojan que 1,199 mujeres sufrieron violencia por parte de esquemas de pensamiento machistas.
Antes de plantearse cuestiones normativas para la realización de estas marchas, es necesario que se plantee el cumplimiento real de normas y leyes que garanticen vida segura para quienes denuncian, o para quienes transitan y viven en este país. Y aquí estamos frente a la parte visible de un fenómeno de violencia mucho más grande.
Pero ¿qué es lo que preocupa? Que en el extranjero no se piense que México es un país en donde los asesinatos de mujeres ocurren. Que ciertos grupos de mujeres exageran y mienten. Se exige el cumplimiento de expectativas y normas conductuales, cuando el Estado mexicano ha sido incapaz de cumplir las normas básicas para una vida segura.
El estado de derecho en México se encuentra vulnerado. Pero, ¿qué es el estado de derecho? De acuerdo al sistema de información legislativa: “se refiere al principio de gobernanza por el que todas las personas, instituciones y entidades, públicas y privadas, incluido el propio Estado, están sometidas a leyes que se promulgan públicamente y se hacen cumplir por igual y se aplican con independencia, además de ser compatibles con las normas y los principios internacionales de derechos humanos. Las instituciones políticas regidas por dicho principio garantizan en su ejercicio la primacía e igualdad ante la ley, así como la separación de poderes, la participación social en la adopción de decisiones, la legalidad, no arbitrariedad y la transparencia procesal y legal.” Suena bien cuando se lee.
A esto se suman las formas de educar en las familias, donde se acepta, incluso se fomenta por parte de las mujeres, el mal trato, un golpe es aceptado como normal en una gran cantidad de hogares. No es extraño que estos patrones entonces, se multipliquen. Es la ignorancia que se reproduce, y con ello, la ira.
Si las familias aceptan una convivencia entre violencia e insultos, y de las familias mismas emanan los grupos que emiten, promulgan o aplican las leyes, no es extraño que nos encontremos en este sangriento escenario. Nos gusta vivir en la ficción de que en México no han nada mejor que la familia, aunque en un alto número de familias existan violadores, golpeadores o asesinos, sin contar otros tipo de violencia. Si bien es hora de limpiar las mentes, las formas de relacionarnos y las percepciones, para muchos no debe ser así, están contentos con el uso de los puños. Además, el show mediático y la ira de las redes, deja dividendos. Lo otro, ni para noticia daría.